COLUMNISTAS
ofensivas

Reconocimiento personal

default
default | CEDOC

Se nota cuando la policía tiene vía libre para represión. No hace falta perspicacia, pues se ocupan ellos mismos de ponerlo en evidencia. Prepean, matonean, provocan, intimidan; sus palos lucen tan desafiantes como sus brutas miradas. Ese día se trató, como tantas otras veces, del derecho a manifestar. El derecho a manifestarse, frente al Congreso Nacional, durante el tratamiento de una ley fuertemente controvertida. No se trató, en absoluto, de tomar por asalto el Palacio Legislativo, ni tampoco de impedir su normal funcionamiento; esas cosas se dijeron como tantas cosas se dicen, es eso que daba en llamarse “mentiras” y ahora se llaman fake news. Ese día un mendigo fue aplastado adrede por una moto de los agentes del orden: esa clase de cosas difícilmente pasan si no hay alguien que muy arriba ya dio su consentimiento general, si al violento de Estado no le consta que nadie la hará reproches después.

Cada proyecto político diseña el tipo de plaza que prefiere; el que entonces gobernaba las prefería mayormente vacías (gustaba incluso de saludarlas cuando se encontraban así: sin que hubiera nadie ellas). Pero esa vez éramos muchos, poniendo en acto la consabida democracia participativa, la política de la performatividad de la que habló Judith Butler. Y la orden llegó, taxativa: había que desalojar la plaza. Es decir, reprimir a mansalva. Los aprestos policiales lo volvieron evidente. Algo había en esa amenaza: las tantas ganas de cumplirla. El pendenciero del final de “El sur” no peleará contra un desarmado; las fuerzas policiales, en cambio, no cultivan esa dignidad. No está bien romper cordones, tampoco los bancos de plaza; pero de algo hay que valerse si los de enfrente se aprestan a cargar y a tirar. Es un recurso extremo, sin dudas. Como lo es también, para el caso, tomar un instrumento que sirve para lanzar pirotecnia al cielo y colocarlo, para la defensa, de manera horizontal.

La justicia seguirá sus pasos, no tengo nada para decir al respecto. Sólo quiero mencionar que, ese día aciago, los que se adelantaron hacia la primera línea a frenar o a retardar la ofensiva feroz de la policía permitieron que, en el repliegue urgido y forzado, muchos pudiésemos salir ilesos. Perdí de vista a F. y a M., las profesoras que estaban conmigo en la plaza. A la noche supe que tampoco ellas habían salido lastimadas.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Lo cuento aquí al solo efecto de no ser desagradecido.