COLUMNISTAS
Simulaciones y apuros

No faltan candidatos

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Personalismos. Tanto Massa como Lousteau parecen construir nidos donde ganar puntos para sí mismos, ansiosos para la juventud que tienen y con idas y vueltas. | cedoc

El Gobierno hizo difundir por los medios una nueva ocurrencia defensiva. Los números de la economía argentina van al descenso, salvo el dólar y el riesgo país, que mantienen su vocación ascendente, interrumpida por breves respiros. Pero el ataque de miedo de “los mercados” nacionales e internacionales se debe (según el auxilio brindado por algunas notas y declaraciones) a que Cristina Kirchner no juró que se retira para siempre de la carrera política y, por el contrario, mantiene su amenaza de volver.

O sea que todo lo que el Gobierno hizo mal, la confianza que no supo despertar en los inversores criollos y extranjeros, tiene como responsable a la ex presidenta. En enero de 2016, Macri fue a Davos y no trajo ni una maceta con brotes verdes. Si se tiene un poco de memoria y de buena fe, tal desconfianza del capitalismo mundial no puede atribuirse a Cristina, resentida por un nuevo presidente que bailaba en el balcón de la Casa Rosada. Tampoco pueden atribuirse a Cristina los errores de la política económica, los aprendizajes tardíos y las desilusiones de Cambiemos. He sido opositora al gobierno de Cristina y me considero con derecho a escribir este párrafo.

Viejos y nuevos pretendientes. Mientras tanto, pese a los desastres, no nos faltan candidatos a la sucesión presidencial. Además del peligro K, están todos los de Alternativa Federal, que le reclaman a Lavagna que participe con ellos en una PASO. En proceso de acercamiento al kirchnerismo, Felipe Solá se sube a un palco con Vicky Donda y el Chino Navarro (alguien con antecedentes que justifican su pretensión de ser gobernador de la provincia y, probablemente por eso, ahora tira ondas conciliadoras para el lado de Cristina).

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Martín Lousteau también aspira a algún lugar de alta visibilidad: jefe de Gobierno de Buenos Aires, vicepresidente y ¿por qué no? algo más. En la semana que pasó, Macri no quiso “pronosticarlo como su próximo vice”, pero tampoco descartarlo. Como en el comienzo de una relación sentimental, dijo “nos estamos conociendo”. Pero se conocían de antes, porque Lousteau fue embajador designado por Macri en EE.UU. en diciembre de 2015 y allí se quedó hasta abril de 2017.

Por su parte, el hombre que Macri estaría conociendo por segunda vez, nuestro omnívoro Lousteau, le indicó a Lavagna que su alta misión es construir un puente entre Cambiemos y las fuerzas que hoy lo apoyan como figura presidencial. Lousteau es muy creativo para pensar sus propios intereses y, por eso, también le sugirió a Lavagna que participara en una interna de Cambiemos. Rebotó frente a la negativa del economista, que ya se mueve como candidato. En el fondo, no hay demasiado misterio, porque Lousteau busca construir el nidito donde su figura salga ganando algunos puntos. Como Sergio Massa, Lousteau es un hombre ansioso, cuyas idas y vueltas a menudo no tienen otra explicación que darse aire y espacio.

Y, como si fueran pocos, Tinelli almuerza con políticos. Quizá su incipiente carrera quede trunca si atiende a la advertencia que le hizo el rey del showbiz. Según informó este diario, Adrián Suar le habría solicitado que se ocupara de los exitosos programas que unen a ambos prohombres por contrato. Los compromisos televisivos de Tinelli son su plataforma de lanzamiento, o sea que debe cuidarlos. La profunda vocación artística del par Suar-Tinelli produce fama y obstáculos.

Personalismo. Se dirá que el personalismo es un rasgo de la política cuando han caducado las ideologías y los valores, caducidad que algunos analistas toman como prueba de una actualización de las costumbres. Otros, más escépticos, señalan la repetición circular de un teatro de ambiciones. Sin ambición no hay política. Pero la ambición debe revestirse con otras cualidades, entre ellas la paciencia inteligente y astuta.

En medio de la crisis, Macri no deja de errar, Cristina está resentida, Lousteau y Massa se muestran apresurados

Es notable que sean dos políticos relativamente jóvenes como Lousteau y Massa los que encabecen el ranking de los apresurados. Tienen tiempo futuro, pero no hacen el esfuerzo de jugar con esa ventaja que no favorece a posibles candidatos para quienes todo puede ser “la última vez”.

Macri es menos ansioso porque ya fue presidente. Y porque, aunque no lo deseen, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta han subordinado sus reelecciones a la presidencial. Lo han hecho porque Macri, en este caso, impuso un liderazgo. Sería maximizar el verticalismo de Macri colocarlo en una posición de clásico liderazgo autoritario, en primer lugar porque no actúa como jefe sino como capo gerente de un grupo de subordinados que ahora se le están independizando y, además, porque carece de toda posibilidad de movilizar partidarios masivamente. Un líder se caracteriza porque puede convocar, es decir llamar con su propia voz.

La "plataforma". Esa voz propia no es solamente un sonido. Aunque parezca una antigüedad, están también las ideas. Lo patético del estado de las “ideas” en Cambiemos nos lo brindó, sin malicia, Hernán Iglesias Illa, subsecretario de Comunicación Estratégica en la Jefatura de Gabinete, donde debe tener mucho trabajo porque habitualmente está callado. Pero hace dos semanas publicó un artículo en Clarín cuyo título es asombroso: “La plataforma de Cambiemos está más viva que nunca” (alude, por cierto, al documento que se difundió con escasa repercusión). El título no traiciona la nota. Una de las pruebas de la vitalidad de esa plataforma es “normalizar la economía”, según frasea Iglesias Illa, que se expone a todas las ironías cuando afirma que este objetivo se ve reflejado hoy en “la intención y en muchos casos en los avances” logrados.

Con valor, realiza un acto de negacionismo frente a la realidad del dólar, el riesgo país, las tasas, la desconfianza indómita de los inversores y otros avatares que Iglesias Illa debe considerar de menor cuantía, y juzga compensados por la creación de centros de primera infancia donde acuden mas de 100 mil niños. Hace poco se señalaba el voluntarismo negacionista de Marcos Peña. Pero, seamos justos, en el equipo de gobierno (aquel lejano “mejor equipo”) militan competidores del jefe de Gabinete.

Hay una razón de fondo para esta simulación de optimismo. Macri necesita la reelección porque, si no es reelecto, quedará como el presidente de una Argentina que merodea la crisis. Si es reelecto (piensan en su campamento), habrá tiempo para recoger alguna cosecha. En esto de la cosecha, también simulan optimismo. Son el gobierno que ha venido a traer la buena onda.

Y por si esto fuera poco. Hubo otras novedades en la semana. Habló Sergio Bergman, ministro de Medio Ambiente habitualmente callado. Esta vez presentó cinco puntos que equivalen casi a ninguna acción: él mismo los llamó “compromiso”, “inventario”, “informe”, “plan” y, nuevamente, “compromiso”. Parece broma, pero es así.

Por supuesto, en los temas de la semana preelectoral no han figurado aquellos sobre los que no se habla: impuestos, por ejemplo. El tema es tan sagrado que debería tener su lugar en las iglesias y templos. No hay justicia ni progresividad impositiva en la Argentina, pero el lenguaje enmudece. José Nun ha hecho reflexivas propuestas, pero nadie en el mundo político les ha dispensado una mirada, ni siquiera distraída. Hablar de impuestos y de evasión parece una tendencia malsana de activistas bolcheviques.