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boom turistico

Revolución en Asís, la tierra de San Francisco

La joya medieval italiana aguarda una avalancha de turistas. El sitio de los franciscanos tuvo dos millones de visitas cuando se supo el nombre del nuevo papa. Esperan su llegada.

Templo. En la basílica descansan los restos de San Francisco, que son visitados por miles de personas durante todo el año. PERFIL recorrió el pueblo del patrono.
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Desde Asís
“Baje la escalera y encontrará el rincón donde nació Francisco, el pobre”. La escritura de esmalte brilla en la entrada de la escalera que lleva a la cueva donde nació San Francisco. Asís, la joya medieval que vive del turismo religioso crecido alrededor de su santo, se prepara para recibir el gran flujo de peregrinos del mundo que llegarán para agradecer la elección del primer papa Francisco.
PERFIL comprobó que Asís muestra un fenómeno en los hoteles y los restaurantes, que ya se preparan para el nuevo boom turístico que aquí todos dan por cierto. “Hemos registrado una suba de las reservas del 60% en la última semana”, cuenta feliz el dueño del hotel más famoso del centro. “Nos llamaron hasta desde Australia para venir a visitarnos, estamos preparando paquetes turísticos especiales para llevar a Asís los que van a Roma a ver el nuevo papa”, agrega entusiasmado.
La crisis económica de Italia del último año se notó también aquí, en el corazón de la región de Umbría, la tierra más mística y turística de Italia. Pero la noticia de la elección de un papa que decidió llamarse como el santo de este pueblo, llenó los corazones de terrenales esperanzas.
Los franciscanos ya invitaron a Bergoglio a venir a Asís. Su líder, padre Enzo Fortunato, recibió a PERFIL en una noche de diluvio en una sala de la basílica San Francisco. “Acabo de invitar al papa, va a venir muy pronto. Los hermanos argentinos que están en retiro aquí están entusiasmados y todos nosotros lo esperamos con los brazos abiertos”, aseguró Fortunato. El padre franciscano es tan sencillo como influyente en Italia, y se conmovió con la homilía del Papa. “Nombró muchas veces la necesidad de cuidar a los otros. Era un estilo de San Francisco, Bergoglio lo retomó y tuvo un gran discurso”, aseguró Fortunato. El religioso agregó que la congregación tiene todo listo para recibir al papa. “Para nosotros fue una revolución. Un dato para explicar el tamaño de la noticia: el día después de la elección del papa nuestro sitio on line www.sanfrancesco.org explotó. Hubo dos millones de contactos en pocas horas. Desde todo el mundo se pusieron a rezar, a través de la webcam que tenemos mirando hacia la tumba del santo. Enviaron millares y millares de pedidos a través de la red. Nosotros como siempre los hemos impreso y los hemos llevado a los pies de la tumba”, exlama. Luego levanta las manos hacia el cielo y exclama: “¡Oh! Hermana tecnología!”.
Afuera del convento, bajo la lluvia que no para, Pietro Oliva Fonteni, dueño de la farmacia de la ciudad es otro que conoce los secretos de sus ciudadanos como los curas confesores del convento. “Acá hay mucha expectativa, también entre los no católicos. Todos esperamos a Francisco. Tiene carisma. Yo que soy ateo –susurra– confieso que cuando escuché el discurso en la radio, manejando hacia mi casa, me emocioné. Parece buena persona. Pero acá los franciscanos están llenos de dinero y no viven como vivía Francisco de Asís. Ojalá el papa argentino les cambie de rumbo”.
A la esquina con la basílica un vendedor de souvenires saca su cuenta. “El nuevo turismo que va a traer el papa Francisco nos va a venir muy bien. Ya me contacté con unos chinos, que tienen depósitos cerca de Roma, para que me traigan muñequitos del papa nuevo que va a ser un furor entre los turistas –sostiene–. Los de Juan Pablo II se siguieran vendiendo, pero el personaje del momento es Bergoglio.
El lunes ya me van a traer
las fotos gigantes para adornar la tienda”.
Saliendo de la medieval puerta Cappuccini, en la parte alta de la ciudad, después de cuatro kilómetros se llega a un frondoso bosque donde se ubica el eremo de le carceri (ermita de las cárceles). Es un lugar de contemplación entre árboles centenarios donde San Francisco y los suyos rezaban y vivían en la completa pobreza.
Ahora es un espacio de culto. El hombre que controla la entrada recibe a esta cronista: “San Francisco amaba esto, no creo que le gustarían tanto los lujos de las basílicas que construyeron en su nombre”. Y antes de irse, comenta que tiene mucho trabajo: “Seguro que va a venir Francisco, ya me dijeron que van a traer al papa. Por eso me pidieron que dejara todo listo”. Bergoglio, por lo visto, caminará
por las mismas calles que San Francisco.