El martes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, celebró aquellas secciones de su muro fronterizo que ya están completas. Fue un esfuerzo por pulir su legado en su primer evento público desde que alentó a sus partidarios a irrumpir en el Capitolio la semana pasada.
De pie cerca a una sección terminada del nuevo muro en Alamo, Texas, Trump se dirigió a una pequeña audiencia mayormente compuesta por oficiales de la Patrulla Fronteriza diciendo que Biden no tendría permitido derribarlo, y advirtió sobre nuevas olas de inmigración ilegal hacia EE.UU.
El discurso tenía como objetivo desviar la atención de las intensas críticas a su comportamiento antes y después de los disturbios, y resaltar lo que según él es uno de sus logros distintivos.
“Hemos trabajado arduamente para lograrlo”, dijo Trump. “Dijeron que no lo sacaríamos adelante”. Agregó que no podían permitir a la siguiente Administración siquiera pensar en destruir el muro. Biden, por su parte, se ha comprometido a detener la construcción del muro pero no a remover las secciones que ya estén en pie.
Sin embargo, es poco probable que este viaje eclipse las consecuencias de los disturbios del miércoles pasado, que dejaron cinco muertos y estimularon solicitudes de renuncia o de destitución de Trump, lo que resultó en su prohibición de redes sociales y puso en marcha nuevos planes de juicio político en la Cámara de Representantes.
Trump dijo en Texas que está expuesto a “cero riesgo” bajo la 25° Enmienda, que define un proceso para que el vicepresidente y el gabinete del presidente lo destituyan.
Trump se ha negado a renunciar, y el vicepresidente, Mike Pence, señaló el lunes que rechazará las solicitudes de destituir inmediatamente a Trump, ya que los dos se reunieron y acordaron trabajar juntos durante el resto del mandato, según un alto funcionario de la Administración. Fue la primera vez que Trump y Pence hablaron desde que fieles del presidente irrumpieron en el Capitolio mientras Pence presidía una afirmación formal de su derrota en la reelección, según dos personas familiarizadas con el asunto.
El martes, Trump advirtió sobre una reversión a sus políticas de inmigración. Si reversaran las medidas fronterizas, esto “desataría una ola de inmigración ilegal”, dijo el presidente.
Trump hizo el viaje sin uno de los funcionarios que ha liderado el impulso para construir más secciones del muro en las últimas semanas en el cargo. Chad Wolf, secretario interino de Seguridad Nacional, renunció el lunes, citando “eventos recientes”, incluida una pelea judicial en curso por su elegibilidad para el cargo. No especificó si los disturbios fueron un factor, y su declaración elogiaba la “seguridad fronteriza reforzada” sin mencionar específicamente el muro.
Trump hizo campaña en 2016 con la promesa de construir un muro a lo largo de la frontera sur de EE.UU., y que haría que México lo pagara. Eso no sucedió. La Administración ha construido cerca de 727 kilómetros, aunque gran parte ha incluido el reemplazo de barreras existentes. Trump financió el proyecto en parte al redirigir el gasto militar sin autorización del Congreso.
Puede que los partidarios de Trump vean algo de simbolismo en el destino del presidente en Texas, aunque la Casa Blanca dice que no hay ningún mensaje oculto.
La ciudad de Alamo comparte un nombre con el sitio histórico a 320 kilómetros al norte, donde unos 200 revolucionarios frenaron a una fuerza mucho mayor liderada por el mexicano Antonio López de Santa Anna durante 13 días en febrero y marzo de 1836. La batalla terminó con la guarnición aniquilada, pero ayudó a inspirar a los tejanos a derrotar al ejército mexicano aproximadamente un mes después.
Trump ha instado reiteradamente a sus partidarios a “luchar” contra los resultados de las elecciones, diciéndoles el miércoles antes del ataque al Capitolio que “luchemos como el demonio. Si no peleamos como el demonio, no tendremos país”.