Parece que no hay descanso para Ecuador. Días después de que los inversionistas salieran de sus bonos, en medio de violentas protestas contra la decisión del gobierno de terminar con los subsidios al combustible, la deuda volvió a caer el martes cuando el presidente Lenín Moreno revirtió el rumbo.
Moreno había tratado de apuntalar la confianza de los inversionistas eliminando los subsidios que le cuestan al país US$1.400 millones al año. En cambio, los administradores de dinero abandonaron los activos del gobierno a medida que las protestas en todo el país alimentaban la preocupación de que la administración favorable al mercado podría ceder. Ahora, después de que Moreno retrocedió durante el fin de semana, los inversionistas temen que haya puesto a la economía en una posición fiscal precaria.
No habrá “la misma oportunidad de ‘comprar por debilidad’ hasta que haya claridad sobre los ajustes alternativos y el apoyo político para la reforma económica”, escribió en una nota Siobhan Morden de Amherst Pierpont Securities en Nueva York. “Esto valida los niveles de estrés financiero actuales, después de haber asimilado los disturbios sociales de las últimas semanas en los precios”.
La exigencia de rendimiento adicional de los inversionistas para mantener la deuda ecuatoriana sobre los bonos del Tesoro de Estados Unidos se amplió 83 puntos básicos a el martes a 8,32%, según el índice diversificado EMBI de JPMorgan Chase & Co. Eso es lo más alto desde principios de enero. Los mercados locales estuvieron cerrados el lunes por ser un día feriado.
Moreno acordó el domingo por la noche derogar un decreto del 1 de octubre para eliminar los subsidios al diésel y la gasolina, después de las conversaciones negociadas por la ONU entre Moreno y los líderes de los pueblos indígenas del país. Los líderes de las organizaciones locales suspendieron las protestas, y las dos partes negociarán un acuerdo sobre el subsidio, asegura Arnaud Peral, un representante de la ONU en Ecuador.