COLUMNISTAS
Males

Un modelo muy educativo

Fantaseaba con una columna hermosa para este sábado, pero hubo cambio de planes. La triste, horrible, incomprensible noticia de la designación del ministro de Educación de la ciudad acaba de arruinarme toda lírica.

Rafaelspregelburd150
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Fantaseaba con una columna hermosa para este sábado, pero hubo cambio de planes. La triste, horrible, incomprensible noticia de la designación del ministro de Educación de la ciudad acaba de arruinarme toda lírica. Y como lo desagradable nos predispone mejor al uso de la palabra que lo apacible y lo hermoso, acá me hago cargo de la tácita responsabilidad moral a la que me obligan estos quince centímetros y manifiesto tanto como puedo que espero que este ministro se vaya ya mismo y que alguien pida disculpas a todos los presentes. Sus manifestaciones públicas asombran. Provocan esa fascinación escandalosa que tiene –cada vez que se hace presente– la redonda encarnación del mal. Soy facho y me la banco, dice a los gritos. Lo viene diciendo desde hace tiempo, desde sus cargos en el Proceso y el burdo menemismo. Yo sigo sin entender si es posible que alguien que ha sido funcionario comprobado de un gobierno ilegítimo y genocida ocupe cargos públicos. ¿Eso vale?

Pero el mal es el mal. Su prístina claridad es semi-inofensiva. No hay que rebatirlo, porque desarmar una afirmación tal como “reprimir es obligación del Estado” o “una mujer no puede ser funcionaria, por sus obvias limitaciones” es una tarea tautológica y aburrida. Niños que estáis siendo educados, allí lo tenéis: eso es el mal. Agradeced la transparencia del modelo. Que aquí no hay confusión.

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Porque la confusión es más peligrosa. La confusión que seguramente surgirá ahora, desdiciéndose de lo publicado en La Nación, o en el pasado. La confusión, cuando el tiempo comience a pasar y el mal explícito e inofensivo siga allí porque se olvidaron de por qué fue que se lo designó. Eso es lo atroz: ese mal que –una vez ingresado en el sistema– se desdice, se corrige, se adapta y aprende a disimular por qué está allí realmente. Pretende vestirse de bien, de posible. Hasta ahora, es sólo una estupidez más en un montón de estupideces macristas. Ojalá siga manifestando sus ideas; es la manera más rápida de que le den el raje. Mejor rápido, así no llega a cobrar de mis impuestos un solo centavo de su primer sueldo. Porque allí sería no sólo el mal, sino también un mal caro. Y pagado con plata nuestra.