POLITICA
Muro de requisitos

Los países de la región, estrictos con los emigrantes argentinos

Quienes deciden ir a vivir a Perú, Bolivia o Paraguay desde Argentina encuentran exigencias que incluyen desde informes de Interpol y declaraciones juradas hasta análisis de HIV cuando solicitan la residencia.

Pasos fronterizos
Pasos fronterizos | Cedoc

Hay situaciones que se explican mejor saliendo de ciertas convenciones que impone la práctica periodística –por caso, la tercera persona– y relatando la propia experiencia. Quien esto escribe es periodista. Y argentina. Y vive en Perú. Por eso, lo que pasaré a relatar, sirve como un caso. No es un “autor” que opina, sino una periodista que brinda su testimonio. Sí, gran parte de lo que leerán es casi el resultado de haberme entrevistado casi, si se me permite, a mí misma.

Amanecer de un lunes agitado

El lunes me levanté temprano como todos los días. No bien abrí los ojos, y como parte de esta obsesión profesional que tenemos los periodistas, lo primero que hice fue mirar mi celular y encontrar infinidad de mails y mensajes de WhatsApp de colegas argentinos. Todos querían consultar acerca del cambio migratorio, de cómo lo habían vivido los peruanos, cuáles eran las repercusiones y si había causado la misma polémica que allí. La verdad que no, no pasó nada de eso. Es más, a nadie le importó la noticia. El problema era que a mí tampoco me llamaba la atención, ni me alarmaba, ni me parecía polémico puesto que hace cinco años cuando había llegado a este país me habían pedido no sólo los antecedentes penales sino, también, los judiciales, un contrato de trabajo que sustentara mi intención de obtener la residencia temporaria y otros documentos junto al pago de tramitación.

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Confieso que fue extremadamente tedioso realizar los trámites ya que cada papel se obtenía en una oficina distinta y recuerdo haber estado dos días recorriendo Lima con la intención de conseguirlos con rapidez. Quedaba la última parte, la más larga y agotadora: hacer la fila en Migraciones y presentar todos los documentos. La verdad que a pesar del cansancio fui paciente porque entendía que era este país, Perú, que me estaba dando la posibilidad de establecerme y poder trabajar o realizar actividades económicas durante dos años y que para ello debía demostrar que mis antecedentes e intenciones eran buenas.

Declaración jurada

Durante esos dos primeros años trabajé en un programa de investigaciones, Reporte semanal, con el que viajaba por el mundo y salía al menos una vez al mes. En cada oportunidad a lo largo de ese período, debía presentar mi declaración jurada firmada por el gerente del canal de televisión, donde se detallaban mis ingresos y aportes a la Sunat, que vendría a ser la AFIP peruana. Esto se presentaba en el puesto de Migraciones del aeropuerto, sin ella seguramente podría salir pero no volver a entrar hasta poner en orden mi situación. Después de esos dos años pude cambiar mi calidad migratoria y otra vez presentar documentos que declararan que no tenía antecedentes, ni fuera ni dentro del país, para finalmente obtener mi residencia permanente e indefinida. Ahora sólo realizo mi pago de tasa anual en extranjería.

Es importante saber que cualquier alteración a la ley peruana significa la expulsión inmediata del país y ésta es una práctica muy utilizada por sus autoridades. Si se comete un delito, si no se puede sustentar un sueldo del cual se vive, entre otras cuestiones, es probable que se abra un sumario, se lo investigue y se lo expulse, ya sea provisoriamente o de por vida.

Pasión de multitudes

Los argentinos en Perú hemos tenido grandes oportunidades laborales y muchos, incluso, trabajamos en nuestras profesiones. Rodrigo Verdera tiene 36 años. Llegó desde Argentina hace tres y hoy es entrenador del seleccionado peruano de talla pequeña además de dar clases personales de fútbol. Vivía en Necochea y trabajaba de lo suyo pero tenía que obtener más recursos económicos haciendo horas como conserje en un hotel. “Llegué acá sin trabajo ni nada, a la buena de Dios, a ver qué onda. Vi varias opciones pero nadie me tomaba porque tenía que tener mi carnet de extranjería que conseguí después de dos meses. Si no estás legalmente es muy difícil. Todo cambió una vez que pude regularizar mi situación y hoy estoy agradecido de las oportunidades que me da este país. Me parece perfecto que se pidan antecedentes penales, es una forma de demostrar que somos personas de bien y queremos ser parte de la construcción de esta sociedad de manera positiva”.

En Perú nadie trabaja si no obtiene previamente su residencia temporal, nadie, es ley y se cumple. Y el pedido de antecedentes penales como requisito para obtenerla no se da únicamente aquí, también lo hace Bolivia, que tiene una acuerdo de bilateralidad con Argentina. Incluso los trámites son similares a los de Perú y la documentación la misma: antecedentes penales, judiciales, ficha de Interpol, una declaración jurada cuyo formato se encuentra en la página de Migraciones de ese país, contrato de trabajo, pasaporte o cédula de identidad y el pago de la documentación. Estos acuerdos permiten establecerse dos años con la residencia temporaria y luego de eso presentar nuevamente los documentos para obtener la residencia permanente.

Caldo de cultivo

Alejandro Sciscioli padeció en Paraguay un entramado complejo. “Actualmente soy Country Manager y socio local de una empresa regional de monitoreo de medios, con sede en Argentina, que se llama GlobalNews Group y sobre mi experiencia en este país, más allá de los engorrosos trámites migratorios, ha sido altamente positiva. Me casé, me divorcié y me volví a casar. Hice carrera profesional e incluso tuve la oportunidad de representar a Paraguay en un par de oportunidades, aún siendo extranjero. Amo este país y no volvería” dice Alejandro Sciscioli. El problema no terminan siendo los requisitos migratorios que se piden, s i no cómo son utilizados por sus autoridades.

Los inmigrantes, aquellos que llegan con mucha ilusión, no tienen temor en mostrar sus antecedentes puesto que se trata de una especie de CV para el país que los acoge. El problema está en querer usar estos requisitos para frenar la migración, o parte de ella. En discriminar por raza, color, cultura o condición social. En que, como pasa en muchos países mencionados, a veces tantos documentos resultan una telaraña abrumadora para un inmigrante que recién acaba de llegar y no tiene a nadie de confianza a quien consultar, y ahí surgen los pedidos de coimas por parte de los propios funcionarios, o un sistema irregular de tramitadores que les prometen facilidades y lo único que hacen es estafarlos con la poca plata que tienen.

Muchas veces he escuchado: “Vienen a robar el trabajo aquí”; “volvéte a tu país” o cosas por el estilo. Una sola de estas expresiones estando fuera de “casa” puede lastimarte como un puñal.Está claro que la gente de mal vivir no entra a documentarse, ni a tener sus papeles en regla, sino que atraviesan las fronteras como coladores, las mismas que están sin seguridad y por donde no sólo se trafica sino que pasan los delincuentes más peligrosos como narcotraficantes o asesinos. En Perú se dice: “Quien no la debe no la teme...”.