CULTURA
entrevista a Jose Carreño Carlon, director del FCE

Piedra sobre piedra

Autoridades del Fondo de Cultura Económica y de la embajada mexicana colocaron el viernes 13, en pleno corazón de Palermo, la piedra fundacional donde se inaugurará en agosto de 2016 una librería y centro cultural de ese grupo editorial mexicano.

Carreño Carlon. El director general del FCE recalcó la fraternidad y la circulación efectiva de los productos culturales entre los países de América Latina.
| Eduardo Lerke
El pasado viernes 13 –fecha agorera y promisoria– se llevó a cabo la develación de la piedra fundacional de la librería del Fondo de Cultura Económica en Buenos Aires, proyecto largamente acariciado durante la última década al que por fin se le dará la estatura y el recinto que merece la notable y larga tradición intelectual y editorial entre México y la Argentina.
La librería, que también funcionará como centro cultural, llevará el nombre de Arnaldo Orfila Reynal, figura principal de la edición latinoamericana del siglo pasado que en su momento dirigió incluso la casa matriz del Fondo de Cultura Económica en México, fundó Siglo XXI y le dio forma y gracia a la Editorial de la Universidad de Buenos Aires.
El proyecto arquitectónico, de una belleza original, fue diseñado por Clorindo Testa, y en ocasión del evento PERFIL dialogó con el director general de la editorial, José Carreño Carlón.
—¿Cuál es la visión y cuál la misión respecto de la apertura de esta librería pensada también como centro cultural?
—Es importante subrayar que la filial del Fondo de Cultura Económica fue la primera presencia internacional dentro de los países hermanos hace setenta años. Luego de dos intentos anteriores, aparte de la sólida tradición que supo vertebrar Arnaldo Orfila con una estupenda producción editorial, ahora es el momento de tener una presencia libresca y de distribución para toda América Latina para cumplir con la vocación que se propuso el Fondo desde su fundación, que no es otra que asegurar que circulen de manera horizontal los productos culturales de más alto nivel en el continente y el mundo para romper cualquier tipo de insularidad o secuela poscolonial de los flujos culturales de ex metrópolis a las ex colonias sin que éstas se comuniquen entre sí. El Fondo revertirá la circunstancia de encontrar con mayor facilidad el libro de un autor danés que de uno chileno. Tal es la misión de la cadena de representaciones que incluye librerías en todas las zonas de habla hispana del mundo. Buenos Aires se suma a diez filiales más la de Estados Unidos, donde se cuenta con 53 millones de hispanohablantes, más de los que tiene España o incluso Argentina. El Fondo plantea un diálogo plural y cosmopolita como política cultural desde tiempo atrás que se reafirma con esta piedra.
—Por lo demás, este acto simbólico vendría a estrechar una relación vetusta y fecunda entre lo más valioso de México y la Argentina: sus lazos culturales.
—El diálogo entre la inteligencia argentina y la mexicana ha sido una constante de muchas décadas que podemos simbolizar en personajes concretos: Arnaldo Orfila y Cosío Villegas, Alfonso Reyes y Borges, y particularmente la presencia que tiene entre los lectores mexicanos y aun los lectores de habla hispana un escritor como Ricardo Piglia, no sólo por su obra narrativa y ensayística sino también por su temperamento generoso a través de sus recomendaciones y consejos para el desarrollo de la editorial e incluso como director de una estupenda colección de literatura argentina.
—Esto quiere decir que el Centro Arnaldo Orfila Reynal viene a sumarse a las propuestas edilicias realizadas por el FCE en otros lugares, como el Centro Cultural García Márquez en Bogotá o el Carlos Fuentes en Quito.
—Hoy en día las librerías no pueden limitarse a ser simples puntos de venta de libros, para eso están las cadenas con criterios más bien limitados. Un lector exigente requiere centros de encuentro, de convivencia entre escritores, autores y lectores, así como entre los lectores mismos en lugares gratos como un bar y un café con los que contará la librería. Nos lo decía Feltrinelli ahora que estuvo en México por los 80 años del Fondo: el editor y el librero también tienen que constituirse en barman o en cocinero para tener estos lugares vivos y no sólo ser una compra de canasta o de carrito del súper.
—Para tener 80 años, el Fondo actúa con refrescante juventud, con ánimos para correr una maratón...
—En nuestros países todavía jóvenes y con una historia de inestabilidad de mucho tiempo, las instituciones suelen no madurar, no pasar de un régimen político a otro. Por ello los amigos argentinos se refieren al milagro del Fondo de Cultura Económica, que ha trascendido todo tipo de crisis: dictaduras, revoluciones, devaluaciones. Por ello es un orgullo para el Fondo ser una institución de 80 años con la madurez alcanzada y la intrínseca necesidad de renovarse.
—Al margen de tener una raíz mexicana, el Fondo es uno de los lugares más sólidos para el encuentro y la exportación de contenido intelectual de todo un continente.
—Yo no lo reduciría a la palabra exportación, sino más bien hablaría de intercambio. La intención del Fondo no es estrictamente lucrativa, puesto que no llega a los países de habla hispana a competir y tener una tabla de resultados favorables, sino a propiciar un flujo en aras de un esfuerzo compartido, que es una fraternidad y circulación efectiva de los productos culturales entre nuestros países.