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Aprendiendo a cruzar la calle

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Cuando crecen, los chicos suelen olvidarse de ese momento triste en que los padres les dijeron que iban a separarse. Los padres, en cambio, suelen recordar en loop durante mucho tiempo ese karma. A veces lo tuvieron que planear, o lo improvisaron como pudieron. Dos personas que ya no se llevan bien, ensayando un acto juntos por última vez. Ahora, a mediados de septiembre, se cumplen cincuenta años de una de las declaraciones de separación más geniales de la música rock: la saga de canciones que conformaron Abbey Road, el último disco grabado en estudio por Los Beatles, un disco a través del cual los cuatro muchachos de clase trabajadora le decían al mundo que iban a separarse.

¿Cuál es tu Beatle preferido?, esa pregunta se la hace mucha gente en las largas sobremesas. ¿Y tu disco preferido de ellos? Para la historia de la música pop, es decir, para los críticos que formatean los gustos y marcan tendencia, Sgt. Pepper’s es su obra maestra. Mi disco preferido, en cambio, es Abbey Road. Cuando salieron los CDs fue el primer disco que me compré en ese formato. Mi primo era mi hermano mayor y en la casa donde vivíamos él tenía el póster de la tapa de los muchachos cruzando la calle en un día soleado de Londres pegado en el ropero de su pieza.

Todo lo que había en la pieza de mi primo era genial y peligroso. Estudiaba Bellas Artes y me llevaba a la facultad cuando estaba tomada y también a las villas de emergencia donde su agrupación política –la gloriosa JP– pasaba cine y alfabetizaba. Así que para mí Los Beatles no solo cruzaban una calle, cruzaban una época, venían de la vereda del mundo de los mayores  y se pasaban de mi lado.

¿Cómo sonaba Abbey Road? Empezaba con ese beat potente de Come Together y la voz de John, tan especial, única. Y sin respiro, el segundo tema era Something, una obra maestra de George. Así que un tema intenso primero y después una balada de amor. Y tras cartón el Maxwell’s Silver Hammer, que mostraba el McCartney juguetón y cercano a la poesía nonsense inglesa.

En CD ya no tenías que dar vuelta el disco y el efecto que se produce entre el último tema del lado A I Want You (She’s so Heavy) y el comienzo hermoso de Here Come the Sun de Harrison le dan al disco una unidad perfecta. No tengo el vinilo conmigo así que no estoy seguro de que el lado A terminara en I Want You. Pero lo recuerdo así.

El lado dos ya es de antología. La canción coral titulada Because –una versión de la sonata Claro de luna de Beethoven tocada al revés– y el largo popurrí con el que alternando temas que podrían haber tenido una singularidad completa en cualquier otra banda acá tomaban la forma del collage. Era un sincro de escenas y situaciones encapsuladas en un tempo musical de la misma manera en que Ezra Pound privilegió el sonido por encima del sentido en The Waste Land de T. S. Eliot.