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Moldavsky: "En el país hay antisemitismo medio popular"

A los 57 años, el humorista encabeza el espectáculo Moldavsky suelto en Mar del Plata. Dice que sus chistes de judíos son "all inclusive" y que su show "no tiene grieta".

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Roberto Moldavsky | Cedoc

Roberto Moldavsky mudó el fenómeno de su particular humor de Buenos Aires a Mar del Plata. El cómico, ex vendedor de telas en Once, y líder de taquilla en 2018, debutó con Moldavsky suelto en Mar del Plata una semana más tarde que el resto de los espectáculos, llenó las primeras cuatro funciones en el Roxy Comedy y Aadet lo ubicó tercero en la tabla de recaudaciones. “El espectáculo no te da descanso, mezcla el humor y música durante una hora y media, le gente se ríe del humor político, se identifica con lo que decimos y disfruta de los scketches. Además, hemos logrado una cosa increíble, que es que vengan padres con hijos. No pretendo hacer 12 funciones para estar primeros, no me desespera ser primeros”, dice el humorista de 57 años.

—¿Sos más de la escuela del humor empático o del humor crítico?
—Apunto al humor empático, pero le agrego crítica y en el caso del humor político obviamente somos críticos de cómo los políticos nos chamuyan.

—¿Te silbaron alguna vez?
—Alguna vez tuvimos un chiflido para un lado y para el otro y ahí mismo lo aquietamos. Nosotros no tenemos grieta en el show, no estamos para bajar línea. De última, si bajamos línea, es en la general, es decir no te pelees con un amigo o con un familiar por algún político que mañana se cambia de partido y quedaste en el aire defendiendo algo.

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—¿Qué políticos te elogian y te fueron a ver?
—Vinieron muchos a verme. Vidal, Carolina Stanley, Sturzenegger, Macri, otros vienen clandestinamente, es decir, sacan la entrada y vienen. Creo que se está viendo un momento que ya ningún político tiene muchas ganas de que lo nombren, de ninguno de los partidos, porque no saben lo que se pueden encontrar en la gente. Me vieron también algunos políticos kirchneristas.

—¿Kirchneristas: quiénes?
—Me dijeron que los vieron entre el público, no quiero mandar al frente porque no es que los vi. Pero vienen de todos los partidos.

—¿Cómo hace alguien que no es de la colectividad judía para entender los chistes de judíos?
—Creo que el humor judío, al menos el que hago, es muy “all inclusive”, fácil de entender, no es el humor de la carcajada, es un humor que mezcla la desgracia con el humor que te deja un poco pensando, es más de cuento, es más de desarrollo que de remate.

—¿Encontrás mucho antisemitismo en las redes sociales o en el público?
—Me ha pasado, pero poco. Uno me escribía por Twitter como lo que yo intentaba era hacer creer que los judíos éramos gente simpática o gente copada, pero que en realidad, él sabía lo mierda que son los judíos. O cuando yo cuento que viví en Israel, al toque varios me escriben: “¡Ah, matan palestinos, matan bebés!”. O sea, me llevan a un lugar que no tiene nada que ver conmigo".

Para Moldavsky, "la maldad está en Twitter. Yo siempre digo una frase que es: “Sos más malo que Twitter”.

—¿Y en persona?
—En persona me pasó durante la vida, no en esta vida artística. Alguna vez cuando era joven, en el colegio. La verdad es que en Argentina hay un cierto antisemitismo medio popular basado en conceptos y prejuicios sobre los judíos con respecto a la avaricia o yo qué sé. Lamentablemente, a partir de los atentados que hubo en Argentina, también una toma de conciencia de vuelta sobre este tema, hasta te diría, no es cool ser antisemita, y mucho antisemita está agazapado justamente, porque no queda bien hoy en día ser antisemita.

—¿Qué aprendiste de tu productor Gustavo Yankelevich?

—Mucho. Aprendí a decir que no. Es muy difícil decir que no a todas las propuestas. Aprendí que uno tiene que hacer lo que uno siente que está bueno y que el instinto también te dice: “Esto lo voy a hacer” y no solamente hacer porque te lo proponen, porque está bueno el canal, porque está bueno el programa, sino entender, que él lo define con una frase que está muy buena: “Vos estás armando una carrera, no armando un trabajo”. No es que estás buscando guita. Cuando tenés a alguien que piensa a largo plazo todo es diferente.

—Roberto ¿cómo sería tu vida hoy vendiendo en Once?
—Me levantaría a las ocho de la mañana para ir a abrir el negocio de Viamonte y Larrea.

—¿Era tuyo el negocio o eras empleado?
—Estaba en sociedad, con familiares.

—¿A qué hora abrías?
—A las nueve, las primeras horas es ir acomodándote, ir viendo cómo va viniendo el día, tratando de terminar lo del día anterior, tomar un pedido, empezando a salir a buscar, a llamar a los clientes. Yo vendía por mayor y rogar que haga frío porque el frío siempre empuja a la venta. Iba al banco, talleres, devoluciones. Yo disfrutaba del barrio de Once, para mí es un barrio muy copado, muy pintoresco, vas a comer con la gente de ahí, hablás, escuchás historias…

—Ahora que tu vida dio un cambio rotundo, si volvieras a vender, ¿qué cambiarías?

—En principio podría aprovechar la fama que conseguí en estos años, así que seguramente haría un pequeño monologuito, le mandaría un WhatsApp con onda, divertido, viralizaría algo que tenga que ver con la campera, “dale, comprame”.

—¿Sos de pelear los precios como cliente?
—En el shopping está vedado. En otro lado lo peleo, me gusta ese deporte. Es como un gran logro personal conseguir un descuento, un canje. A la gente le encanta. Capaz el tipo es un neurocirujano, pero no te cuenta una operación que hizo, te cuenta con orgullo que fue a Turquía y trajo una alfombra por la mitad de precio, y le dice a la esposa: “¡¿No es cierto Olga que yo conseguí esto?!”. El pedido de descuento es un deporte argentino casi, no solo paisano, a todos les gusta. Por algo tienen tanto éxito las tarjetas con descuentos, con puntos. Yo uso la tarjeta con descuento, me puedo deprimir si compro algo que tiene descuento y no llevé la tarjeta, es un golpe terrible. Yo te cargo nafta el domingo, los sábados estoy dando vueltas en punto muerto hasta que se hagan las 12, en ese sentido, no me van a enganchar, me tienen que agarrar distraído.

 

 

"No me veo en en lo de Tinelli", destaca Moldavsky

Reconocido fanático de Boca Juniors, Moldavsky cuenta que paga religiosamente su lugar en la platea alta de La Bombonera. Aún le queda un sabor amargo por la derrota con River en Madrid donde viajó acompañando al plantel profesional. “Hice un show en el hotel. Son unos tipos bárbaros. A Pablo Pérez le hice el chiste que me lleva tanto llegar a la platea alta que a veces me pierdo la amarilla que le ponen. ‘A veces no llego Pablo, esperame’, le dije y se rieron todos”, confiesa Moldavsky.

Moldavsky dice que Woody Allen, Monty Phyton y Seinfeld son todos los postres que le gustan: “Woody Allen es el tipo que reformula el humor judío, lo hace universal. Con todo este tema de la hipocondría, de la madre, del loser, toda esta movida de la intelectual que no gana plata. El toma esa base y hace humor psicoanalítico. Monty Python y Seinfeld son tipos que los ves nuevamente y te volvés a reír como la primera vez”, asegura. ¿De Argentina? “Yo soy muy Capussotto, me gustaba mucho Olmedo, Tato, Verdaguer, Gasalla. Tenemos una escuela humorística acá que es muy buena”.

El programa propio en televisión es algo que pensó en compañía de su productor Gustavo Yankelevich, pero reconoce que por ahora, no es el momento.

“Me encantaría formar parte del programa de Susana, con mi impronta, tener un toque humorístico con ella”, afirma. Marcelo Tinelli lo elogió en Twitter y le prometió que lo iba a ir a ver al teatro en la gala de Martín Fierro de junio pasado. “Tinelli es un monstruo, pero no me veo en un espacio humorístico. Mi parte floja es la imitación, no tengo esa capacidad. Yo hoy veo ShowMatch en lugar del espectador y digo: “Bueno, ya no estoy para bailar ni cinco minutos en ningún lado”, así que prefiero evitarle a la gente ese momento”.