CULTURA
muestra conjunta en macba

Boda entre arte y ciencia

Bajo el elocuente nombre de “Interacciones fundamentales de un cielo estrellado”, se presentan en el Macba las obras de Carla Bertone, Julia Masvernat y Silvia Gurfein. Curada por Mariana Rodríguez Iglesias, la muestra podrá visitarse hasta el próximo domingo.

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Entrecruzamientos. A la izquierda, plano de la sala que alberga la muestra. Arriba: Deshacer, excavar, partir (óleo sobre tela y papel), de Silvia Gurfein. Abajo: torre y rombos de Carla Bertone. | GENTILEZA MACBA
Interacciones fundamentales de un cielo estrellado, el título que reúne poesía y pensamiento científico, alberga tres muestras de artistas argentinas, tituladas con infinitivos: Enlazar, de Carla Bertone, Suspender, de Julia Masvernat y Deshacer, de Silvia Gurfein. Con estas acciones en potencia, con esa forma no personal del verbo que expresa una idea verbal en abstracto y sin concretar las variaciones gramaticales, participan de un proyecto curado por Mariana Rodríguez Iglesias en el Macba.
Si bien la propuesta de la curadora abreva de la física cuántica para la fundamentación del principio de incertidumbre como única certeza “para la interpretación de la realidad y de que, inevitablemente, el observador modifica lo observado”, la lejanía personal y gnoseológica con ese modelo explicativo me obligan a quedarme con la parte más literaria –poética, como se ha dicho– de esa propuesta. En todo caso, la filosofía también ha pensado en la ausencia de toda certeza como piedra de toque y en la construcción de un pensamiento que interactúa con el que observa, para completarlo. Asimismo, la literatura puede colaborar en esta misma empresa con sus modelos de representación de la realidad, de armado de la ficción. En fin, desde el arte, indagar, aprender, recrear.
Pero todavía hay una forma más sencilla de acceder a esta exhibición “difícil”: ir de arriba hacia abajo. No sólo en términos espaciales sino de universos creativos y de complejidad estética. En todo caso, la planta baja habitada por Bertone ofrece una serie de piezas que remedan el ejercicio. Como una práctica de lo mismo no sólo en la forma sino también en el contenido y la repetición del color. La sala, a su vez, está muy llena y eso funciona menos como una virtud que como un problema en la resolución del espacio.
Por su parte, Masvernat promueve desde la construcción misma, el calado a mano, la potencia del infinitivo “suspender”. Es una selección de obras con aire, ligeras, en equilibrio. Además hay algo de suspenso, de puesta entre paréntesis, que espera ser descifrado por ese espectador inquieto que se desea.
En la sala más recóndita del museo, a unos cuantos metros bajo la línea de tierra, Silvia Gurfein montó su propio y personal observatorio. Aquí desarrolla su universo artístico, que no sólo implica los trabajos que realiza con distintas técnicas y abordajes. Porque en el propuesta de Gurfein está su pensamiento estético y científico, y las nuevas conexiones que logra al combinar sus trabajos. La puesta en escena es de gran significación: un ambiente entre profano y sagrado. Con sus sudarios que remiten a la pintura que se hace sobre tela sin preparar y que traspasa los lados, al tiempo que borra el límite entre el derecho y el revés. Asimismo, esta palabra, “sudario”, convoca a una reflexión sobre la muerte. La de la especie y la de la pintura. Para ello, construyó un delicado e inquietante ataúd. Una obra horizontal realizada con los restos de óleo secos, desgranados, reunidos para esta particular ceremonia, para la cual preparó su hatillo de libros: esa forma horizontal e íntima de atar su biblioteca.
Todo esto bajo su cielo. Uno que fue armando con distintas obras. Partículas fantasma, un collage de pequeños cuadros geométricos, dispuestos sobre una tela con estrellas y la instalación más ambiciosa que es la recreación del sistema solar por medio de papeles rectangulares pintados a lápiz, ubicados sobre la pared con la misma inclinación y ángulo con los que cada planeta dista del sol. Una maravilla iluminadora y destellante.