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patotas

En plena noche

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Fue en plena noche y en plena ruta. Una patota sindical irrumpió, a pura violencia, para atacar a los docentes de Chubut, que allí protestaban. A veces se habla de patota sindical en sentido metafórico, pero es preciso tener siempre en cuenta que, en el origen de la expresión, no hay otra cosa que literalidad. Ante esos hechos tan graves, hubo un paro nacional en todos los niveles educativos. Su alto acatamiento hace pensar que tal vez no todo esté perdido.

No se hablaba demasiado de ese conflicto docente, no estaba tan presente en los medios. Fue preciso, para el caso, que un grupo de manifestantes se allegara hasta el Obelisco, hasta el centro de esta Ciudad que es a la vez el centro de todo; sin lo cual, según parece, ciertos hechos se diría que no cobran existencia. Y fue preciso que, allá en el sur, se trabaran ciertos accesos sensibles (los accesos a los pozos; más sensibles, por lo pronto, que el acceso a la educación). Porque lo cierto es que solo entonces, solo cuando el tránsito se trabó en Buenos Aires, solo cuando el provecho indetenible de las empresas petroleras se trabó en Comodoro Rivadavia, el tema mereció atención. Valga al menos como un sinceramiento, para que ceda la recurrente hipocresía que pretende que la educación importa y mucho, que es incluso una prioridad. No lo es tanto, por lo visto.

La situación de los docentes en Chubut es gravísima, aun respecto de la situación general de los trabajadores de la educación en el país, que de por sí es mala. Los salarios sufren un atraso letal. Las obras sociales están desahuciadas. Las remuneraciones, además de estar desactualizadas, se pagan en cuotas, y en plazos que además se incumplen. Como el tema no está resuelto, no habría que desatenderlo; incluso si no hay embotellamientos o negocios frenados, y sobre todo, sin que haya alguna otra agresión por parte de alguna patota infame.