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“O entramos todos o no entra nadie”, dice el líder de los manteros de Once

El Chipi Valdez explica el acuerdo con la Ciudad para liberar la zona. Los que quedaron afuera volvieron a cortar las calles.

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piquete. Los manteros que quedaron fuera del censo del gobierno porteño reclaman ser incluidos en el acuerdo. | telam

Cuando el conflicto con los manteros –que durante tres días mantuvieron tomada la zona de Once– parecía resuelto y por primera vez en años las veredas alrededor de la estación del tren Sarmiento lucían liberadas, un nuevo episodio volvió a generar tensión en la zona. Ayer por la mañana un grupo de vendedores ambulantes, conformado mayoritariamente por senegaleses, haitianos, peruanos y bolivianos, volvió a cortar el tránsito en la esquina de las avenidas Pueyrredón y Rivadavia. Son los que quedaron afuera del acuerdo ofrecido esta semana por el gobierno porteño. En un operativo que dejó cinco detenidos, fueron desalojados por efectivos de la Policía de la Ciudad.

Conflicto. Todo comenzó el martes pasado, cuando el gobierno porteño dispuso la liberación del espacio público de toda la zona de Once que estaba ocupada desde hacía más de diez años por unos dos mil manteros y vendedores ambulantes informales.

En medio del caos, hubo intensas negociaciones entre los vendedores y los funcionarios del gobierno. Uno de los manteros más reconocidos de la zona se convirtió en el referente de los vendedores informales. Se trata de Rodrigo Valdez, más conocido como “el Chipi del Once”. “Los manteros somos parte del 40% de la población que se quedó afuera del sistema. Soy un referente de las personas que no tienen nada”, explica a PERFIL.

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Entre los puntos principales del acuerdo, los manifestantes aceptaron ser inscriptos en un censo para recibir un incentivo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) de $ 11.700 por dos meses para capacitarse, además de vender sus mercaderías en uno de los dos predios que el Ejecutivo dispuso en esa zona. Hasta el jueves, último día de inscripción, se anotaron 1.200 manteros, de los cuales 700 completaron todos los requisitos; los restantes aún tienen el trámite en proceso. Si bien los que cortaron las calles ayer reclaman haberse quedado afuera, desde el gobierno advierten que ya no se incorporará a nadie más.

“Quiero que todos tengamos nuestro lugar para ‘laburar’. Si no entramos todos los que estábamos en las calles de Once, no entra nadie”, asegura el Chipi, aunque aclara que “muchos se anotaron –en el monotributo social y en el censo– sin ser de acá. Nosotros queremos trabajar y llevar la plata a casa. Es lo único que sabemos hacer”.

Con más de 18 años de venta callejera, Valdez ocupaba uno de los lugares más codiciados de Once, la Recova. Allí vendía desde sándwiches caseros hasta tuppers. Apoyado por muchos, es cuestionado por parte de los vendedores que no entraron en el acuerdo. “Me acusan de haber arreglado por abajo. ¿Vos creés que si yo hubiese arreglado por us$ 50 mil, como dicen por ahí, voy a estar tres días sin dormir y de reunión en reunión defendiendo a los demás compañeros?”, asegura Valdez sin ocultar su bronca. “Ni loco. Estaría cuidando a mi hija de 8 años, que es insulinodependiente”, responde el nuevo referente social, que se niega a hablar de sus pertenencias políticas. Si bien se lo vinculaba con Luis D’Elía, él se identifica con el líder de la toma del Indoamericano, el Pitu Salvatierra. “Lo que me están haciendo a mí es lo que suelen hacer a los referentes que damos la cara por otros. Lo mismo pasó con el Pitu. Tengo a los que me apoyan, pero si la gente no se pone de acuerdo, esto no va a resultar”.


Los vendedores senegaleses piden que el gobierno porteño los reciba

Una de las piezas del rompecabezas del conflicto de los manteros de Once es la situación de los vendedores senegaleses. El grupo étnico africano quedó afuera de todas las negociaciones encaradas por el gobierno de la Ciudad y el grupo de manteros encabezado por Rodrigo Valdez, el Chipi. En la misma situación también se encuentran los vendedores ambulantes haitianos.

Según explicó a PERFIL Mohamed, un senegalés de 30 años y con seis de residencia en el país, “fuimos a la reunión con el gobierno y no nos dejaron entrar. Nos cerraron la puerta en la cara y no tuvimos representación en esas reuniones. Nos discriminaron. Queremos que nos reciban como a las demás colectividades, los peruanos y bolivianos”, aseguró el joven senegalés, que vende productos de marroquinería y lentes de sol por las calles de Once. “No participamos de los cortes de calles, sólo queremos que nos reciban y nos escuchen. El gobierno nos debería dar opciones para que lleguemos a un acuerdo y así poder trabajar”, afirmó Mohamed, quien además sostiene, junto a sus coterráneos, que Valdez sólo benefició a sus amigos.

A lo largo de estos cuatro días de conflicto hubo fuertes discusiones entre Valdez y los senegaleses, que le reclamaban por sus puestos de trabajo. Valdez niega los dichos de Mohamed, y dijo que “la barrera del idioma les jugó en contra a estos muchachos. El problema es que no tienen un traductor que les cuente cómo son las negociaciones”.