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LIDERAZGO FEMENINO

Mujeres que emprenden en tiempos de crisis: tres casos de éxito que dejan varias lecciones

Los momentos económicos difíciles fueron una oportunidad para emprendedoras argentinas que tomaron las riendas de sus negocios y los reinventaron, o que decidieron seguir adelante en un panorama adverso y planean seguir invirtiendo. PERFIL recabó de tres de ellas que dirigen pequeñas o grandes empresas familiares, y que buscan -y encuentran- la oportunidad de crecer, aunque la economía no siempre acompañe.

Mujeres empresarias
MUJERES QUE EMPRENDEN. María del Carmen Bustamante (57) tiene un pequeño hospedaje en Tumbaya, Jujuy. | CEDOC

Muchas mujeres deciden emprender o reformular sus negocios en tiempos de crisis. Sin importar las características o el tamaño de la empresa, se ponen al frente de proyectos familiares y los hacen crecer. 

María del Carmen Bustamante (57) es docente jubilada y nació en Tumbaya, Jujuy. Allí tiene su emprendimiento en el que combina la venta de café, velas y promesas para la virgen de la iglesia Punta Corral con un pequeño hospedaje de tres habitaciones que pretende ampliar en el corto plazo.

“Tumbaya está ubicado a 32 km de la capital de Jujuy. Nuestra iglesia, de más de 200 años, es un monumento histórico. El pueblo pasa desapercibido, pero las personas que llegan se encuentran con un hermoso paisaje”, comenta. 

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Bustamante asegura que el hecho de ser mujer no cambió en nada su recorrido. Sostiene que las mujeres del pueblo son muy valientes y trabajadoras y “se buscan el centavo”. Fue ese el mensaje que le transmitió su mamá. “Ella era la directora de la escuela, vendía comida y siempre nos enseñó a trabajar. Eso me sirvió para vencer cualquier barrera”.

Herencia de sus padres es también el terreno en el que, junto con su esposo, construyeron el hospedaje en el que Bustamante atiende a los clientes. De a poco, y con la ayuda de Pro Mujer, una empresa social que brinda apoyo financiero, servicios de salud y capacitación, pudo comprar los materiales y aprender cómo administrar su negocio. “Me capacité en el hotel Sheraton y pude implementar muchos consejos que aprendí allí. Aprendimos sobre atención al cliente, economía, gastos, manejo del hotel y emprendimientos”. 

Sonia Mochón (60) es de Tucumán y es comunicadora social, pero desde 2001 dirige la empresa familiar dedicada a la construcción y carpintería de aluminio. Decidió ingresar a trabajar durante una de las peores crisis que vivió Argentina, y desde entonces piensa cómo reinventar un emprendimiento que se fue diversificando y que ya lleva 35 años. 

“Comencé en crisis, como muchas mujeres en Argentina. La de 2001 golpeó fuerte nuestras actividades, que presentaron un desafío. La crisis me acercó a la empresa, me incorporé, no sabía nada, eso significó toda una adaptación y periodo de cambio para mí”, asegura. “En ese desafío fuimos creciendo, nos fuimos organizando y ese proceso nos sirvió para salir a buscar otras oportunidades”. Mochón se incorporó a diferentes cámaras del sector para aprender de la experiencia de otros colegas. 

“Las crisis para nosotros siempre han sido oportunidades que nos llevaron a adaptarnos a lo diferente. Viéndolo a la distancia, en cierta manera, han sido positivas porque nos han llevado a buscar nuevos mercados o a tener que cambiar las cosas que hacíamos o cómo las hacíamos”.

La crisis la obligó no solamente a aprender un nuevo oficio: también a “planificar y trabajar siempre con una mirada abierta hacia el futuro, tratando de adaptarnos, aprendiendo de empresas más grandes que nosotros y del equipo y de las personas que nos acompañan”.

Para ella el hecho de ser mujer significa poder aportar una mirada diferente en un mundo mayormente dominado por hombres. “Incorporarme a distintas instituciones donde compartís cosas con las Pymes en espacios de la industria donde muchos de estos emprendedores son hombres me ha permitido trabajar en grandes equipos. Siempre digo que trabajar como mujer permite poner una impronta diferente sin que sea una barrera para no hacerlo”. 

Karina Guinder (52) es de San Luis, y también tomó las riendas de la distribuidora de la familia en momentos de crisis. Si bien fue en 2010 cuando dejó la abogacía para abocarse al negocio de sus padres, fue recién durante la crisis sanitaria y económica del Covid-19 cuando tuvo que aprender a manejar la empresa sola. 

“En 2010 comencé de a poco, si bien siempre estuve presente en el negocio. Empecé a meterme en la administración. Durante la pandemia, cuando mis padres tuvieron que guardarse, tuve que empezar a hacerme cargo de la empresa sola. Empecé a asesorarme, a capacitarme en dirección de empresas. Me fui acomodando en relación a lo que era administrar una empresa”. El negocio familiar había pasado por otras crisis antes: la peor que recuerda fue en 1989. 

Pero la pandemia no fue solamente una oportunidad para aprender nuevos roles para Guinder, sino también para repensar la estrategia de negocio. “Cuando terminó la pandemia vimos que cambiaron los hábitos de consumo, y empezamos a trabajar en nuestra página online como una nueva sucursal”, cuenta.

Con respecto al hecho de ser mujer, asegura que no sintió ninguna diferencia. “Creo en el compañerismo, no tengo prejuicios con nadie y todos trabajamos por igual. Este negocio lo fundó mi papá trabajando con mi mamá a la par”.