En cuanto a excusas, rechazar un recorte de salario porque quiere pagar más impuestos debe ser la mejor. Aún así, esa fue exactamente la que dio el fin de semana el sindicato de jugadores de fútbol inglés, Professional Footballers Association, para rechazar una propuesta de la Premier League de recortar el pago de los jugadores un 30% para aliviar el impacto por el cierre de la COVID-19.
Es una maniobra descarada por parte de los jugadores que deja muy mal parada a la exportación cultural de Gran Bretaña más reconocida –su principal competencia de fútbol–, que es vista por 3.200 millones de personas en todo el mundo, fanáticos para quienes el partido cancelado del fin de semana pasado entre los líderes de la liga Liverpool F.C. y Manchester City F.C. habría sido una prioridad.
El argumento del sindicato es que recortar los salarios de los jugadores privaría al Tesoro de Su Majestad de más de 200 millones de libras (US$246 millones) en ingresos. Eso no es falso, con base en la alta tarifa de impuestos del país de 45% y los 1.500 millones de libras que gasta la Premier League en el salario de sus talentos cada año. No obstante, no tiene en cuenta el costo potencial para los contribuyentes de los trabajadores en licencia sin paga de la Premier League que no se ganan la vida pateando la vejiga inflada de un cerdo (o al menos, una vejiga de látex envuelta en paneles de poliuretano). Un cálculo simple muestra que el gobierno tendría que pagar cerca de 200 millones de libras si los 20 equipos de la Premier League enviaran a licencia a todos sus trabajadores que no son jugadores.
Por supuesto, el recorte de salarios de 30% que sugiere la Premier League reduciría los costos para los clubes mucho más: más de 400 millones de libras este año. Sin embargo, como dice la liga, los clubes se enfrentan a “pérdidas sustanciales y continuas” porque no se está realizando ningún juego. Es apenas justo que los jugadores, su mayor costo, hagan sacrificios.
Esto no está cayendo bien entre algunos jugadores. En una columna del Sunday Times, la exestrella inglesa Wayne Rooney preguntaba “¿por qué de repente los jugadores son los chivos expiatorios?”. Rooney, quien actualmente hace lo suyo en el equipo de segunda división Derby County F.C., alegaba que la medida busca empujar a los jugadores “a una esquina donde tienen que pagar por los ingresos perdidos”.
Tiene toda la razón, eso es justamente lo que está pasando. Y con buenos motivos. A los jugadores se les paga por entretener a millones de personas en los estadios y por TV. En la actualidad, no lo están haciendo, y muchas de las personas que en últimas les pagan –los fanáticos– se están uniendo a las filas de desempleados luego de ser despedidos.
En momentos de tanto miedo e incertidumbre, las personas quieren que sus ídolos deportivos sean modelos para todos. Eso parece haber pasado desapercibido para el defensor de Inglaterra Kyle Walker, quien rompió las directrices de autoaislamiento del gobierno con una “fiesta de cuarentena” que incluía trabajadoras sexuales. El jugador del Man City emitió una disculpa en domingo tras los informes de los tabloides.
Algunos jugadores están contribuyendo en la batalla contra la COVID-19, y existe un movimiento liderado por el capitán del Liverpool F.C., Jordan Henderson, para establecer una fundación de caridad. No obstante, un gesto salarial colectivo por parte de las estrellas de la Premier League parece una manera fácil para que los jugadores demuestren que entienden la gravedad de la situación. Un jugador que ceda el 30% del salario promedio anual de la liga de 2,3 millones de libras al año cubriría los ingresos para el hogar de 24 trabajos normales.
En otras partes de Europa, sin embargo, los jugadores sí están a la altura. En España, los jugadores del Barcelona F.C., el equipo mejor pagado de los deportes globales, aceptaron voluntariamente un recorte salarial de 70% para cubrir los cheques de otros empleados.
Sé que hay diferencias. El Barcelona es propiedad de sus fanáticos, mientras que los clubes de la Premier League son privados. Eso significa que un jugador dispuesto a ceder parte de su paga se arriesga a simplemente llenar los bolsillos del dueño del club. Eso, sin embargo, no ha impedido al Juventus Football Club SpA, el equipo italiano que cotiza en bolsa y es controlado por la familia Agnelli, llegar a un acuerdo con sus jugadores y su entrenador para que sacrifiquen tres meses de salario. Lionel Messi del Barꞔa y Cristiano Ronaldo de la Juve –los jugadores más grandes de su generación– están actuando como los modelos que se supone que sean.
También está el argumento de que los clubes deberían absorber algunos costos. Tanto el Tottenham Hotspur F.C. como el Newcastle F.C., que ya están usando el programa de licencias no remuneradas, tienen propietarios fabulosamente ricos. El de los Spurs es el operador de divisas asentado en Bahamas Joe Lewis, cuyo valor neto es de US$5.300 millones, de acuerdo con el índice de multimillonarios de Bloomberg. El de las Urracas es el magnate de las ventas al por menor Mike Ashley, con un valor de US$2.400 millones. Ambos tienen activos en efectivo por más de US$1.000 millones, de acuerdo con la clasificación. Recurrir a ellos para pagarle a sus trabajadores no jugadores no impactaría las reglas financieras de juego justo que limitan el gasto en el principal escuadrón del equipo.
Lo importante ahí es que, de acuerdo con las regulaciones financieras, los clubes deben pagar a sus jugadores esencialmente con lo que reciben de sus fanáticos. Los jugadores pueden argumentar que tienen, como mucho, 15 años como atletas profesionales, así que deben ganar hasta el último centavo posible. Ahora bien, unos cuantos meses de salario reducido cuando se está atrapado en casa golpeando una pelota contra la pared –en vez de hacerlo frente a una multitud–, mientras otros están arriesgando sus vidas para aliviar a los enfermos o mantener abiertas y abastecidas las tiendas de víveres locales, no es un verdadero sacrificio. No son mutuamente excluyentes: no es irracional esperar que tanto los jugadores como los dueños asimilen el golpe. Además, es mucho mejor para los jugadores reclamar la superioridad moral y enfocar la atención en los dueños.