“Todos los sábados la Sociedad de Quinteros de Santa Fe realiza ferias donde se disminuyen los valores de los productos frutihortícolas en un 40% en líneas generales. Abre de 7 a 13 y circulan entre 4 mil y 5 mil personas”, indicó Pablo Vernengo, Director Ejecutivo de Economías Regionales de CAME al referirse a cómo se pueden achicar las brechas de precios entre productores y consumidores. Y también acusó recibo al destacar la necesidad de sostener a otros actores. “Claro que sabemos que hay que encontrar el lugar justo para no destruir el comercio minorista”, agregó.
Vernengo diferenció entre los productos verdes (frutas y hortalizas) y los rojos (carnes y subproductos). “Todo lo que es carnes y sus derivados manejamos indicies lógicos y racionales. De hecho, la brecha más chica está dada sobre huevos y carne de novillo. En este caso existen muchos productores, consignatarios, hay un mercado transparente (Liniers y Rosario), y muchas bocas de expendio. Cualquier actor que saque el pie del plato, el propio sistema lo aparta. Pero, en frutas y hortalizas si bien hay un gran mercado concentrador (Mercado Central que es referencia para otros 43 mercados), la mayoría de los actores trabaja con un portafolio reducido, con lo cual un demandante para abastecerse necesita contar con varios operadores lo que incrementa los intermediarios. Por otro lado, no es un mercado que yo llamaría transparente. Es más informal y para transparentarlo se requiere que vuelvan los remates de media mañana (antes de la época del Secretario de Comercio Guillermo Moreno) porque al converger oferta y demanda saldría un precio más claro”, analizó el Director Ejecutivo de las Economías Regionales de la Cámara Argentina de la Pequeña y Mediana Industria.
Paralelamente, en el sector de “verdes” cobra protagonismo su límite de perecederos. “A un productor que da en consignación sus mercaderías no le queda otra que quedar en manos de su distribuidor. Y si bien otros venden directo a los hipermercados, estos tienen sus propias reglas como pagos a 120 días que los productores no pueden soportar porque no tienen espaldas financieras”, dijo.
En este contexto la CAME impulsa la Ley de Góndolas que cuenta con la media sanción de la Cámara de Diputados y espera este año tratamiento en el Senado. “Es el paso inicial para tener presencia en góndolas y en especial será una referencia para empezar a trabajar en Comercio Justo para que se respeten las condiciones comerciales, se fomente el consumo regional, que no haya abuso en los tiempos y que el precio sea justo”, valorizó. Para mostrar que esto funciona y se puede extrapolar, Vernengo avaló la experiencia que desarrollan en la ciudad de Santa Fe.
Por otra parte comentó el trabajo que realizan con productores de peras y manzanas del Alto Valle que envían fruta para las ferias itinerantes de la Ciudad de Bs As. “El feriante vendía un producto de altísima calidad a $50 cuando el comercio lo vendía a $75. Por otra parte, el productor que cobraba en finca entre $9 y $12, con esta iniciativa recibió $35/kg”. Sin embargo también indicó la importancia de mejorar algunas cuestiones. “Falta coordinar la logística entre nuestras asociaciones de productores y la de las ferias. De nada sirve cargar un equipo por única vez. Hay que hacerlo con regularidad para lograr mayor inserción y se puede replicar con otros productos”, dijo.
Otro de los puntos a considerar es la fuerte presión de los costos y los cambios de precio. “Mes a mes con los aumentos del combustible nuestros costos aumentan. Además, en 2019 la demanda se retrajo 40% por tema precios. Y hoy el consumidor siente en el bolsillo ir a la verdulería. Sin embargo, durante todo el año la lechuga, por ejemplo, no tuvo aumento, las peras aumentaron un 16% y las naranjas 22% contra una inflación de 53,8% mientras que todos nuestros costos acompañaron la inflación”, comentó. Y explicó por qué – a su entender-, algunos precios registraron saltos fuertes y otros estuvieran casi estables. “Ante una gran oferta y una escasa demanda se baja el precio, pero el productor no fija el precio sino que lo hace el intermediario, el operador o el comerciante”, comentó. Aquí vale resaltar que históricamente viene en caída la participación del productor en el precio final. “Idealmente debiera ser el 33% y hoy estamos en promedio entre productos rojos y verdes en 24% pero hay productos (en especial los que se exportan) donde la participación no llega al 13% y en el caso de la manzana es apenas el 8%”, esgrimió.
Finalmente, vale rescatar la idea de lo desprotegidas que se encuentran las economías regionales. “No hubo y no hay políticas para estas economías. Nos llenamos la boca pero en el papel no pasa nada. Y nuestras producciones son de alto riesgo, a cielo abierto”, criticó. Una plantación lleva 4 meses hasta su cosecha y la mayoría de la fruta proviene de plantas perennes. Una plantación de duraznos, por ejemplo, necesita 7 años para entrar en plena producción. Como si fuera poco, cada vez hay menos productores. “Desde 2002 al 2018 hay una caída de productores del 25%. La estructura familiar las abanadona en general por falta de competitividad. Y con esta reducción viene la concentración”, alertó.
Frente a esta realidad, la CAME insiste en que se pueden hacer cosas. “Con más de 80 asociaciones de productores queremos participar en el programa de Lucha contra el Hambre. Queremos que este mercado que tenemos en Santa Fe sea visibilizado como algo que puede dar respuesta en forma rápida para mejorar la condición del consumidor y la posición del productor, porque sin rentabilidad todo lo que es obligaciones fiscales, buenas prácticas o lo que sea es muy difícil que el productor lo lleve a cabo, sino que la situación empuja a la informalidad”, concluyó.
LR EA