No fue un examen más. Vencer 2-0 en Marsella a la Francia subcampeona del mundo, por más que poco tenga que ver este equipo galo con aquel de Zidane que mereció la Copa en Alemania 2006, es sin dudas mucho más significativo que la victoria ante Escocia lograda en el debut como DT de Diego. Sin embargo, no sólo por la categoría del rival al que derrotó ayer esta nueva Selección de Maradona invita a ilusionarse.
Precisamente, uno de los motivos que desatan esa ilusión es que lo de "nueva" no es sólo un calificativo que devenga de la presencia de Maradona en el banco en lugar de Alfio Basile, sino también -y fundamentalmente- del muy distinto armado que el equipo presentó en estos dos partidos. Especialmente, en su línea de volantes.
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Cuidado: no es el sistema táctico aquello que haya cambiado más profundamente. Ni tampoco lo que realmente importe. Al fin y al cabo, jamás será tan importante que el DT disponga un 4-4-2 o un 3-5-1-1 como que acierte en la elección de los futbolistas, respetando sus características naturales para desempeñar funciones defensivas u ofensivas según se pretenda.
En definitiva, son ellos, los jugadores, quienes podrán dar la identidad del caso al equipo con su capacidad -y la libertad que se les dé- para sumarse al trabajo defensivo u ofensivo, y no un simple planteo táctico como quieren hacerlo ver muchos técnicos y periodistas que sólo saben hablar de “números telefónicos”.
Dicho de otra manera: no es lo mismo un mediocampo integrado por Battaglia (o Zanetti), Mascherano, Gago y Cambiasso (todos volantes defensivos en esencia) que uno como el que Maradona dispuso ayer, con Maxi Rodríguez y Jonás Gutiérrez derrochando capacidad -y recorrido- no sólo para defender o retener la pelota sino también en ataque por una y otra banda.
He allí, en la correcta elección de los intérpretes y el respeto por sus condiciones naturales a la hora de armar el equipo, una de las principales virtudes que cualquier DT puede tener, si no la mayor. Y Maradona, a diferencia del desconocido Basile de los últimos tiempos, la está demostrando, pese a la presencia siempre amenazante de Bilardo cerca suyo.
Se trata, en definitiva, de no complicar lo que es fácil y entender que son los jugadores quienes desequilibrarán, siempre y cuando se los utilice de un modo que no cercene su capacidad ni los confine a una función para la que no están preparados. Y también, siempre y cuando ellos mismos entiendan que lo suyo pasa por atacar o defender, y no por “volantear” sin ton ni son como parecían creerlo algunos en la era Basile.
Material, está claro, hay y muy bueno. El tema es saber usarlo. Y en esto, Maradona viene sacándose un “aprobado” bien grande. No sólo por sus elecciones al momento de formar el equipo, sino también por un mensaje claro y simple, que parece haber cambiado esa actitud casi indolente que se criticara en el ciclo anterior. Sin misterios ni cosas raras. Apostando al fútbol de Messi y compañía. Que de eso se trata finalmente: de fútbol.
