COLUMNISTAS

Libros, nombres, amor

default
default | Cedoc

Qué le pido a un libro, qué le exijo? Tal vez muy poco, aunque visto el resultado (son mayoría los libros que me resultan irrelevantes e intrascendentes; minoría son los que me disgustan, me irritan o me ofenden, y minoría mínima son los que me gustan, me gustan mucho o incluso muchísimo. Hay también una veintena o treintena de libros con los que no podría vivir sin volver a ellos una y otra vez), visto el resultado –para retomar donde dejé– no debe ser tan poco, sino mucho, una exageración seguramente. A un libro le pido algún pasaje agudo, algunas frases de una impecable sintaxis extraña, una cierta ironía, una erudición solapada. Nada más. Sólo eso. Con eso me alcanza para disfrutar de la lectura, que en mí siempre es pensar en nuevas lecturas, en poner en relación una lectura con otra, influenciarme en la lectura del siguiente libro. ¿Qué leer?, de Maximiliano Tomas, recientemente editado (y muy bien editado) por Reservoir Books, cumple con creces esa demanda. Lleva como subtítulo Una guía de lecturas para los amantes de los libros, lo que quizás llevó a alguna confusión, como la de interrogar al autor sobre “si existe ese lector que necesita una guía”. Me parece que la palabra clave en el subtítulo no es “guía”, sino “amantes”, de allí el equívoco en la pregunta. ¿Qué leer? es un libro sobre el amor.
Sobre el amor a los libros. Por lo tanto, aunque coquetee con ella, tampoco es un libro de crítica literaria, porque para la crítica literaria –para la mejor crítica literaria– el amor no es un rasgo indispensable, y si lo fuera, lo sería junto con la vocación de destrucción (en el sentido de Barthes alcanzado por la utopía de un “grado cero”, de Benjamin pensando a las vanguardias desde tradiciones inesperadas –como el mesianismo judío al lado de un marxismo heterodoxo– que ponen en discusión el estatuto mismo de la crítica, o de Viñas en Literatura argentina y realidad política, leyendo a contrapelo la literatura argentina siglo XIX y principios del XX), rayana en un alto rigor teórico, y en una lectura bien pegada al texto, una lectura que no hace concesión alguna.
Más bien me inclino a definir a ¿Qué leer? como un gran libro de periodismo cultural, quizás el último gran libro de periodismo cultural, en un momento en el que el periodismo (y por supuesto también el cultural) se encuentra en el desesperante estado de su caída final en la trivialidad absoluta.
No digo nada que no haya sido dicho por Karl Kraus, sólo que un siglo después las cosas se han vuelto obscenas.
Tiendo a pensar, en este momento de la Argentina, al periodismo –de un lado y del otro– como una poderosa máquina de matar. Entonces el párrafo del placer en ¿Qué leer? se encuentra en la página 48, en un artículo acerca de La débil mental, de Ariana Harwicz, en el que arriesga un pequeño horizonte de nombres para comprender la narrativa argentina contemporánea: “Podemos mencionar a J.P Zooey, Ramiro Quintana, Leonardo Sabbatella, Roque Larraquy, Iosi Havillio o Matías Alinovi”. Puede ser que falten otros nombres. Sí, tal vez. Puede ser que sobre alguno. Por supuesto.
Puede ser que, más allá de los nombres, importa más qué se dice o qué se hace con ellos. No caben dudas. Pero tampoco caben dudas de que Tomas acierta. Allí reside el secreto del libro, y su interés. ¿Qué más pedirle a un libro?