La semana pasada, la Academia Nacional de Ingeniería otorgó su premio bianual de ingeniería industrial a Enrique Pescarmona. En la cena en su honor, la mesa principal tenía mayoría de ingenieros y cuando uno me dice “al ser el agua incompresible destruyó toda la represa”, atento a metáforas que puedan ser trasladables al campo de la política, ya que preside el país un ingeniero, pregunto: “¿Incompresible?” y a la vez dos ingenieros repiten la misma definición: “La presión no modifica su volumen”. Idea que arbitrariamente asocié con cómo habrá afectado a Macri la presión de estar con su pequeña hija que se aferraba a sus pantalones, solo, sin custodia, mientras lo insultaban el fin de semana pasado en Tandil. ¿Se las guardará dentro para para devolver en el momento oportuno cada presión acumulada?
En la madrugada de ayer debe haber vuelto a sentir esa sensación al ver que otros estatales, en Río Gallegos, directamente sitiaron con sus reclamos a Alicia y Cristina Kirchner en su residencia. Es improbable que Macri no proyecte ese hecho sobre cómo sería su vida y la de su familia si se quedara en Argentina cuando deje de ser presidente, aunque el PRO o Cambiemos lograsen seguir gobernando la Ciudad. Y que señales como éstas no lo impulsen con más ímpetu a derrotar más profundamente a sus adversarios si su espíritu fuera realmente incompresible. El gas sí es compresible, el líquido de freno, no.
Para después de las elecciones de octubre, varios economistas pronostican nueva devaluación y ajuste fiscal. Elisa Carrió, en los reportajes que realizó ayer en varios diarios, polemizó con Duran Barba diciendo: “Esa política de Duran Barba de paz y amor se terminó. La gente quería un gobierno más fuerte”.
Quizá la decisión de subir la tasa de interés dispuesta por el Banco Central buscando llevar la inflación a un dígito en menos de dos años, como la propia candidatura de Carrió en Ciudad y no en provincia de Buenos Aires, sean parte de esa incompresibilidad del Presidente. Su manera de expresar “vamos por todo”, como fue en su momento, cuando era candidato, no compartir con Massa ninguna forma de alianza.
Lousteau probablemente no vislumbró con toda claridad la emocionalidad calabresa de Macri y cómo es de inflexible con quienes estima que lo han traicionado. Porque Lousteau no compite contra Rodríguez Larreta sino contra el propio Macri, al pretender disputarle el derecho a decidir su herencia política para la Ciudad en 2019 y, peor aún, la presidencial, como quieren algunos radicales que combaten contra Ernesto Sanz en la interna de su partido
La mafia calabresa, la ’Ndrangheta, desplazó a la siciliana y es hoy la mayor organización ilegal del mundo. En ese contexto tuvo que progresar el abuelo de Macri, Giorgio, quien siendo hijo de una familia de terratenientes en Calabria, antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, fundó el Partido del Hombre Común (l’uomo qualunque) que, salvando las enormes distancia de tiempo y espacio, tiene algunos puntos de contacto con el PRO, aunque el parecido más relevante sea con el padre del Presidente, Franco, porque Giorgio Macri tuvo la concesión del Correo en parte de Italia antes de tener que venirse a la Argentina.
Al revés de Lousteau, Carrió sí entendió esa forma de estructuración del poder alrededor de un paterfamilias y se hace la rebelde en aquello que no le compita a Macri. Por su deteriorada salud y su desinterés por lo organizativo, Carrió no es una rival para cargos como jefe de Gobierno de la Ciudad, gobernador de la provincia de Buenos Aires o presidente. Como sí lo es Lousteau y también, por edad y no ser del riñón presidencial, podrían serlo Monzó o Frigerio. Del Gobierno, Carrió critica a Duran Barba, a Jorge Macri o a Cristian Ritondo pero nunca al Presidente, a quien siempre defiende de cualquier acusación que enfrente, ni a sus tres manos derechas: Vidal, Rodríguez Larreta y Marcos Peña. También preserva a Mario Quintana respondiendo al pedido de Macri: que sus vicejefes de Gobierno sean percibidos como una extensión de él mismo.
Carrió comprende y juega el juego del Presidente. Lousteau no, en parte también por propia decisión, porque tiene más futuro por delante: “No podemos estar pendientes de los gustos de un niño”, dijo Carrió de Lousteau. También Sanz comprende el juego y, sin querer menos que otros radicales más ansiosos que en el futuro haya un presidente que surja de la UCR, maneja plazos diferentes.
Corolario. Los ingenieros de la comida recordaban que el Partido Comunista chino tiene mayoría de sus integrantes ingenieros, que el presidente Xi Jinping es ingeniero, que la archipresidenta de Alemania, Angela Merkel, es ingeniera, y se esperanzan con Macri. Pocas veces en la sociedad hubo tanta ilusión y simultáneamente profunda desaprobación en distintos sectores. Seguramente ambos estén exagerando.
Respecto de Macri, no sólo la capacidad de oponerse a la compresión citada por los ingenieros de esa cena resulte políticamente metafórica. La dinámica de los fluidos fue explicada en 1738 por el físico suizo Daniel Bernoulli. El mismo Principio de Bernoulli que se aplica a los líquidos es fundamental para la aviación (el aire también es un fluido). Bernoulli demostró que a mayor velocidad hay menor presión, lo que permite a los aviones elevarse por la forma de sus alas. Macri debería tener en cuenta que para que la economía levante deberá aumentar la velocidad de su recuperación.
Si ya no le preocupan las elecciones de octubre, vale que recuerde que el posoctubre está a la vuelta de la esquina. Y ahí sí los que votaron dos veces por él le reclamarán resultados económicos.