Elisa Carrio el pasado martes 6 en una playa de Punta del Este, según la reflejó la revista Caras. |
Nos fueron dadas una sola boca y dos orejas para escuchar más de lo que hablamos. El dicho es popular, pero los seres humanos tendemos a hacer lo opuesto.
Otra expresión popular es “lengua viperina”. Viene de víbora, de una lengua ponzoñosa que con su veneno destruye a aquel a quien se dirige. Atributo de gente que ruge cuando habla y no tiene en la punta de la lengua algo que no alcanza a recordar, sino un misil. Lenguas tan afiladas, que cortan.
Desplegadas en su acción son un espectáculo, como los son también las confrontaciones a golpes de puño, porque nos remiten a la parte más primitiva de nuestro ser. Por el interés que despierta, algunos políticos apelan a su lengua viperina para llamar la atención de la audiencia. Y lo logran, pero ¿qué nos dejan? Un tenso vacío lleno de resaca.
Cambio y continuidad. Tras el anuncio del gabinete de Cristina Kirchner, ministros confirmados, y ahora uno nuevo, salieron a agitar el discurso con renovados bríos. Dos fueron los blancos: Elisa Carrió y Mauricio Macri. Sobre la primera se refirió antes que nadie el designado ministro del Interior, Florencio Randazzo: “Es llamativo que alguien que no se sabe bien a qué se dedica para subsistir dicte clases de moral”. Lo continuó Alberto Fernández: “(Carrió) dice ganar 13 mil pesos por año y habita un departamento en la Avenida Santa Fe de la familia de Lolita Torres que cuesta mucho más; en dos meses se le van en el alquiler de ese departamento”, y “está cuatro meses por año en Punta del Este; que no me diga que se lo paga un amigo”. Carrió estuvo cuatro días en Punta del Este la semana pasada. También la designada ministra de Salud, Graciela Ocaña, se fue a las más distantes playas de Varadero, en Cuba. Y quizás en ninguno de los dos casos se trate de nada cuestionable.
En defensa de Carrió, el titular del bloque de diputados de la Coalición Cívica, Adrián Pérez, explicó que desde que la líder del ARI renunció a su banca varios legisladores “donan una porción de su sueldo para que siga viviendo con modestia. Carrió es una de las pocas dirigentes políticas que se ha empobrecido a partir de volcarse a la actividad pública, mientras del otro lado se muestran funcionarios cuadruplicando o quintuplicando su patrimonio”.
Alberto Fernández volvió a la carga ayer: “Que explique cómo quiso ser presidente una persona que dice vivir de dádivas y que no es capaz de buscar el sustento diario con su propio esfuerzo. Es una señora disfrazada de Barrio Norte”. Y remató el futuro ministro del Interior, Randazzo: “(Los diputados) tendrían que mostrar sus declaraciones juradas; habría que preguntarse cómo hacen para vivir y mantener a su jefa”.
Sobre Macri habló el actual ministro del Interior y futuro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández. Se expresó con su finísimo lenguaje: “(A Macri) no le gusta laburar y nunca manejó la empresa de los padres porque no se lo permitieron. Macri vivió siempre de franco, franco con minúscula y Franco con mayúscula” (por el nombre de su padre). Macri “encontró este currito (sic) de mentirle a la gente todos los días con el tema (de la inseguridad)”.
Pluralidad. No parece un buen debut del gabinete de la nueva presidenta electa, si se aspira a cumplir la promesa de un ciclo orientado al fortalecimiento institucional. Carrió y Macri son los dos principales líderes de la oposición. Si no es con ellos, ¿con quién podrá mantener el Gobierno un diálogo plural?
Tampoco parece un buen debut del próximo ministro del Interior, quien, ya sin la Policía a cargo (pasa junto con Aníbal Fernández al Ministerio de Justicia y Seguridad), es un funcionario ciento por ciento político. Aunque Randazzo se haya ganado su lugar en el corazón de Kirchner por sus durísimas declaraciones contra el matrimonio Duhalde cuando nadie en la provincia de Buenos Aires se atrevía a hacerlo y haya construido fama de duro gracias a un verbódromo extremadamente confrontativo, sería deseable que comprendiese que el desafío de institucionalizar la democracia argentina requiere técnicas más elevadas que las que empleaba para pelear en el barro con los caciques de los municipios bonaerenses.
La agresividad disgrega, despedaza, mina el buen entendimiento, produce desencanto, causa separación, desestabiliza, reduce a la impotencia, desvía, afecta el sentido de la vida y entusiasma a no pocos con la destrucción y el estrago. La agresividad constituye la significación común de no pocos estados emocionales y da cuenta de lo concreto que hay en ellos.
(La agresividad en psicoanálisis, Jacques Lacan.)