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Estafas en línea

Llama, llama, que algo robarás

Se multiplican los llamados de estafas telefónicas, en especial a las líneas fijas e intentando, especialmente, asaltar a personas mayores. Un despreciable 'mercado laboral'.

Teléfonos
Teléfonos. | Agencia Telam

Teléfono fijo que suena a las 5.30: “Abuelo, abuelo, por favor necesito ayuda...”. Quien recibe la llamada, sin nietos, sigue el juego: “Quién habla, Jorge…??”. “Si, si soy Jorge...”, “¿Me escuchás bien Jorge?”, “Si, si, abuelo necesito ayuda, no sabés lo que me pasó...”. “Bueno, si me escuchás bien Jorge, andá a …”, el resto de la frase, poco educado, y puede imaginarse. Cortaron, y seguramente pasaron al próximo en la lista.

La tarde anterior el intento había tenido un barniz legal: “Hola, hablo de parte del estudio del doctor Semino”, señaló una voz joven que sonaba extranjera, mencionando al defensor de la Tercera Edad, como anzuelo seguramente al creer que la mayoría de los jubilados lo reconocería. Era para dar una gran noticia: “Queremos informarle que salió su fallo por el monto de la reparación histórica”. Una verdadera proeza legal, ya que quien atendía todavía no se jubiló, por lo que conseguir tal 'reparación' sin haber hecho juicio iría derecho a los libros de jurisprudencia…

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Resulta llamativo que no se enfrente o al menos se amague con tratar de 'complicar', ni siquiera a nivel legislativo, ese creciente 'mercado laboral montado en torno a las estafas en línea.

El tono ya masivo del asunto puede advertirse en que, si se presta atención en algunos de esos llamados, puede escucharse de fondo otras conversaciones similares, con más “operadores” tratando de convencer a potenciales víctimas de que dejen nombres, mails, algunos números del documento y al final irán por tarjetas de crédito o algún otro dato que lleve a débitos, o claves de Mercado Pago… Se trata de explorar, ver qué líneas se abren en el llamado, siempre con objetivo de robar algo, por supuesto.

Si se tiene en cuenta que hay 'operadores' de numerosos rubros, resulta obvio imaginar que para montar un “call center” de ese tipo debió haber ofertas laborales, que la “selección” seguramente hurgó entre quienes lucían con más recursos para improvisar mentiras y engaño. Honestos abstenerse, debió decir el aviso. Pero además, como muchas de esas voces suenan jóvenes, no es raro imaginar que muchos hayan festejado con familiares “haber conseguido trabajo”.

Un rubro especial son los que, con algún obvio acceso a bases de datos de bancos, llaman a quienes se atrasaron en pagos o cuotas, en ocasiones ya el día siguiente. Ofrecen el cobro de lo adeudado con algún recargo "que es muy conveniente porque si no debo pasar ahora mismo el tema de su deuda a Legales". Actúan como hidras, viendo que se puede rescatar de ese universo deudor, un ámbito que en tiempos de crisis e inflación galopante luce como un mar inagotable. Claro que deben apurarse, porque ese negocio solo es posible antes que esos clientes regularicen sus situaciones tratando directamente con sus bancos.

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Otros atacan desde las “ofertas telefónicas”. Lo primero que le dicen es que uno es afortunado porque ha recibido tal o cual paquete de beneficios, y en algún momento eso derivará a preguntar “datos que me pide el sistema”, fragmentos que unidos más adelante tal vez lleven a algún tipo de posible fraude. Se trata de ir abriendo todas las puertas posibles. Incluso pueden llegar a “enviamos un código a su teléfono”, pidiendo que se devuelva, con la intención de adueñarse de secretos de Whatsapp o contactos, que lleven a un bagaje que luego otros expertos en ese tipo de robo verán como pueden aprovecharlos.

Días pasados escuchamos "hola, la llamo desde Mercado Pago, porque acaban de comprar con su tarjeta un televisor de 55 pulgadas y, por su seguridad, debemos comprobar si ha sido usted o quiere cancelar la compra". Si quien contesta se asusta y dice que quiere cancelar, eso llevará a que deba dar algunos números de su tarjeta, y en cuanto deslice el código de seguridad, entonces terminará pagando ese televisor de 55 pulgadas en serio.

Ese universo de llamados de estafa ya excedió los que se hacían hace unos años desde las cárceles, que llevaron en su momento a que los llamados que salían de las unidades carcelarias pasaban por un sistema que avisaba que llamaban desde ahí. Ese aviso ya no se recibe en los aparatos de línea, en los celulares a veces el display avisa "posible estafa", pero lo cierto es que ese universo de estafadores es una realidad cotidiana, de la que podrán dar cuentas casi todas las personas mayores que todavía usan teléfonos fijos. En ocasiones hasta varias veces por día. Siempre serán distintos “operadores”, y si quien atiende les parece jubilado, más insistente será el intento. Una manera despreciable de 'ganarse la vida'.

 

HB