CULTURA
Peritaje inconcluso

Una novela de duelo, del proceso de escribir y con música que va de 2 minutos a Devendra Banhart

La ópera prima de Ignacio Unrrein editada por Mansalva tiene como punto de partida la muerte de una novia de la adolescencia y atraviesa el proceso errático del dolor y de intentar contarlo.

Ignacio Unrrein
Ignacio Unrrein | Nestor Grassi

El arquitecto y artista visual Ignacio Unrrein usa como punto de partida la muerte de la novia del secundario para escribir su primera novela, Peritaje Inconcluso. "Esta es una novela mántrica porque la locura de la pena vuelve una y otra vez. Y también es un ensayo sobre cómo el arte es lo más serio del mundo, sobre todo para lidiar con esa pena”, acierta en señalar Fabian Casas en la contratapa del libro.

“Prendí el fuego con dos fósforos. Cuando me agaché para soplar me encontré con tu nombre que se repetía arrugado en distintos avisos. Sobre ellos, que comenzaban a desaparecer, tiré la colilla de un cigarrillo. Después otra. Después otra. Y después meé encima. Agarré una pala y tajeé el suelo. Gire la perilla del equipo hasta hacerla chocar a la derecha, para tapar el sonido de mi recuerdo con vos”, así es el primer paso que el protagonista da para sumergirse en el duelo mientras suena “Lejos estoy” de 2 minutos.

La novela parte del dato autobiográfico trágico, pero también es un repaso por la literatura, por la dificultad de escribir, sobre el amor, sobre las reacciones irracionales frente a la certeza de que la chica que besaste en el viaje de egresados puede morir en un accidente de tránsito. Y el tono que elige el autor para contar su historia se compone de fragmentos, de una serie de hechos para intentar reconstruir a esa persona que no está y a la vez armar un relato.

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Ignacio Unrrein


Ignacio Unrrein nació en Buenos Aires en 1987, se graduó como arquitecto en 2012 por la Universidad de Buenos Aires y, desde 2015, es doctorando en Artes (UNA). Su producción artística ha sido expuesta en muestras colectivas e individuales tanto en su país como del extranjero. Entre los reconocimientos a su trabajo se cuentan el 2° premio en la categoría Escultura del Salón Nacional de Artes Visuales 2022, la mención especial del jurado en la sección Arte Cerámico del Salón Nacional de Artes Visuales 2021, el 2° premio en el YICCA Prize 2019 (Zagreb, Croacia), el 1° premio en el Malamegi LAB. 2018 (Roma, Italia), la Beca de Finalización de Doctorado de la UNA (2021), la Beca Creación del FNA (2019), el subsidio de Mecenazgo del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2015, 2020, 2021, 2022) y el Fondo Metropolitano de las Artes (2021).

Peritaje inconcluso tiene mucha música, variada y exacta para graficar una generación que está empezando a dejar los treinta. El protagonista del libro elige escuchar “Four to the floor” de Starsailor para evocar las salidas a bailar antes de la tragedia. También suena a lo largo del relato Devendra Banhart, el álbum In rainbows de Radiohead. Es un texto con soundtrack.

Ignacio Unrrein
Ignacio Unrrein en su taller (Foto: Néstor Grassi)

La gracia del texto también pasa por la sutileza para elegir escenas que evocan esas viejas ansiedades adolescentes, un primer encuentro en una pileta en la que, con sutileza, empieza el primer ritual de acercamiento: “El verde las venecitas remata en unos vestuarios de escasos metros cuadrados en los que se intercambia constantemente la función femenina-masculina de los baños. Voy reiteradas veces intentando quedar solo con vos, y que nos desnudemos desaforadamente. Nunca lo logro”.

Luego de la muerte, el protagonista narrador se ve envuelto en una serie de acciones para seguir moviéndose hacia adelante: compra un ataúd en el que entran dos personas, imprime un plotter de tamaño real de su novia muerta, divaga con la posibilidad de recrear la “mezcla exacta del olor” de su piel y el perfume que usaba. Todo esto en presente cuando de la muerte ya pasaron muchos años y por eso puede escribirla.

Ignacio Unrrein
Ignacio Unrrein (Foto: Néstor Grassi)

La idea de la novela comenzó a gestarse luego de contactarse con la escritora Natalia Moret y asistir a uno de sus talleres de escritura tras graduarse de la facultad. “Antes de empezar el taller sabía que iba a escribir sobre lo que pasó, fue como una idea latente, tuve la convicción de que eso iba a pasar, pero el taller termina siendo una afirmación de algo que estaba convencido que iba a terminar acá”, contó el autor en diálogo con PERFIL.

Unrrein reconoció que el proceso posterior a la publicación fue difícil porque, al basarse en personas y hechos que ocurrieron, implicó que muchas de esas personas leyeran parte de su vida allí. “Mis viejos leyeron la novela y se encontraron con otro hijo también”, pero reconoció que “si hay algo increíble que tiene la literatura es esa capacidad que que nos da para poder compartir”.

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El libro, aunque tiene un punto de partida triste, pero tiene su costado luminoso, al respecto Unrrein reconoce que fue su búsqueda. “Descubrí que no tenía que trabajar ni en un plano de la tristeza ni de la luz total y creo que el acto de escribir podía estar en el interior de esas cosas que se oponen, pero ser como una entidad aparte”.

Cuando en "El Aleph", Jorge Luis Borges escribe sobre el duelo de su protagonista narra: "La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita". Esa misma fragilidad queda pintada en un fragmento agridulce de Peritaje Inconcluso: “A veces siento que nuestra historia es una ventana a la cual me puedo aproximar para ver que lo que vivimos no fue gran cosa. Me pone mal.”

RB/fl