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Amamos tanto a Tàr

16-4-2023-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

Con un año de demora me sumerjo en las turbulentas aguas del film Tàr, de Todd Field, y es tan bueno que casi no me importa el destiempo. Si en sus películas anteriores, Field mostraba con precisión la hipocresía del sueño americano sin fronteras, en esta exquisita ficción (para algunos basada en hechos reales de una realidad que ya es indiscernible) parece atribuir el más hondo círculo del infierno a la cancelación, sobre todo la que se ejerce con quienes están en alguna cima y deben guardar su sexualidad en un cofre con siete llaves si no quieren caer en la desgracia, merecida o no.

Lo que sorprende mucho en este film es que su protagonista (la directora de orquesta Lydia Tàr, que tal vez esté haciendo efectivamente uso de su poder para obtener ciertos beneficios sexuales, beneficios que son siempre puestos en razonable duda) no percibe los hechos de la misma manera que nosotros, pobres espectadores. No hay engaño en la puesta en escena; lo que pasa aquí es otra cosa. Otra cosa que –en principio– opera su magia de cristal en la interpretación sublime de Cate Blanchett. Yo, que tuve que aprender a tocar modestamente un contrabajo para una película, mil artes marciales para otra, alemán con acento para otra más, sé lo difícil de adquirir una habilidad para la cámara, una de mentira que se imponga como real. Pues bien: si Cate Blanchett no sabe dirigir orquestas, todos los espectadores estamos locos. Por un extraño pacto de verosimilitud muy ligado a la magia, una simple cuestión de autoridad interpretativa logra sencillamente que el personaje tenga razón cuando no debería tenerla: sus gestos, sus miradas, sus interiores son implacables.

Pero a la interpretación magistral de Blanchett, que además tuvo que componer a su Lydia en dos idiomas, se le suma la precisión de un guion como hace tiempo no ofrecía Hollywood. Es inaudito que incluso sin que sepamos nada de música u orquestas, cada discusión técnica (suelen empezar in media res) nos interese a muerte, como la clase magistral en la que Tàr educa, soporta, adoctrina y resiste a sus alumnos, posibles victimarios futuros de un universo frágil como una semifusa.

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