Con la perplejidad que inevitablemente sucede a un atentado terrorista sangriento y rayano en el absurdo, este ombudsman acompaña y comparte el dolor por la tragedia y hace un esfuerzo para acotar sus comentarios a lo que este diario publicó en su edición de ayer. Debe señalar, así, un error que considera grave en el titulado y el tratamiento de la información publicada en su portada y en la página 36. En tapa se anunciaba, con las dos fotos principales y título, que Silvina Pereyra, una argentino-española residente desde hace diez años en Barcelona, estaba entre las víctimas fatales del atentado. La falla no estuvo allí, sino en el tratamiento interior: el título de la nota decía que “por primera vez, el yihadismo cobró víctimas de la Argentina”, completando la información con esta bajada: “Una mujer radicada en la capital catalana y una italiana que vivía hace 60 años en nuestro país fueron arrolladas”. Hay, en este texto, un error conceptual y uno menor. El menor: que Carmela Lopardo, turista de nacionalidad italiana que paseaba por Las Ramblas al momento del atentado, vivía en nuestro país desde hace cuarenta años, y no hace cuarenta años, como se publicó. No es lo mismo.
Vayamos, entonces, a la falta mayor: el 17 de marzo de 1992, el estallido de un coche-bomba destruyó la Embajada de Israel en Buenos Aires, provocando la muerte de 29 personas y heridas a otras 294. Siete años después, la Corte Suprema confirmó que la autoría debía ser adjudicada a la Jihad Islámica, por vía de la organización Hezbollah. El periodista Raúl Kollmann consignó detalles del fallo en una nota publicada entonces por el diario Página/12: “La Corte pone como evidencias “incontrastables” los comunicados entregados anónimamente en dos diarios del Líbano, An Nahar –que tiene editoriales en inglés– y L’Orient-Le Jour, órgano francés. El director de An Nahar declaró que el comunicado de Hezbollah “tiene el estilo habitual de la organización” y los dos órganos libaneses también transcribieron un sermón del líder espiritual del Hezbollah, Mohamed Fadlallah, en el que habría dicho textualmente que “los combatientes musulmanes han probado, luego del asesinato de Abbas Mussawi –jefe de la Jihad– que sus manos pueden llegar a la Argentina”. A Hezbollah se le adjudicó también la voladura del coche bomba que en 1994 destruyó la AMIA, mató a 85 personas y provocó heridas en otras 300.
Yihad es una palabra árabe cuya traducción literal es “lucha”. Se la interpreta, tanto en el seno de las comunidades árabes como fuera de ellas, como “guerra santa, en nombre de Alá”. Esto está corroborado por numerosas fuentes –sin controversias– con un agregado: existe una “yihad mayor”, interpretación espiritual que sintetiza “el esfuerzo que todo creyente debe realizar para ser mejor musulmán, mejor padre o madre, esposo o persona”; y una “yihad menor”, de inspiración y praxis violentas, que sirve de sustento a las acciones del llamado yihadismo.
No es objetivo de este ombudsman profundizar en el tema, sino simplemente marcar el error cometido al editar la nota de Agustina Grasso (que también incurrió en él al redactar su texto) en la sección Internacionales.
Otras perlitas sabatinas. En la edición de ayer pueden observarse también algunas decisiones poco felices:
*Se dice en tapa, en un encomillado atribuido al gobernador salteño Juan Manuel Urtubey: “Cristina no nos representa”. Esa generalización no se corresponde con el texto de la página 8: “A mí no me representa”, dijo, lo que limita su apreciación sólo a él.
*El título principal de la portada afirma que “Macri apuesta al ‘efecto euforia’”. El copete amplía el concepto, suma precisiones y adjudica al Presidente conductas que la nota interior –en página 4– no sustenta con fuentes identificables. El texto abunda en referencias como éstas: “…un funcionario que lo llamó el jueves por la tarde…”; “…le comentó a otro más tarde…”; “…analizan cerca de Macri…”, “el análisis que transmite el Presidente…”; “…cerca de Macri dicen…”. Y hay más, en todos los casos sin precisiones de identidad o función. No es buena práctica periodística si se pretende sostener la credibilidad del medio.
*En las páginas 16 (Política) y 26 (Economía) se repite información sobre la imputación de una fiscal contra el ministro de Energía y la jefa de la Oficina Anticorrupción, Juan José Aranguren y Laura Alonso, por una denuncia de Pino Solanas.
En la mira. Los lectores Bernardo Canaves y María Inés Cingolani apuntan sobre las columnas sabatinas de Artemio López, sin ahorrar comentarios adversos. Este ombudsman insiste en la defensa de un criterio editorial que se mantiene a lo largo de los años en PERFIL: multiplicidad de voces, de miradas y de ángulos de análisis. Ayer, López “bajó un cambio” en su euforia kirchnerista pre-PASO, aunque seguramente sus apreciaciones no serán aceptadas por los lectores que lo critican. Es un riesgo que este diario debe aceptar si pretende mantener la pluralidad de opiniones.