COLUMNISTAS
Movida con el FMI

Harto de Milei, Valdés se corrió para que no lo usaran más como excusa

El economista chileno le planteó a Kristalina Giorgieva dejar de ser el máximo responsable del caso argentino en el FMI. El Presidente había rechazado su idea de devaluar entre un 30% y 40%, a cambio de un programa de largo plazo y un desembolso de US$ 10 mil millones.

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Rodrigo Valdés. | Citizen Kane

El martes 10 de septiembre, Rodrigo Valdés se presentó personalmente ante Kristalina Giorgieva para exigir una definición. Era dejar de ser el responsable máximo de la fiscalización del caso argentino ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), o su renuncia indeclinable. El economista chileno le había planteado a la titular del organismo financiero internacional y a su número dos, la indo-norteamericana Gita Gopinath, que la relación con Javier Milei y con el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, no tenía retorno. Y que desde que el Presidente lo había tildado de “zurdo”, entre otras delicatessen, no había manera de recomponer la relación. Aunque sea de una manera diplomática y básica. Consideraba el exministro de Hacienda de Michelle Bachelet, que se trataba de una cuestión personal e irreconstruible. Valdés, de hecho, ya había presentado la renuncia a su cargo en otras dos oportunidades. Una, incluso antes de que ese 19 de julio en los estudios de Neura y ante un sorprendido Alejandro Fantino, Milei se desplegara con el concepto de: “No es mi jefe, mi jefe es el pueblo argentino. Es una decisión del FMI, vaya a saber uno porqué el FMI nos pone a un Foro de San Pablo ahí adentro”.

Gopinath le pidió en aquellos tiempos tan cercanos y tan lejanos que reflexione. Valdés lo hizo y luego de la visita de Luis Cubeddu a Buenos Aires de hace veinte días, confirmó su decisión. El economista venezolano, que desde hace una década trata puntualmente y como única tarea la fiscalización de las cuentas del país, se había dado una vuelta casi secreta por Buenos Aires con el objetivo de sondear las alternativas de la aprobación de las metas correspondientes al segundo trimestre del año y ensayar algún tipo de acuerdo para el 2025. Cubeddu, ante Valdés ya de regreso a Washington, le explicó a su jefe que la posición del gobierno de Javier Milei continuaba siendo irreductible, y que las posibilidades de un acuerdo de largo plazo eran casi utópicas.

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Esta utopía se daba, en especial, si la visión desde Washington era la misma que en junio pasado. Cuando el director gerente para el Hemisferio Occidental le había lanzado sin anestesia a Caputo en el último encuentro privado que ambos mantuvieron: “Argentina debía devaluar entre un 30 y un 40% si quería un acuerdo de Facilidades Extendidas de largo plazo junto con un ensayo de un préstamo más amplio por unos US$ 10 mil millones más. Y, con ese dinero, abrir el cepo”.  “Ni en pedo”, –le habría contestado, con tecnicismos–, el ministro argentino ante la propuesta del chileno. Algunos, incluso hablan de algo más. De un problema mayor.

Menos tiempo hubo lógicamente para analizar las otras ideas del funcionario del FMI: fortalecer el Banco Central, desmantelar todos los tipos de cambios alternativos aplicados como el dólar blend, el tarjeta, etc. Valdés quiso saber luego del regreso de Cubeddu de la última misión, si había algún tipo de flexibilización en la irreductible postura de Buenos Aires. La respuesta fue negativa. Valdés volvió a renunciar. Y Giorgieva a pedirle prudencia. Sin embargo, ni siquiera la alternativa del nombramiento de un nuevo negociador, el chileno de origen argentino José Luis Daza, un viejo conocido de andanzas macroeconómicas y financiera en el país trasandino, pudo cambiar la visión de Valdés. Consideró que su gestión con Argentina ya no tenía sentido. Y quizá su supervivencia en el FMI también.

Rodrigo Valdés
Rodrigo Valdés, director gerente para el Hemisferio Occidental del FMI.

Giorgieva, política y diplomática, coordinó con Gopinath una salida: que Valdés continúe en su cargo, pero dejando de atender el caso argentino. Y que sea Cubeddu, quien ascienda como embajador plenipotenciario para atender la vigencia del acuerdo con el país. El chileno seguiría detentando el cargo de director gerente para el Hemisferio Occidental, pero concentrándose en otros casos complicados como el de Ecuador, Panamá y algún país centroamericano; los otros deudores menores que tiene el FMI. No quiso la búlgara repetir la historia de muchos (casi todos), responsables del área que agrupa a los países latinoamericanos, que debieron abandonar la dirección para el Hemisferio Occidental, por las consecuencias de los fracasos de los programas con Argentina. La lista es casi interminable.

Llega a la memoria de cualquier conocedor de la historia del organismo y los acuerdos con el país, la eyección casi humillante del indio Anoop Singh, quien luego de la salida de la convertibilidad, terminó como embajador del FMI en Egipto, la norteamericana Anne Kruger, quien tuvo que dejar el sillón de economista en jefe y número dos del organismo luego de la voladura de la convertibilidad; y, más acá en el tiempo, la salida del argentino-mexicano Alejandro Werner, quien quedó como el único responsable del estrepitoso fracaso del stand by firmado entre Christine Lagarde y Mauricio Macri.

Triunfo de Javier Milei en la pulseada con el FMI: Rodrigo Valdés dejó las negociaciones con Argentina

Werner fue renunciado en abril del 2021 por la propia Giorgieva, y luego de un prudente silencio de seis meses, se dedica ahora a dar la vuelta al mundo para dar charlas de equilibrios macroeconómicos generales; además de despotricar todas las veces que pueda contra Argentina y sus circunstancias. Destino similar le esperaba a Illan Goldfjan, el brasileño que asumió el lugar de Werner en enero del 2011; para saltar rápidamente a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en noviembre del 2022. A tiempo para firmar el Facilidades Extendidas con Argentina en marzo de ese año, luego de una crítica y traumática negociación con Martín Guzmán; quien a su vez sorportó el tembladeral interno dentro del gobierno de Alberto Fernández y las embestidas misilísticas de Máximo, Cristina y todo el kirchnerismo a pleno.

Goldfajn encontró el salvoconducto ideal para salir indemne de un sillón eléctrico con voltios generados desde Buenos Aires, y saltar a un sillón de Washington, muy lejano a la fiscalización mortal de los planes económicos que se elaboran desde el Palacio de Hacienda. El elegido por Giorgieva para sentarse en esa lava fue Valdés, quien le ganó la pulseada a varios candidatos, entre otros, a su compatriota Nicolás Eyzaguirre. Cuentan en Washington, que la elección de Valdés tuvo que ver con los conocimientos sobre Argentina del exfuncionario de Bachelet, y su posición más flexible y dialoguista sobre lo que necesitaba el acuerdo entre este país y el organismo financiero. Valdés asumió en febrero del 2023. En abril comenzó a negociar un nuevo acuerdo con Argentina. En julio se firmó. Y ya en septiembre el país lo estaba incumpliendo. Luego de las elecciones, cerró rápidamente con el gobierno de Milei en enero pasado un nuevo Facilidades Extendidas de duración de un año, que para junio tambaleaba y exigía una rediscusión radical para que pueda tener vigencia en el 2025.

No pudo ser. 

Valdés dejó formalmente el jueves pasado de ser el encargado del caso argentino, aunque continuará con la tarjeta de presentación personal de continuidad en la conducción del hemisferio occidental. Pero sin el principal deudor como contrapartida.

Pese a críticas de Milei, el FMI respaldó a Valdés

¿Qué se viene ahora?

Inevitablemente las partes están obligadas a llegar a un acuerdo. Argentina lo necesita. Es imposible creer que se puede funcionar sin el auditor general que tiene la economía mundial, como especuló en algún momento el propio Milei, y efectivizó en parte Néstor Kirchner y peleó fallidamente Máximo Kirchner. Más si se le deben US$ 44.800 millones. Tampoco el Fondo puede abandonar a su suerte a su principal deudor, justamente en tiempos en los que Argentina sobrecumple las metas pactadas, luego de varios gobiernos donde los waivers eran moneda corriente. Sin embargo, la negociación está trabada, y con un Rodrigo Valdés que decidió correrse para evitar que el Gobierno personalice el problema.

Lo primero que habrá es una revisión general para fiscalizar, y seguramente aprobar, el cumplimiento de la novena inspección del Facilidades Extendidas vigente, correspondiente al segundo trimestre del año; donde Argentina sobrecumplió las metas de acumulación de reservas, superávit fiscal y emisión monetaria. Sería la última reunión y todo quedará para definir para el 2025. Habría una posibilidad de acelerar hacia diciembre las negociaciones del período del tercer trimestre del año, pero no mucho más. Quedaría para el 2025 el cierre del 2024. Luego, todo es una página en blanco. Para avanzar en un acuerdo para el próximo ejercicio, Argentina deberá olvidarse de más fondos. Y concentrar las fuerzas negociadoras en una simple extensión, con acuerdos rápidos en las metas de superávit fiscal primaria y la no emisión de pesos. Pero con diferencias hoy casi insalvables en la inconsistencia entre la necesidad de acumular reservas, muchas, y el uso del ancla cambiaria para frenar la inflación.

Gita Gopinath
Gita Gopinath, número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Todo dependerá, entonces, de la nueva negociadora que pondrá el FMI con poderes casi plenipotenciarios. Será la número dos del organismo, Gita Gopinath, una rockstar del Fondo, que conoce muy bien la situación de la Argentina, sus éxitos y sus miserias. De ayer y de hoy. Se considera en general buena predisposición ante Argentina, y voluntad de aceptación de las circunstancias internacionales y locales que afectaron la economía criolla. De hecho, Gopinath cambió radicalmente la visión que desde el FMI se tenía de la Argentina. Sus antecesores, Geoffrey William, Seiji Okamoto, y David Lipton mostraban exactamente la actitud contraria. El primero, republicano, uno de los que más trabó la aceleración del Facilidades Extendidas en momentos claves de 2021 y que peor opinó sobre la marcha de la economía local. El segundo, demócrata, se lo vio siempre desde Buenos Aires (quizá como error), como uno de los responsables del cierre del acuerdo stand by en los tiempos de Mauricio Macri, y (aquí sí con razón) como uno de los que más ajuste le reclamó siempre a la Argentina, para cerrar el actual acuerdo.

Siempre Gopinath se tomó el trabajo de analizar la situación social del país, para evaluar la marcha de los ajustes fiscales que se aplicaron en los últimos meses en Argentina; y fue quien evaluó con comprensión el incremento del gasto social de fin de año, para atender cuestiones de ingresos sobre inflación. En los últimos encuentros con funcionarios del Ministerio de Economía, mostró también cierta voluntad de aceptación en la aplicación de la moratoria previsional, pese a que se trata de un programa de incremento del gasto público no hablado originalmente con el FMI.

Pero, siempre hay un pero, Gopinath fue quien firmó el visto bueno de la llegada de Valdés a su cargo. Con una misión especial: hacerse cargo del caso argentino.

No pudo ser.