Para intentar conseguir algún flujo de dólares, el Gobierno presentará distintas opciones de acuerdo con el Club de París el lunes en una reunión en Francia que encabezará el ministro de Economía, Axel Kicillof, en un intento por mitigar temblores financieros y la caída de reservas.
La oferta final “todavía está en elaboración”, según fuentes de Economía, y Kicillof lleva una serie de parámetros para negociar. Para el pago de los cerca de US$ 9 mil millones de la deuda, se contempla una entrega de bonos mientras que, según trascendió, no se descarta un pago inicial en efectivo.
Pese a que algunos organismos como Naciones Unidas recomendaron “discutir el monto de la deuda”, el Gobierno no cuestionaría la cifra, que incluye –además de intereses– los desembolsos que los financistas hicieron a la última dictadura militar.
Consultados por PERFIL, los responsables del grupo de acreedores con sede en la capital francesa esperan una propuesta argentina, pero evitan especular sobre el formato que tendrá esa iniciativa.
Kicillof viajará mañana con el nuevo secretario de Finanzas, Pablo López. A ellos se les unirá el ex ministro y embajador ante la Unión Europea, Hernán Lorenzino, quien está en Bruselas, y el ex secretario de Finanzas y hoy coordinador de la Unidad de Deuda, Adrián Cosentino, que ya está en París. La vuelta está prevista para el martes. En Economía esperaban que viajara también el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, aunque fuentes de su entorno lo descartaron. “Tiene una larga agenda de reuniones con empresarios”, aseguraron.
Los acreedores plantean que si la Argentina no ofrece un plazo corto de pago –de 18 meses como máximo– debe intervenir el Fondo Monetario Internacional (FMI) como agente de monitoreo del desembolso; en tanto, el Gobierno planea un cronograma de hasta diez años, con bonos, en un esquema similar al acordado con las empresas que tenían laudos del Ciadi a favor. “Ver para creer”, comentó cautamente ayer un funcionario de la Dirección del Tesoro del ministerio francés de Finanzas, que coordina las actividades de ese club informal.
Después de una serie de anuncios fallidos de pago al Club de París, los funcionarios que coordinan el grupo de acreedores –el director del Tesoro, Ramón Fernández, y su adjunta, Delphine d’Amarzit– son cautos sobre trascendidos.
Si no hay pago total, será necesario pasar obligatoriamente por una reestructuración para definir las condiciones de pago del saldo pendiente. A menos que el gobierno de Cristina Kirchner decida pagar el saldo todo junto, los estatutos del Club de París prevén la intervención obligatoria del FMI. Hasta ahora, el Gobierno se rehusó a aceptar esa condición, pero si el Fondo le da el visto bueno a un nuevo índice de precio, se podrían retomar las auditorías periódicas.