Hay postales, simples, casi al pasar, que sirven para explicar por qué ganó Javier Milei en las PASO, sorprendiendo no solo a consultoras y especialistas, sino a políticos que no solo surfearon el "que se vayan todos", sino que convirtieron en un arte el "no se va nadie". Y este sábado cerca del mediodía, en la pequeña plazoleta que une las calles Anchorena, Cabrera y Paraguay, una breve escena dejó ver ese clima social.
Al lado está la hermosa Plaza Monseñor De Andrea, que con su canil, su calesita, el pequeño anfiteatro, los juegos infantiles y esos aparatos de gimnasia los findes es una fiesta. Allí los sábados desde muy temprano se corta el tránsito por Anchorena desde avenida Córdoba hasta Cabrera, para que funcione incluso doblando por Paraguay una de las ferias de la Ciudad, con verdulerías, fiambres, limpieza y demás, visitada por muchísima gente que hace colas tratando de ahorrar algo, en esta nueva pandemia, peligrosa también, la inflacionaria.
Lo cierto es que en una vereda de la pequeña plazoleta de Anchorena y Cabrera, a escasos metros de donde estaban los clientes de la feria, aparecieron algunos militantes kirchneristas, sombrilla en ristre, para "poner el cuerpo" y hacer campaña "militando en la calle" a Unión por la Patria. Pusieron la mesita, abrieron despacio la sombrilla, un par de sillas dde las plegables, las boletas de voto sobre la mesa, y se animaron a jugar de visitantes y, ya que hablamos de que estaban al lado de la feria, empezaron a tratar de vender kirchnerismo.
El primero que empezó a los gritos fue un señor mayor, con la bolsita en la fila de fiambres y quesos: "Todavía se animan a venir... ustedes...". Y alargó ese 'usteeedes', mostrando que el asunto venía con bronca acumulada. "Ladrones", disparó sin anestesia, "se robaron todo y encima vienen acá a hacer propaganda?".
El asunto escaló, enseguida se sumó una señora, ya ligando al oficialismo con los precios de la feria, siempre algo más baratos pero también por las nubes, adjudicándoles a los militantes K también esa mochila: "Miren a lo que está todo, no tienen vergüenza, cómo puede ser, vayansé, son unos ladrones...".
Dispuestos a soportar el chubasco, los militantes ensayaron algunas tibias respuestas, siempre en tono mesurado, tratando de no generar más insultos y que la situación se enfriara, pero desde algunos balcones cercanos también les empezaron a llover insultos, se repetía el "ladrones", y hasta algún vecino amenazó cuando le respondieron "ahora bajo...".
Lo cierto es que esa suerte de 'encuesta', sin intermediarios y dura de empatar, les mostró a los militantes kirchneristas que, viendo además lo caro que estaba todo y lo poco empático de la clientela, convenía ir con la sombrilla a otra parte. Menos de una hora después levantaron campamento, y así volvió a hablarse de lo caro que estaban el jamón y el port salut. Y ni hablar del reggianito.
HB