La abrumadora victoria de Jair Bolsonaro en las elecciones brasileñas le debe mucho a una estrategia agresiva de viralización en WhatsApp.
La figura de Bolsonaro, cuya confirmación en el ballottage parece inevitable, ha sido asimilada a la que protagonizó en su momento Donald Trump en múltiples aspectos. No solo el candidato se impuso por sobre la corrección política y buena parte del establishment mediático y cultural sobre amplios sectores de la población a fuerza de virulencia verbal, racismo y solidaridad con tópicos derechistas, sino que hizo pie en las redes sociales mucho más que en los medios tradicionales. Un terreno fértil, por otra parte, para la proliferación de fake news.
Si Facebook fue el medio predilecto para la campaña trumpista de atemorización pública, Bolsonaro se hizo fuerte en WhatsApp. Así, muchos votantes compraron noticias falsas cuando recibieron la novedad de que Haddad se había retirado de la competencia presidencial, o de que grandes empresas se preparaban para despedir a un millón de personas ante un eventual triunfo del petista. En India, las recientes elecciones también fueron llamadas “las elecciones del WhatsApp”. Argentina, con una campaña electoral en ciernes, tiene en estos casos un espejo interesante para observar lo que puede llegar a pasar.
Los escándalos que involucraron a Facebook a raíz de la última campaña presidencial estadounidense explican en buena parte los cambios de algoritmo que ahora limitan la circulación de información de origen dudoso en su plataforma, con los debates consecuentes en torno a la libertad de prensa y el poder de censura.
No solo por este motivo WhatsApp se ha convertido en el nuevo medio privilegiado para las campañas oficiales y también para las campañas sucias. Hay que tener en cuenta que en Brasil, por ejemplo, 122 millones de personas usan WhatsApp (un 60% de la población). Si bien todavía no permite publicidad, la plataforma de mensajería, adquirida por Facebook hace cuatro años, ya se ha percatado de su potencial: una actualización reciente ha habilitado cuentas “de empresa” que permiten enviar mensajes a millones de usuarios con previa autorización.
En Brasil, la utilización de medios digitales está regulada por la Ley 13.488. Pero más allá de la campaña oficial, Bolsonaro ha estirado las normas hasta el paroxismo por vías informales. En una entrevista televisiva, el candidato ha declarado que no se hace responsable por aquello que difunden sus seguidores voluntarios, en quienes descansa la campaña negativa sobre el candidato del PT. Con ese argumento, se calcula que ha logrado integrar miles de grupos de WhatsApp y ha llegado a millones de votantes con un mismo mensaje en cuestión de segundos desde cuentas falsas. Esto no podría hacerlo sin la contratación de grandes servidores que le proveen miles de chips no identificados y enormes bases de datos segmentadas sociodemográficamente.
Esta campaña hizo pie especialmente entre los evangelistas, señaló el contricante Haddad en una denuncia que logró que el Tribunal Superior Electoral mandara a remover 35 noticias falsas de Facebook y Google, una medida evidentemente inocua.
El potencial de viralización en WhatsApp es inmenso. Y, como ocurre en otras plataformas (Twitter, por ejemplo), los contenidos con mayor interacción son los que exaltan el odio y el enfrentamiento social.
*Socios de RTP Advisory, empresa de contenidos digitales.