Llegan las vacaciones de invierno y dos semanas apenas alcanzan para todo lo que se podría visitar en Argentina. Para llenar los ojos de paisajes sin vaciar tanto los bolsillos, acercamos 8 destinos low-cost imperdibles para disfrutar en este receso invernal, que comienza en algunas provincias el 11 de julio y, en otras, el 18.
Una buena propuesta sería arrancar por los Parques Nacionales, bellezas garantizadas a bajo costo y sin necesidad de calzarse los esquíes, sobre todo si se buscan geografías que, por sofocantes, no son tan amigas del estío.
Las propuestas son tantas que enmudecen: avistar cóndores, caminar por piedras del Triásico, descubrir vestigios de dinosaurios, maravillarse bajo los cielos más nítidos del planeta -y del mundo-, picnic entre palmeras yatay, perderse entre los quebrachos colorados o respirar entre el vaho de las yungas, hacer safaris fotográficos, ver aves, buscar yacarés…
Y hay más: trekkings para todos los cuerpos por dunas, montañas, selvas y desiertos; sentirse pequeñito en una embarcación que desafía cataratas en desplome; kayak por los ríos encajonados; una noche diferente en carpa –sólo en zonas permitidas, claro- y con Dios como único testigo.
Argentina es preciosa, y cualquiera que haya transitado “apenas” un 0,5% (13.900 km2) de los 2,78 millones de kilómetros cuadrados de nuestra geografía ya lo sabe.
8 destinos turísticos de Argentina para las vacaciones de invierno 2022
1. Chaco: el Impenetrable
Chaco no quiere quedarse fuera del invierno 2022 y el 28 de junio pasado, Matías Poltorak, director nacional de Uso Público de la Administración de Parques Nacionales presentó formalmente en sociedad una nueva propuesta turística que involucra a los Parques Nacionales Chaco y El Impenetrable.
Tanto Poltorak, como Hernán Luisi, Intendente del área protegida, la Comunidad La Armonía y varias autoridades municipales presentaron el campamento gratuito La Fidelidad, que nació dentro de la antigua estancia homónima, una vasta extensión regada por los ríos Bermejo y Bermejito, que traspasaba la frontera con Formosa.
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Esa vieja Estancia La Fidelidad fue comprada por la Fundación Rewilding Argentina y donada al Estado. En 2014 se creó el Parque Nacional, pero recién en 2017, APN comenzó a patrullar la zona para preservarla de la depredación, la deforestación y el tráfico ilegal hacia los países limítrofes.
Administrado por pobladores locales del Impenetrable Chaqueño, la Comunidad La Armonía trabaja en un nuevo proyecto receptivo con el respaldo del Instituto de Turismo del Chaco.
A orillas del río Bermejito y a metros de la RP 9, La Armonía, es la zona de acceso al área protegida.
Fue enorme la ayuda que recibieron de la Fundación Rewilding Argentina y de la Escuela de Turismo de Naturaleza que les enseñó a cuidar su jurisdicción, les dio cursos de capacitación, les ayudó a transformar su espacio salvaje en un centro turístico internacional como los que prosperan en Sudáfrica, y les enseñó a lidiar con turistas que lo único que quieren es alejarse de los problemas cuando están de vacaciones.
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En La Armonía solo viven 13 familias originarias, la población nativa que se acomoda para recibir turistas con todas las comodidades posibles. Despegadas del terreno para no dañarlo y aislarse de la humedad, construyeron cinco decks aptos para recibir dos hermosos gazebos de lujo cada uno.
Si el visitante no lleva su propia carpa de lujo, la comunidad se la alquila. En cualquier caso, tendrá allí un sommier y mesita de luz; ducha de agua caliente y comidas a gusto; muebles de madera rústica con cestos de mimbre, lámparas hechas con palma caranday, alfombras y mantas tejidas a mano; energía solar y agua potable –se compran bidones en el pueblo.
Además del glamping de lujo, también a orillas del río Bermejo se puede permanecer en una nueva zona de acampe, en donde funciona un albergue con capacidad para 40 visitantes, con zona libre extra para montar carpas. Hay carpas enormes con instalaciones sanitarias y mesadas para cocinar alimentos.
Es decir ya se puede penetrar en el Impenetrable en busca de un mix entre nostalgias urbanas y vida rural, teniendo un único paisaje 360º a la redonda: el monte chaqueño.
Por su extensión sin fisuras, el Impenetrable chaqueño representa el segundo corredor de bosque continuo de América del Sur, 128.000 hectáreas protegidas. Sólo lo supera el Amazonas.
En ese paraíso norteño de quebrachos, algarrobos, palos borrachos y palosantos viven 345 especies de aves, 58 especies de mamíferos y 51 especies de reptiles.
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Toparse cara a cara con un tapir, un pecarí o un oso hormiguero no sería raro, si se camina con sigilo, sin olvidar que andamos de visita en territorio ajeno.
Al que todos unánimemente quieren encontrar es al único yaguareté que sigue vivo en el monte, Qaramta (“el que no puede ser destruido”, en lengua qom). Un ejemplar tan valioso que, los biólogos que le siguen cada huella con la ayuda de un collar digital, también le buscaron novia para perpetuar su belleza. Y así llegó Tania, y luego, dos bebés yaguaretés.
Otra manera de conocer el Impenetrable es recorrerlo en bicicleta –con o sin guía-; en kayak, siguiendo el curso del Bermejito, manso y más bajo en invierno, de julio a noviembre; o simplemente caminando.
Sólo resta llenar un botellón de agua, cruzar el río y empezar a caminar sin salirse de los senderos marcados: la vegetación tupida, el sol abrasador, el paisaje uniforme juegan en contra de los advenedizos demasiado confiados. Es muy fácil perder la orientación en el Impenetrable chaqueño.
Sobre la RP 9 hay otras poblaciones pintorescas, como Santa Teresa, en donde los pobladores venden artesanías de madera y cuero de caballo, que les ayudan a autoabastecerse.
2. Córdoba: ¿flamencos jujeños o cordobeses?
Córdoba no tiene salida al mar, pero la naturaleza la compensó con un mar muy raro y único: Mar Chiquita (o Mar de Ansenuza) que junto con los Bañados del Río Dulce forman una cuenca cerrada y “agridulce” en una planicie que siempre cambia su silueta, a merced de los desbordes de los ríos Dulce, Xanáes, Suquía y el avance de la laguna.
Así de irregular y atípico, con islotes, humedales, ambientes salinos y riberas de ríos a diversas alturas, esta zona del noreste cordobés (y el sur de Santiago del Estero) se convirtió en la mayor reserva sudamericana de flamencos rosados del país, según el censo realizado por el Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos (GCFA).
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Este área protegida de 661.416 hectáreas acaba de recibir el título de Parque Nacional Ansenuza, el número 41 del país –y es el tercero en la provincia de Córdoba.
Con la flamante nomenclatura, el Ministerio de Ambiente de la Nación y la Administración de Parques Nacionales (APN) avanzan en la ampliación de áreas protegidas en el territorio nacional. Buena iniciativa.
La Laguna de Mar Chiquita o Mar de Ansenuza es el mayor lago salado de Sudamérica y el quinto a nivel mundial. Con los Bañados del Río Dulce conforman un gigantesco humedal, un tesoro único para la conservación de la biodiversidad. Por eso, forma parte de la lista de Sitios Ramsar, integrada por aquellos humedales de importancia internacional.
Y si de títulos nobiliarios se trata -en materia ambiental- sólo nombrar unos pocos entre decenas, abruma: “uno de los 14 sitios prioritarios de la Red de Humedales de Argentina, Bolivia, Chile y Perú para la conservación de flamencos altoandinos”; o este otro: “ha sido incluido en la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras” y de “Lagos Vivientes".
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Esa importancia capital tal vez alcanza a comprenderse cuando se vuelve números:
- Cada año, medio millón de aves andan revoloteando por el Mar de Ansenuza
- El Parque Nacional Ansenuza alberga el 66% de todas las especies de aves migratorias y playeras registradas en la Argentina
- Allí está también el 36% de las aves totales del país (380 especies de aves registradas).
- El 85% de las 447 especies de aves que hay en Córdoba tienen su parada en Mar Chiquita.
- En esas serranías cordobesas, hay 150 especies de aves acuáticas, pero entre todas ellas ninguna iguala en fama a los flamencos, embajadores emblemáticos de la laguna. Allí podrán verse tres de las seis especies que existen en el mundo.
- Y hay más: cisnes blancos y de cuello negro, gaviotas, garzas, chorlos; mamíferos que hay que cuidar como el aguará guazú, el mapache cangrejero y el tapetí o conejo de monte.
- Entre los anfibios, reptiles y peces, también se han visto por el Mar de Ansenuza coipos, carpinchos y comadrejas coloradas; tortugas terrestres, especies típicas de monte chaqueño como la corzuela parda, pecarí de collar, gato yaguarundí, zorro gris pampeano y tantos más entre cientos de habitantes del humedal.
Y si de verdes se trata, enormes algarrobos y quebrachos, sobresalen entre juncos, arbustos y espartillares.
Los flamencos cordobeses pueden alcanzar el metro de altura y nacen con plumaje gris, amarronado o blanco. Sin embargo, a medida que crecen van cambiando el color del plumaje ya que se alimentan de las algas y crustáceos del lugar, que tienen pigmentos.
3. Jujuy: flamencos en Laguna de los Pozuelos
Es hora decirlo, no todas son buenas noticias: en este momento el Parque Natural Ansenuza está cerrado al público temporariamente.
Sin embargo, no nos quedaremos sin flamencos rosados. Otra buena opción se encuentra 50 kilómetros al sudoeste de la ciudad de La Quiaca, en los departamentos de Rinconada, Yavi y Santa Catalina: Laguna de los Pozuelos.
Esta área jujeña de 16.224 hectáreas a 3500 metros sobre el nivel del mar es Monumento Natural y una de las paradas preferidas de muchísimas aves acuáticas de la región andina del norte.
Por allí se han contado 26.000 flamencos rosados de las tres especies andinas (Phoenicopterus chilensis, andinus y Jamesi), pero los flamencos chilensis no solo son la especie más numerosa sino también la que elige la zona para hacer los nidos y traer sus crías al suelo argentino.
¿Qué hay en el último confín norteño de la patria? Una laguna permanente de salinidad fluctuante, localizada dentro de la meseta andina de la Argentina.
A primera vista, la laguna en sí misma no impacta como gran cosa (la vegetación acuática es escasa) y a la redonda sólo se ve una estepa semiárida de matorrales.
Sin embargo, además de ser el bebedero invernal de las ovejas y las llamas de todo el norte, la Laguna de los Pozuelos se llena de aves rosadas a partir de abril.
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4. Algarrobales en Salta
Llegamos al Parque Nacional Los Cardones, en Salta. En una especie de batea natural entre los cerros Malcante, Tin Tin, Apacheta, Cajoncillo y Tonco, la recta de Tin Tin atraviesa el vientre de los Valles Calchaquíes, una superficie extensa y árida que oculta ríos subterráneos debajo de la piel dura y compacta de las rocas.
Un paisaje alucinante que detiene en seco al agua de las ciénagas y los cerros. Una vertiente enmascarada por una sequedad abrumadora de la que se nutren, secretamente, 500 hectáreas de algarrobos churqui.
Así es, el Bosque de Churqui (Prosopis ferox), un algarrobal que crece a 2.800 m.s.n.m. es un boque imponente compuesto únicamente por esa especie leñosa. Este árbol leguminoso, propio de los secos valles andinos, es pariente directo de los algarrobos y florece en primavera-verano con un fruto llamado cholonga.
Algunos ejemplares alcanzan 500 años de vida y su paciencia es tan infinita como su crecimiento lento. Además de dar miel y vestir el paisaje, los churquis se usan como leña, especie forrajera, energía, protección de suelos y materia prima de artesanías regionales.
Al Parque Nacional Los Cardones se puede ingresar durante todo el año, pero la mejor época para ir es entre abril y noviembre, entre 9:30 y 18 horas.
Aparte de los churquies, allí hay muchas cosas para ver y es fácil desorientarse. Una primera aproximación mental debería enlistar, tres cosas más que visitar, además del Bosque de Churqui:
- El Valle Encantado, sobre el Km 62 de la interminable recta de la Ruta Provincial 33. Está a 3225 metros de altura y desde hace un tiempo, ingresar con auto está prohibido. Llegar es fácil, sólo es cuestión de aguantar una caminata de 2 horas por 4 km en pendiente.
- Ojo de Cóndor, en el Km 80 de la recta del Tin Tin, sobre la RP 33, es de fácil acceso y sobre él están las figuras más emblemáticas del Parque, tremendos cardones.
- El Camino del Pasado está un poco más adelante, en el Km 90 de la misma recta del Tin Tin, y sólo representa 20 minutos de desvío del eje central.
5. Ciervos de dos metros en Buenos Aires
En la provincia de Buenos Aires, el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos es un área natural protegida desde el año 2018. En su mayor parte lo integran los terrenos de la Reserva Natural Otamendi y la Reserva Natural Río de San Juan.
En 2008, el Parque fue declarada como sitio Samsar y Area Importante para la Conservación de las Aves Sin embargo, no todo quedó ahí, porque en noviembre del año 2021, las 3.000 hectáreas iniciales casi se duplicaron hasta sumar 5.561,31 hectáreas únicas.
A pesar de los inviernos que nunca son más fríos que 10º C y veranos que no superan los 23,4º C, las heladas pueden ser desconcertantes. No tanto para los ciervos (Blastocerus dichotomus), el mamífero estrella del parque.
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Hay que ir preparado psicológicamente para toparse con el mayor ciervo de América del Sur: pesan 150 kilogramos, repartidos entre 2 metros de largo y 1,20 de altura –sólo hasta la cornamenta. Tamaños ejemplares no se ven más allá del sur del Amazonas, en Brasil.
Allí podrá comprobarse que, además de desplazarse con estilo y elegancia, los ciervos son eximios nadadores, no andan con sutilezas a la hora de enterrarse por completo en el fango. Sin embargo, su belleza es vulnerable y suelen refugiarse entre el de la pradera.
La cornamenta en ramo sólo es de los machos, y le suma unos 60 centímetros a su estatura. Aunque son pardos-rojizos, el frío les oscurece la piel durante el invierno, época en que las hembras están preñadas.
Entre ellos, se arrastran y sobrevuelan una increíble variedad de murciélagos, roedores, cuises, lobitos, carpinchos, comadrejas y gatos monteses.
Y arrastrándose a sus pies, ranas, escuerzos, sapitos, falsas yararás, lagartijas y algunas tortugas.
6. Jujuy: Quetzal y Jacarandá en el Parque Nacional Calilegua
Si se anima a los precipicios y los ascensos estrechos en coche, agende el Parque Nacional Calilegua. Se llega desde la Ruta Nacional 34 y luego la Ruta Provincial 83, entre Libertador General San Martín y Calilegua.
En la falda oriental de las sierras de Calilegua, este parque es un increíble paraíso de yungas (biosfera que se desparrama en un total de 1,3 millón de hectáreas argentinas), un ascenso por una biosfera que combina atropelladamente yugnas hasta los 500 metros sobre el nivel del mar, selva hasta los 1.800 m.s.n.m, bosque montañoso hasta los 2.500 y, cuando ya viene pensando que le falta el aire justo cuando se termina el paisaje, aparecen los pastizales e incluso luego una maravillosa pradera andina.
En ese ambiente que desborda biodiversidad, la Administración de Parques Nacionales creó el Parque Nacional Calilegua en 1979, sobre 76.306 hectáreas donadas por la empresa azucarera Ledesma. Algunas comunidades locales todavía perduran entre las malezas en ascenso, por dónde sólo se puede llegar en 4x4, por caminos estrechos que se mantienen abiertos, a puro machetazos.
Sí, ir a Calilegua es una aventura, pero ponderada en números vale la pena:
- 123 especies de árboles, 77 variedades de helechos, 120 tipos de mamíferos y 350 de aves.
- Prepárese para el estallido de colores: el jacarandá y la tipa son típicos de Calilegua.
- Un guía lo ayudará a reconocer el surucuá aurora, un ave hermosa que es pariente del quetzal, el pájaro venerado por los aztecas mexicanos.-
- Un ave propia de Calilegua es el burgo (Momotus momota), bien selvática y una exclusividad de tierras americanas. Un buen guía la encontraría de inmediato: escurridiza, tampoco vuela mucho y hace nido en cuevas ocultas entre plantas y ramas densas, incluso en el suelo de la selva.
- Si la recorrida es por cuenta propia, hay un tip que ayudará a reconocer al burgo: además de los colores vivos del plumaje, tiene una cola que termina como si se bifurcara en dos raquetas de tenis.
- Aunque todo por aquí parece virginal, hay varias especies de fauna en extinción: el huemul del norte, el yaguareté y el águila poma.
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7. Islas movedizas en Entre Ríos y Santa Fe
Si como dijo Heráclito, uno no se baña dos veces en el mismo río, porque el agua fluye y cada momento es irrepetible, nunca sería más cierto que en la ecorregión Delta e Islas del Paraná, que conforman el Parque Nacional Pre Delta, compartido por Entre Ríos y Paraná.
Los movimientos constantes del río Paraná hicieron nacer ocho islas que hoy conforman un área protegida que varía sus formas constantemente.
Y lógicamente, también el paisaje cambia, modelado por el caudal del Paraná, los arroyos, las lagunas y la serpentina del río entre las islas. De todos modos, pajonales, canutillos, alisos de río, curupíes y ceibos nunca faltarán en las selfies.
Con veranos que pueden trepar hasta los 40º C, ¿qué mejor que navegar el Predelta en invierno? A pesar de posibles heladas y brumas costeras, a partir de mayo disminuyen las lluvias.
Tampoco los lobitos de río, los carpinchos, la pollona azul, el gallito de agua, los chajaes, las gallinetas, algunas tortugas de laguna buscando un espacio entre los sábalos, bogas, bagres y tarariras.
Tenga presente que este Parque Nacional, a 65 km de Rosario, no tiene infraestructura turística por el momento y que es accesible tras una hora de lancha hasta llegar a la ribera opuesta del río Paraná.
Ya que anda por ahí, el Convento de San Lorenzo, está muy cerca, a 38 km de Puerto Gaboto; se accede por RP 95 y RN 11. En Puerto Gaboto sí hay posados, camping y espacios gastronómicos para comer pescado fresco.
8. Lobos marinos en Río Negro
Uno de los más flamantes parques nacionales de la Patagonia argentina es el Parque Nacional Islote Lobos, en Río Negro.
Se trata de un conjunto de seis promontorios rocosos (Lobos, La Pastosa, Ortiz Norte, Ortiz Sur, Redondo y De los Pájaros) que asoman cerca de la costa y que en bajamar “quedan” unidos al continente, dejando al desnudo los piletones que le dejaron el Océano Atlántico, festín de pingüinos de Magallanes, garzas, biguás, ostreros, gaviotas, chimangos y pájaros cantores.
De todos modos, las estrellas del lugar es el lobo marino de un pelo que eligieron estos promontorios lejos del mundanal ruido para reproducirse.
El sitio fue designado en 1977 como reserva provincial, pero este cambio de categoría incentivará enormemente el turismo de Río Negro que hasta ahora sólo tenía un Parque Nacional, el Nahuel Huapi.
El islote Lobos se encuentra en el golfo San Matías, en el departamento San Antonio, a unos 50 kilómetros de la localidad de Sierra Grande e inmediatamente al norte del balneario Playas Doradas.
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Quienes tengan mejor bolsillo y no puedan renunciar al frío helado del sur, agenden la larga lista de Parques Nacionales patagónicos que ofrecen actividades en la nieve entre glaciares, canales helados, estepas y faros del fin del mundo.
Por otra parte, las tremendas ballenas francas australes de Puerto Madryn y su séquito de delfines, orcas y pingüineras atlánticas bien se han ganado su título honorífico de turismo argentino de calidad.
Cualquiera sea el camino que se emprenda, la nueva propuesta de la Administración de Parques Nacionales es “la Ruta Natural”, así, con mayúsculas, con el debido respeto a la Madre Tierra.
Sin alejarse de los senderos y rutas habilitadas, seguir la Ruta Natural permite armar un combo personal de experiencias opcionales, personales.
Dondequiera que la brújula nos lleve, será de rigor llevar agua, sombrero, zapatos de trekking protector solar, repelente de insectos de larga duración y dos nuevos elementos que no deberían faltar en ningún kit de la postpandemia: jabón y alcohol.
MM / ED