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uno de los ejes de la campaña

La comparación con 2015, el debate que desató Macri

“Hoy estamos mejor parados que en 2015”, aseguró el Presidente la semana pasada. Christian Buteler y Diego Falcone, analistas financieros, se cruzaron en Twitter: uno cree que empeoró la herencia recibida; el otro, que había una ficción.

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Mauricio Macri hilvanó días de frases polémicas. Además de resaltar la situación económica respecto del pasado, vaticinó que la inflación estaba bajando. | cedoc

 No estamos mejor

“En lo económico, a pesar de los golpes, estamos mejor parados que en 2015”. “Estamos en mejor posición para encarar el futuro”. “Estamos en una posición más sólida”.

Estas frases fueron dichas por el Presidente hace unos días. ¿Realmente es así? ¿Estamos mejor que en 2015? ¿O la herencia que reciba el próximo presidente será más pesada que la recibida por Cambiemos?

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La respuesta es no, en lo económico hoy no estamos mejor que en 2015. Se recibió un país complicado, teníamos cepo cambiario, tarifas atrasadas, un Indec en el que nadie creía, default, etc. Esos son datos reales e imposibles de negar.

Pero el camino elegido para la salida de tales problemas, en vez de mejorar la situación económica, en general la ha empeorado y bastante.

¿Por qué estamos peor? Porque cuando termine la actual gestión el PBI habrá caído, habremos sufrido la peor devaluación desde la salida de la convertibilidad, tuvimos que recurrir a un rescate del FMI por US$ 50 mil millones, las reservas conformadas por dicho rescate, repos y swaps chinos a los que antes denostábamos, una economía en recesión, caída de empleo, pérdida real de los ingresos, inflación cercana o superior al 200% (la mayor en un período presidencial desde la última híper) y todo el deterioro que dicha inflación produce como por ejemplo crecimiento en la pobreza. Y no olvidar la pesada carga de vencimientos que deberá enfrentar ya sin los fondos del FMI.

Cuando repasamos todos estos datos pero aún más cuando salimos a la calle y los palpamos en el día a día podemos ver que desgraciadamente la herencia que se dejará en 2019 será aún más pesada que la recibida en 2015.

Aunque para ser sinceros lo que estamos comparando es cuál de las dos gestiones ha sido menos mala. n

*Christian A. Buteler. Analista financiero y consultor.

 


 

Siempre preferible a 2015

¿Cuánto más grave es la coyuntura actual respecto de 2015? Primero, el nivel de actividad sigue sin encontrar un piso, segundo, la inflación sigue elevada (>45%) luego de la devaluación de 2018 y los aumentos de tarifas, y tercero, el salario real no se ha recuperado la caída de más de 15% sufrida el año pasado. Este último punto es el de mayor impacto social porque aun con una caída del 2,5% del PBI estimada para 2018, la desocupación sigue lejos de valores extremos como en 1995 o 2002. Por el contrario, en 2015 el nivel de actividad, aunque desacelerándose en el último trimestre, había sido mejor que el año anterior, la inflación estimada por privados estaba dentro de los valores esperables (25%), y los salarios, con un dólar estable y sin aumento de tarifas, mantenían su poder adquisitivo.  Pero todo esto era una ficción. El ministro de Economía por aquel entonces, Axel Kiciloff, había diseñado un plan para aguantar hasta las elecciones. Aguantaba el ajuste de precios relativos que precisaba la economía producto del atraso cambiario y tarifario. El cepo existió no solo para frenar la dolarización de los ahorros de los argentinos, sino también para usar los cada vez menguantes dólares del comercio exterior para paliar el creciente déficit energético. ¿Qué había pasado con las exportaciones? Sin una soja a US$ 650, los dólares que financiaron el boom de consumo de los años dorados K se habían terminado. Por eso, las trabas a las importaciones o la prohibición para que las empresas dispusieran libremente de sus ganancias. El plan aguantar duró tres años (2012-2015) pero le costó a la Argentina su futuro porque la privó de las inversiones.

Pero todo esto no salía a la luz porque el plan de Axel escondía toda la deuda generada por un déficit fiscal creciente en el balance del BCRA. La bomba de tiempo guardada en las bóvedas de nuestro Banco Central haría imposible cualquier transición ordenada de un sistema represivo a uno de libre mercado. Por eso, cuando hablan de endeudamiento, no tienen en cuenta que el nuevo gobierno tuvo que buscar financiamiento para el Tesoro en los mercados porque ya no disponía de los pesos del BCRA (que en 2015 fueron equivalentes a 4,3% del PBI). Nuestro Banco Central fue la última caja que le quedó por utilizar al kirchnerismo luego de estatizar (y endeudar) a YPF, confiscar los ahorros en las AFJP e intervenir el Indec. Pero la curiosidad es que en 2015 no terminamos en una hiperinflación porque el mercado descontaba un cambio, tanto si ganaba la oposición como si lo hacía el oficialismo. Por el contrario, en este 2019, el final del mandato de Cambiemos podría complicarse si la posibilidad de un triunfo de CFK aumenta con el transcurso de los meses. Paradojas de una Argentina que no se acepta ni populista ni libremercadista.n

*Diego Falcone. Portfolio Manager de Cohen SA.