Un fantasma recorre Europa y el mundo del deporte: el fantasma de la rusofobia. El mundial de atletismo y el Grand Slam de Wimbledon son los últimos ejemplos de un veto que se multiplica desde que Rusia invadió Ucrania, el 24 de febrero, y que convierte –de manera arbitraria– a todas las personas nacidas en ese país –y en Bielorrusia– en cómplices por default de la acción militar que ordenó Vladimir Putin.
La rusa Mariya Lasitskene, triple campeona mundial de salto en alto, fue una de las atletas que denunciaron de manera más contundente esta sanción que firman organizadores de torneos sin contemplar que la enorme mayoría repudia el despliegue de las fuerzas rusas en territorio ucraniano.
Lasitskene –que no podrá competir en el próximo mundial de atletismo, que empezará en unos días (será del 12 al 25 de julio) en la ciudad estadounidense de Eugene, Oregon– visibilizó su situación y la de sus compatriotas con una carta abierta al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach: “Echarnos no detuvo la guerra sino que creó una nueva en torno al deporte”, escribió. Y agregó, con respecto a su mirada sobre lo que ocurre en este conflicto bélico que, según analistas internacionales, se extenderá en el tiempo: “Nada de esto debió haber sucedido jamás y ningún argumento me convencerá de lo contrario”.
Aunque la carta no estaba dirigida a él, las críticas de Lasitskene también tenían un segundo destinatario: el británico Sebastian Coe, presidente de World Athletic y uno de los directivos que encabezaron el veto general de deportistas de Rusia y Bielorrusia en las diferentes disciplinas del atletismo.
Puntos y millones. En estos días, lo que sucede en Wimbledon también puso de relieve la discriminación que sufren tenistas de Rusia y Bielorrusia, sin importar si están lejos o cerca de lo que piensa o hace Putin. El número uno del ranking, Daniil Medvedev, y el número ocho, Andrey Rublev, que ya habían sido desplazados de la Copa Davis, ahora no pueden jugar en el All England solo por tener pasaporte ruso. Lo mismo le sucede a Aryna Sabalenka, la bielorrusa ubicada en la sexta posición del escalafón femenino, que en 2021 llegó a las semifinales en el césped londinense.
Esta exclusión, que suma 17 tenistas y fue motorizada por el gobierno británico a través de su ministro de Deportes, Nigel Huddleston, generó que la ATP y la WTA le quitaran el carácter de “oficial” al Grand Slam más emblemático del circuito, y que por consiguiente no repartiera puntos para la clasificación de los dos rankings. La respuesta de la organización británica fue elevar los montos de los premios hasta llevarlos a los más altos de la historia. El dinero siempre tracciona a las figuras, incluso cuando no haya puntos en juego.
Sin tanta repercusión mediática, una de las situaciones más graves fue la ocurrida con los deportistas que iban a participar de los Juegos Paralímpicos de Beijing 2022, que se disputaron en marzo de este año. A 24 horas de comenzar el evento, el Comité Paralímpico Internacional (CPI) ordenó sacar de las listas de competiciones a las personas nacidas en Rusia y Bielorrusia. “Los atletas rusos aparecen como los perpetradores en las complicaciones políticas actuales”, publicó en un comunicado el Comité Paralímpico de la Federación Rusa. “Lamentamos mucho que se vean afectados por las decisiones de sus gobiernos al violar la tregua olímpica”, repuso CPI.
Antes del atletismo y del tenis, el deporte ruso había sufrido la cancelación de su selección de fútbol, eliminada del repechaje clasificatorio al Mundial de Qatar de este año, y del equipo nacional de básquet de todas las competiciones europeas.
Fogoneado por la influencia de Estados Unidos y Gran Bretaña en las distintas organizaciones internacionales, ¿cuál es la opción para aquellos deportistas que quieren continuar con sus carreras en este contexto de guerra? Las críticas a Putin, que en un primer momento eran requeridas para participar, ya no son suficientes. La única opción es cambiar de nacionalidad o quedarse a un costado, esperando un tratado de paz, mientras muchos otros países se arman para un futuro cada vez más conflictivo.
Subasta
◆ El futbolista del Manchester United Cristiano Ronaldo entregó una camiseta firmada a la organización Save Ukraine Now, dedicada a auxiliar a las víctimas de la guerra, para que fuera subastada.
◆ La camiseta corresponde a un partido de Eliminatorias de la Eurocopa 2019, en el que Portugal enfrentó a Ucrania.
◆ El ganador fue un estadounidense, que se quedó con la camiseta por 70 mil grivnas, alrededor de 2.370 dólares.