CULTURA
opinión

El libro sobre el libro

Tres años con Derrida es un formidable relato de cómo se gesta y se desarrolla un proyecto editorial de envergadura.

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Cuando en 2010 apareció en Francia la biografía de Derrida, tuve de entrada una serie de resquemores, que bien podrían llamarse prejuicios. El primero, que fue publicada por Flammarion, gran grupo editorial, de esos que suelen publicar de todo sin demasiado criterio, pero siempre con un fin comercial antes que cualquier otro. Tal vez hubiera esperado que se editara en Galilée, casa en la que Derrida publicó buena parte de su obra, en la que incluso codirigió la colección más importante del sello y en el que publican también autores en diálogo con él. El segundo prejuicio fue el autor –Benoît Peeters–, de quien sabía que había publicado, entre otros libros, una biografía de Tintin –también en Flammarion– es decir, algo bastante alejado del tema en cuestión. Este segundo prejuicio empezó a desinflarse cuando hablé con Michel Lafon –autor junto a Peeters de Escribir en colaboración–, alguien en quien confiaba mucho, que me recomendó vivamente el libro. Y el primero y más importante prejuicio cedió cuando leí el Derrida: es una gran biografía. Sin ser una biografía total al estilo anglosajón, pero tampoco un texto impresionista sin demasiados datos (como suelen ser los libros de la colección de biografías de Flammarion), sin ser Peeters del riñón derridarianio –lo que le permite tomar distancia cuando es necesario– pero siendo siempre respetuoso y escrupuloso en la información, sin ser solo una biografía intelectual, pero sin caer tampoco en chismes privados sin importancia, Derrida, de Benoît Peeters, es una de las grandes biografías contemporáneas (hay edición en castellano en Fondo de Cultura Económica).

A su vez, Peeters firmó también contrato para publicar, al mismo tiempo que la biografía, un cuaderno de notas del trabajo del biógrafo, especie de making-off de las tareas de investigación para el libro, menos dedicado a Derrida que a la intriga de la investigación, en el que aparecen breves y perfectos retratos de los intelectuales –amigos, ex amigos y enemigos– que prestan testimonio sobre el biografiado. Publicado entonces en francés en ese 2010, acaba de aparecer en Buenos Aires (Tres años con Derrida. Los cuadernos de un biógrafo. Ubu Ediciones, 2020. Traducción de Vicenç Tuset, prólogo de Alberto Giordano). Contra las 740 páginas de la biografía, las 240 de los cuadernos son igualmente notables e igualmente difíciles de resumir en poco espacio, tan llenos están de líneas que se abren, comentarios pertinentes y una trama de suspenso sobre el resultado final que, aun sabiendo que terminan bien, no pierden un ápice de su encanto. 

De los múltiples aspectos que dispara el libro, quisiera reparar en uno: Tres años con Derrida es un formidable relato de cómo se gesta y se desarrolla un proyecto editorial de esa envergadura. Comienza con el almuerzo en el que la editora le propone la idea y termina, tres años después, como indica el título, con la entrega del manuscrito. Entretanto, a lo largo del libro hay notas sobre la cuestión de los costos de la investigación, el anticipo económico y, sobre todo, la aparición de otro autor que está llevando a cabo también una biografía de Derrida, al que hay que ganarle llegando primero y mejor. Quedan para otro comentario los retratos antes mencionados de buena parte de los intelectuales franceses a los que entrevistó, todos exquisitos.

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