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Comportamientos

Argentina, “un país de locos”

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Simón Kuznets. Nobel de Economía que analizó la Argentina. | cedoc

Hace unas décadas, Carlos Nino publicaba Un país al margen de la ley, libro que muestra, entre otras cosas, algunas características culturales nuestras que dificultan el buen funcionamiento de la sociedad argentina, entre las que se destaca nuestro desapego al cumplimiento de las normas que rigen la convivencia ciudadana. En su análisis hace uso de variables psicosociales, como la de “anomia boba”, que estaría en la base de esos comportamientos y que influye en los tropiezos que hemos tenido como sociedad, también en el plano económico y social, convirtiéndonos en un país estancado económicamente, con altos niveles de pobreza, desempleo e informalidad. Libro que Nino, pese a la seriedad de los temas que aborda y el nivel con el que los trata, comienza recordando un conocido “chiste”: aquel que relata un supuesto diálogo entre Dios y uno de sus ayudantes repartiendo atributos y beneficios a los diferentes conglomerados humanos. Al llegar al espacio que sería Argentina, Dios la provee de tantas ventajas de todo tipo y muy superiores a las de otros conglomerados, que llevan al ángel ayudante a preguntarle a Dios si no se estaría excediendo en los beneficios que nos estaba otorgando. Ante lo cual Dios habría respondido: no te preocupes, para compensar la voy a llenar de argentinos.

Y lo cierto es que nuestros pobres desempeños como sociedad han llamado la atención de muchos; entre otros, de los mejores exponentes del conocimiento económico a nivel internacional, como es el caso del Nobel de Economía Simón Kuznets, quien necesitó crear una categoría especial para poder ubicar a nuestro país en el concierto de naciones, ya que se trataba del único país que reuniendo todas las condiciones para pasar a la categoría de “desarrollado” no lo conseguía. Lejos de esos análisis de científicos y bajando al lenguaje coloquial de los sectores populares, cada vez que somos testigos (y actores) de una nueva frustración como sociedad, se escucha decir que eso se debe a que “somos un país de locos”.

Pobreza, Estado e Ideologías

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Estas ideas me asaltan al observar los resultados de las PASO celebradas el 13-08, las que me llevan a poner la mirada más allá de la personalidad de Milei e incorporar el papel de los millones de argentinos que lo votaron. Después de todo, esos resultados son consecuencia de las acciones concretas ejecutadas ese día por esos millones de personas, mientras que los candidatos (Milei entre ellos) no hicieron más que esperar el veredicto de las urnas, al cual se someterían democráticamente. Por lo que cabe preguntarnos si el peligro mayor para nuestra democracia se encuentra en un candidato con sus facultades alteradas (lo que surgiría de sus declaraciones en las que afirma que un perro es quien lo asesora y lo llevó al éxito) o en millones de argentinos que votaron por ese candidato. El mismo “pueblo” que en 2019 vuelve a votar mayoritariamente por el kirchnerismo después de los dos períodos de Cristina, en los que nuestro país se había estancado en lo económico, incrementando los niveles de pobreza y la educación deteriorada a niveles impensados, junto con un uso aberrante del Estado para enriquecimiento de funcionarios y actores de la política, quienes cometieron los más serios actos de corrupción mientras miraban para otro lado frente al crecimiento del narcotráfico y los alarmantes niveles de inseguridad.

Es cierto que frente a su comportamiento electoral el “pueblo” puede exhibir como atenuante el comportamiento de los otros candidatos, que en anteriores gobiernos nada hicieron para mejorar su situación social. Pero eso no debería ocultar la responsabilidad de nosotros, los ciudadanos, la que surge, entre otras cosas, de nuestra dificultad para asumir que, en tanto miembros de una sociedad que nos contiene y nos ofrece múltiples oportunidades, tenemos obligaciones que ponen límites a nuestros excesos de individualismo.  

*Sociólogo.