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Relatos desde Shanghai

Wang Ping: “Una vez que un libro sale, pertenece a los lectores”

La escritora china Wang Ping, de visita en Argentina, presentó su obra La última virgen comunista, editado por Selva Canela, reconocido con el Premio del Libro de Minnesota y el galardón de Estudios Asiáticos Americanos. Diálogo con una autora que asegura que “las buenas historias conectan los corazones y las mentes de todos los países, todas las razas, todas las culturas”.

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Wang Ping. | cedoc

Wang Ping vive, desde 1985, en Estados Unidos, país en el que desarrolló su carrera literaria. Profesora emérita de poesía en el Macalester College, ha escrito poemas, ensayos y novelas, al tiempo que desarrolla diversas actividades relacionadas con la naturaleza, como Kinship de Ríos, un proyecto internacional que construye relaciones entre las personas que viven a lo largo de los ríos Mississippi, Yangtze, Ganges y Amazonas, mediante el intercambio de regalos de arte, poesía, cuentos, música, danza y comida, al cual espera poder sumar a la Patagonia.

—¿Cómo te recibió Buenos Aires y cómo te sentiste en la Feria de Editores (FED)?

—Me hizo muy feliz ver que todavía hay tanta gente que ama los libros y gusta de leer. La FED es increíble. Hablé con personas realmente interesantes: editores, lectores, estudiosos, editoriales y amantes de los libros. Pude conversar en detalle y tuve una gran charla con mi traductora, Aurora, que hizo un excelente trabajo traduciendo el libro que vine a presentar.

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—“La última virgen comunista” se publica por primera vez en Argentina, ¿cómo han repercutido en un público como el nuestro las historias que componen el libro?

—Creo que ya han tenido un gran impacto en los lectores argentinos. Me invitaron a hablar sobre el libro y la poesía en el Instituto Confucio de la Universidad de Buenos Aires, y la conversación fue increíble. Los académicos quieren que vuelva a la universidad para dar más charlas y eventos. Estoy deseando interactuar más con los argentinos. Además, creo que las buenas historias conectan los corazones y las mentes de todos los países, todas las razas, todas las culturas. Es nuestro terreno común.

—Uno de los temas del libro es el exilio, cuestión muy sensible para algunas generaciones de argentinos. ¿Cuál es tu visión sobre ese problema?

—Entiendo la historia, el anhelo de libertad, de una vida mejor. Ese anhelo es también nuestro punto en común. Todas las culturas queremos esta libertad para expresar nuestros corazones. 

—Es un libro que ha sido premiado en más de una oportunidad, ¿cómo es tu relación con los reconocimientos?

—Una vez que un libro sale, pertenece a los lectores, al público. Los premios y reconocimientos son materiales extra, ajenos. Mi atención se centra en el próximo proyecto, el próximo libro, el próximo arte... Para hacer un producto mejor, conectar con más lectores e inspirar más imaginación.

—¿En qué consiste el proyecto Kinship de Ríos y cuál ha sido su recorrido?

—Kinship of Rivers es un proyecto que conecta a personas y ríos de todo el mundo a través de la poesía, el arte, la música y las banderas de oración por la paz. He viajado por los ríos de la Tierra: el Missi-sippi, el Yangtsé, el Ganges, el Amazonas, el Nilo y muchos otros. Realicé cientos de eventos de poesía y arte, me reuní con miles de personas que hicieron miles de banderas de oración, que se comprometieron a proteger nuestros ríos y montañas. Visité la escuela de la aldea indígena de Iguazú, y los niños hicieron sus oraciones, en chino, inglés y lengua nativa, por el agua, el río y el aire limpio. Fue precioso. Me gustaría llevar banderas de oración a la Patagonia algún día.

—Escribís poesía, prosa, ensayo, ¿hay alguno de estos lenguajes con el que disfrutes más o todos traen un placer equivalente?

—Disfruto con todos los lenguajes, con todas las formas de arte. Me ayudan a inspirarme, a impulsarme, a llevar mi trabajo a un nivel superior, a una profundidad mayor y a llegar a más gente. Hemos nacido para ser poetas, contadores de historias, artistas, cantantes, bailarines... Es nuestro derecho de nacimiento.

—Has hecho algunos trabajos vinculados a la ecología, un tema top de las agendas internacionales en el último tiempo. ¿Cuáles son tus principales puntos de anclaje frente a esta cuestión?

—¡Grandes preguntas y temas importantes! He estado viajando por el mundo para concienciar que somos parte de la tierra, somos ríos, montañas y debemos amar, respetar y aprender a convivir con la naturaleza, no despilfarrar ni conquistar ni explotar nuestro planeta.

—¿Leíste autores argentinos? En caso de que así sea, ¿cuáles y qué opinión te merecen?

—Me encantan los poetas y escritores argentinos, soy una gran admiradora de Borges, que ha influido en mi propia escritura. Le di clases durante veinte años. Es un placer visitar la ciudad donde vivió, amó y escribió. Estela Canto, la tía abuela de mi anfitriona, Aurora, fue el amor de su vida, y fue tan emocionante e inspirador escuchar todas las historias sobre ellos. Pasear por la ciudad me hizo comprender aún mejor su obra. Borges estaba profundamente enraizado con la tierra y el agua de aquí. Ahora entiendo por qué tanta gente sigue amando los libros y la lectura en este hermoso país. Estoy deseando explorar a otros escritores argentinos.

—¿Es Estados Unidos, tu actual país de residencia, la “tierra de libertad” que se dice que es?

—He estado escribiendo y cuestionando mucho en mis escritos sobre la “tierra de la libertad”. Lo hago porque realmente amo esta tierra de libres, esta pradera púrpura, esta montaña majestuosa que es la “isla tortuga” en la lengua de los indígenas. 

Fragmento de La última virgen comunista, de Wang Ping.

Aquí estoy, en la tienda más cara de la ciudad, en la ciudad más fascinante de la tierra, vendiendo perlas, diamantes, rubíes, ónix, zafiros y otras joyas preciosas que encienden los ojos de los ricos y de los pobres.

¿Creés que nada deslumbra a quienes pueden obtener todo en un abrir y cerrar de ojos porque la hiperestimulación anestesia sus sentidos? ¡Error! Levanta un buen anillo de diamantes frente a esos seres ostentosos... Atletas, estrellas de cine, esposas y amantes e hijas de grandes directivos, adineradas herederas... Verás cómo se iluminan sus ojos y como se les acelera la respiración. Siempre funciona.

Procurarse el sustento está en la naturaleza humana, es nuestro viejo instinto animal. Antes, buscábamos comida para el invierno y el hambre; ahora, dinero, fama, diamantes, oro... 

Las amas de casa de los suburbios de Connecticut, Nueva Jersey, Long Island, son mis favoritas. Puedo escucharlas subiendo los escalones del metro con sus tacones y con sus stilettos. Puedo oler sus perfumes mediocres y el hambre de sus sueños que se alejan irremediablemente a medida que envejecen. Se detienen en la puerta. Siempre lo hacen, como para ajustarse a la magnífica belleza de Bergdorf Goodman.

Luego se pavonean por allí, con imitaciones de bolsos Gu-cci debajo de los brazos. Primero merodean cerca de las joyas de diseño, las más baratas que se venden a precios de entre tres y cuatro dígitos. Mientras se apoyan contra el mostrador señalando esto y aquello, sus ojos se deslizan a través del empleado que habla afablemente, y terminan en el lugar en el que yo estoy.

Bueno, no yo, sino los diamantes y las perlas y las piedras brillantes que están detrás del vidrio. Se acercan con los hombros encorvados como si el brillo de las joyas preciosas las estuviera lastimando. Señalan un collar de perlas negras o un anillo de diamantes, con los ojos ardiendo por la ansiedad. Abro la vitrina, levanto la piedra a la luz, la giro de un lado a otro, las veo derretirse por el deseo, veo sus corazones estrujados mientras dan una ojeada a la etiqueta del precio. Esperan que haya una oferta, un gran descuento, pero BG rara vez baja los precios, y jamás en el departamento de joyas preciosas.

El precio alto es el secreto, aparte de tener los mejores diseñadores y materiales de calidad. Cuanto mayor sea el precio, mayor será el valor, más deseable se vuelve el objeto.