PROTAGONISTAS
musico y militante

Barenboim: el argentino que busca la paz en Oriente Medio

Llegó ayer a Buenos Aires para tocar en el Colón con Martha Argerich y Les Luthiers. Encabeza una orquesta israelí-palestina y descree de una solución armada.

Seguro. Dice tener una “larga convicción de que no hay una solución militar en el conflicto”.
| Cedoc Perfil

“Que ambas partes tengan compasión es una obligación moral”. El título de la nota publicada en el diario israelí Haaretz, sobre la violencia desparramada en la Franja de Gaza en los últimos días, parecería ser una obviedad. No es así, cuando se trata del nuevo capítulo del conflicto palestino-israelí, uno tan complicado y particular, que su resolución parece una utopía hasta para el más optimista. Quien firma el artículo es uno de los representantes más fuertes de quienes no se cansan de buscar la paz entre los dos pueblos, Daniel Bareinboim.

Este reconocido pianista y director de orquesta dio el ejemplo con su propia vida. Argentino de nacimiento, criado en Israel, en 2008 fue por el cuarto pasaporte –ya era ciudadano español– y se nacionalizó palestino. La misma lógica lo llevó en 2001 a representar en Jerusalén la ópera Tristán e Isolda, de Richard Wagner, músico admirado por Hitler. Este hecho tuvo consecuencias: algunos locales que lo llamaron pronazi y fascista.

“El conflicto, hoy, alcanzó un nivel inimaginable de truculencia y desesperación. Como ciudadano palestino e israelí, llamo a los dos lados para que acepten el sufrimiento del otro y sus derechos”, escribió Barenboim el jueves en el diario Haaretz, palabra que significa “tierra” en español, y que hace referencia a la tierra de Israel. “Estoy escribiendo estas palabras como mensajero de la paz de las Naciones Unidas, y como alguien con dos pasaportes: uno israelí y uno palestino. Estoy escribiendo con un peso en el corazón, mientras los hechos en Gaza de las últimas semanas confirmaron mi larga convicción de que no hay una solución militar en el conflicto. Este no es un conflicto político, es humano”, reflexionó el músico, que fue candidato a un premio Nobel de la Paz en 2011 justamente por esta actutid ante el conflicto en Oriente Medio.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Hito. En medio de todo esto, anteayer aterrizó en Buenos Aires, donde protagonizará el acontecimiento musical del año en nuestro país: el 5 de agosto, junto a su amiga Martha Argerich –considerada la pianista viva más grande de la escena internacional–, tocarán a cuatro manos en el Teatro Colón interpretando a Mozart, Schubert y Stravinski. Ambos tuvieron un exitoso debut en Berlín, que fue aclamado por la crítica mundial.
Barenboim, desde 1999, lleva adelante un proyecto junto al crítico cultural palestino Edward Said, la Fundación Barenboim-Said y su West-East Divan Orchestra, integrada por músicos palestinos e israelíes, jóvenes de otros países árabes y también europeos. Los músicos de la orquesta viven en sociedades muy agresivas hacia el otro, agresividad y odio que Barenboim explica de la siguiente manera: “Los israelíes, porque temen la paz, temen la inseguridad y se sienten víctimas; los palestinos porque sienten cada día más la injusticia de la ocupación y de los asentamientos. Naturalmente, estas circunstancias no facilitan las cosas. Los músicos que siguen en la orquesta tienen otra óptica pero cuando vuelven a sus países se encuentran con un ambiente muy negativo hacia lo que hacemos. Ellos sienten entonces la necesidad humana de justificarse, por un lado, aquí; por otro, en sus países natales, donde escuchan un relato completamente opuesto.

Nosotros no trabajamos para conseguir un consenso sobre la solución política”.
Barenboim considera que la semilla de su incansable búsqueda está en sus primeros años. En una reciente entrevista a La Nación dijo: “Cada vez estoy más convencido de que el Divan, el proyecto con Said, no hubiera sido posible si yo no hubiera pasado mi infancia en Argentina, donde hay no sólo una tolerancia del otro sino una aceptación de identidades múltiples. En Argentina, uno puede ser judío, alemán y por eso no menos argentino”