Tal vez sea porque crecieron a la sombra de un modelo experto en eso de esquivar balas. O porque se formaron bajo el riguroso código del “todo pasa”. En una de esas se trata de algún mecanismo de defensa. Lo cierto es que la familia Grondona tomó con calma la denuncia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Que hayan acusado a Don Julio de cobrar quince millones de dólares por sobornos es, dicen sus hijos, una cuestión que toman casi con tranquilidad.
Humberto, el mayor de los tres herederos, es el entrenador de la selección sub 20 y está en pleno Mundial de Nueva Zelanda, preocupado por el pobre 2-2 contra Panamá en el debut del viernes por la noche. Julito tiene que resolver sus propias cuestiones como presidente de Arsenal: el equipo todavía no ganó ninguna de las trece fechas que disputó y cierra la tabla con apenas cuatro puntos. Y Liliana, la única mujer de la tribu Grondona, dice que la acusación a su padre le resultó “indiferente”.
Herederos. Arsenal es el club más hermético del fútbol argentino. Como los directivos saben que no dependen de una elección para seguir como miembros de la comisión directiva, no mantienen un trato abierto con los medios y guardan puertas adentro cualquier tipo de conflicto. De todos modos, allegados a Julito aseguran que está más preocupado por el presente de Arsenal que por las denuncias contra su padre.
Desde la muerte de Don Julio hace poco menos de un año, el club entró en un tobogán sin freno. La llegada del entrenador Ricardo Caruso Lombardi hace apenas una fecha, tras siete derrotas consecutivas, fue el recurso que encontraron para enmascarar decisiones erradas. Y mientras Arsenal intenta salir del fondo del pozo, Julito hace lobby: él mismo se jactó de haber hablado con dirigentes de la Conmebol para evitar una sanción dura a Boca tras el escándalo del gas pimienta. Aunque no es dirigente de ninguna asociación ni de los clubes implicados, la gestión que hizo a pedido del propio Daniel Angelici fue efectiva. “Me pidieron una gauchada”, fue su sintética explicación.
Otro tema que preocupa a Julito fue la reelección de Joseph Blatter como presidente de la FIFA. En realidad, lo fastidió que la AFA haya votado al candidato opositor Alí bin Al-Hussein. Lo tomó como una traición a su padre, hombre de confianza del mandamás de la FIFA durante más de quince años. Por eso, es probable que en la reunión del comité ejecutivo del próximo martes haya algún pase de factura entre Julito y Luis Segura, el presidente de la AFA.
La pobre campaña de Arsenal y la elección presidencial en la FIFA fueron los focos de atención de Julito en una semana más que convulsionada. Las denuncias y acusaciones contra su padre, dice, lo tienen sin cuidado. Aunque Don Julio no esté para defenderse.
La postura de Humberto es similar. Desde Nueva Zelanda, en pleno Mundial sub 20, le confió a su entorno que no le interesan las denuncias, que ése es un problema de las personas que están involucradas. “No da que hablen de mi padre cuando no está para defenderse, pero es normal que ocurra. Siempre vivimos así”, confió el entrenador del Juvenil, y agregó: “Se escudan en un muerto cuando tienen que investigar a los vivos. A los vivos que son unos pillos”.
La calma de Humberto en la isla oceánica está afectada por el empate del viernes y por el partido del próximo martes contra Ghana. El resto, dice, no está en su agenda de preocupaciones. La misma postura tiene Liliana. A través de su hija, le explicó a PERFIL que la causa judicial que incrimina a su padre en el cobro de sobornos le resulta “indiferente”. Liliana dice, además, que está “muy tranquila” a pesar de las versiones que circularon durante toda la semana. “Sé quién era mi papá –finaliza–. Y no puedo ponerme a la altura de los denigrantes.”
El legado sigue. Don Julio dejó aquella famosa frase como una herencia indeclinable. “Todo pasa”, sentenció. Y sus hijos entendieron todo.