El 6 de septiembre se cumplieron 80 años del derrocamiento del presidente constitucional Hipólito Irigoyen. Fue el primer golpe de Estado exitoso desde la vigencia de la Constitución de 1853/60. Le sucedió un largo período de alternancia entre regímenes democráticos y autoritarios. Aquel golpe no fue exclusivamente militar ni tampoco incruento como se sostiene. Se produjo un año después de la mayor crisis financiera del siglo XX con epicentro en los EE.UU. y efectos en el resto del mundo; le siguió una radical reforma de los parámetros macro económicos y financieros y una revisión de las ciencias económicas.
Se acusaba al Gobierno de a-institucionalidad y compromiso del funcionamiento del propio sistema republicano. Se sostenía que Irigoyen tenía signos de senilidad. Era falso y lo demostró asumiendo su propia defensa, un testimonio de vocación democrática y republicana. Otros decían que Irigoyen estaba aislado y desconocía la situación real del país. Otros lo atribuyen a la ideología fascista de los complotados aunque no existen evidencias. El péndulo de gobiernos autoritarios/democráticos se mantuvo hasta 1983. ¿Entonces?
I. Dos investigaciones del historiador norteamericano Robert Potasch y el politólogo francés Alain Rouquié demostraron con sólida documentación que todos los golpes ejecutados por militares tuvieron siempre como condición necesaria –aunque no suficiente– el apoyo de la totalidad de los partidos políticos existentes al momento del derrocamiento del presidente, incluyendo todo el espectro ideológico, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda pasando por fuerzas de centro y social demócratas. Con excepción del partido en el Gobierno. En el derrocamiento del presidente Irigoyen hubo además, una legalización dispuesta por la Suprema Corte de Justicia de la Nación que todavía avergüenza al orden jurídico de nuestro país. He argumentado acerca de estas tesis con detenimiento en mi libro La crisis en la crisis (Eudeba, 2002).
II. En 1930 se puso en marcha, con paso firme, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) que bajo este período abierto de desinstitucionalización se afirmó hasta comienzos de la década del 80. He desarrollado con amplitud todo lo referente al desarrollo del modelo ISI y a su colapso a fines de 1970 y comienzos de los 80 en mi libro Repensar América Latina (Gedisa, 2004) que incluye una lúcida explicación de Celso Furtado sobre la emergencia del modelo y su colapso.
III. En 1930 la Unión Soviética controlada por Stalin se embarcaba en la industrialización forzosa y la criminal –por sus consecuencias– colectivización de la agricultura. Los partidos comunistas se organizaron en todo el planeta y los conservadores en nuestra región tomaron al pie de la letra la advertencia de Marx en el comienzo del célebre Manifiesto comunista. Los regímenes totalitarios de derecha eran una respuesta a estos temores reales o imaginarios y las preocupaciones por la democracia eran arrinconados. La Guerra Fría que asoló América latina implícitamente desde 1930 y explícitamente desde 1948 hasta el derrumbe de la URSS es el tercer ingrediente para comprender la dimensión histórica de aquel comienzo brutal de alternancia entre golpes y democracias frágiles.
IV. El golpe de 1930 estrenó el poder temible de los medios de comunicación; con una radiofonía incipiente y amplio predominio de la comunicación gráfica; el diario Crítica montó una campaña devastadora para construir la imagen de un Presidente sin capacidad de gobierno. Sacrificar la democracia fue una razón para salvar la República. Todos los gobiernos autoritarios que siguieron mostraron que tampoco respetaban las instituciones. He desarrollado un análisis más amplio de la relación entre República y democracia en el último siglo latinoamericano en mi libro Sociedades Invisibles (Gedisa, 2008).
V. ¿Coincidencias? Este período 1930-1983 demuestra la estrecha correlación entre el surgimiento de un modelo de desarrollo que prescindía de la democracia privilegiando el desarrollo, el paroxismo de la Guerra Fría como contexto internacional, la prevalencia de los intereses articulados del establishment, el protagonismo estratégico de los medios de comunicación y la mediocridad e irresponsabilidad de los partidos políticos incapaces de contener las mutaciones sociales en curso a partir de 1930. Si no se trata de coincidencias debe comenzar la construcción de teorías alternativas a las ya conocidas.
*Sociólogo, ex rector de la UBA y de la Universidad Nacional de Córdoba.