Si atendiéramos a la
nacionalidad de la compañía que es la accionista única de Petersen Energía SA
(PESA) -la reciente compradora de 14,9% de YPF- deberíamos hablar de una
"australización" de YPF, más bien que de
argentinización. En efecto, ahora se ha sabido que
Petersen Energía PTY. LTD., la sociedad propietaria al 100 % de la española Petersen
Energía SA, está constituida en Australia (no en Panamá) y que tiene su domicilio en
Towers 525 de Collins Street de Melbourne (Australia).
El dato, en todo caso
anecdótico, es revelador de que en el mundo de la globalización financiera, hacer
referencia a la nacionalidad de las compañías transnacionales,
es un mero ejercicio de retórica.
Otro dato
significativo, que se desprende de los documentos suscriptos en Madrid entre
Petersen Energía SA y Repsol YPF SA el pasado jueves 21,
es que la letra chica del acuerdo confirma que el Grupo Eskenazi no ha desembolsado en
efectivo ni un solo dólar.
Por ejemplo, el pago de 10 % del valor de 14,9 % de las acciones de YPF que ha
comprado,
equivalente a un importe de 201 millones de dólares, no se abona en efectivo sino mediante
la cesión del derecho al cobro de la porción de dividendos del ejercicio 2006 de YPF, que
tiene que percibirse antes del 15 de mayo de este año.
Repsol ha vendido a PESA 58.603.606 acciones de la clase D de YPF por un importe de 2.235
millones de dólares (es decir a un precio de 38,137 dólares por acción) y el pago de 1.018.850.000
dólares se efectúa mediante la transferencia a Repsol del importe del crédito (Crédit Agreement)
concedido por un consorcio de bancos internacionales integrado por
Crédit Suisse (601 millones de dólares), Goldman Sachs (100 millones) BNP Paribas (175
millones) y Banco Itaú Europa (150 millones).
Luego,
otros 1.015 millones de dólares son financiados por la propia petrolera española,
a través de un crédito del vendedor (vendor'loan) y los 201 millones de dólares que restan hasta
completar el precio de compra se efectivizan a través de la cesión del derecho al cobro de
dividendos, tal como ha sido consignado.
El préstamo de Repsol ( vendor'loan)tiene un período de carencia de cinco años, con una tasa
de interés de 8,12 %.
Es decir que Repsol empezará a cobrar recién a partir del 15 de mayo de 2013, en plazos de
seis meses, hasta 2018. Pero como por otro lado a PESA se le garantiza la percepción de
los dividendos de YPF -que tendrá un pay out (parte del beneficio que se destina a dividendos) de
90 %- podrá usarlos para pagar ese crédito. El préstamo de 1.026 millones de dólares obtenido de
los bancos internacionales devengará una tasa de interés de 8,65% y también deberá ser cancelado en
cuotas semestrales a partir del 15 de mayo de 2008, hasta el 15 de noviembre de 2012.
Para hacer frente a esos primeros pagos, se ha pactado la distribución de un dividendo de
850 millones de dólares para el próximo ejercicio (de los cuales PESA debería recibir 14,9%, es
decir 127 millones).
Las acciones vendidas por Repsol quedan prendadas en garantía de los bancos
acreedores y PESA no podrá transferirlas (cláusula de lock up) durante el plazo de cinco años.
En cualquier caso, Repsol se obliga a pagar a las entidades financieras en caso de
incumplimiento de PESA. Resulta prematuro hacer números, y con mayor razón sin tener todos
los datos sobre la mesa,
pero la impresión que se tiene con la lectura de los documentos firmados entre Petersen
Energía SA y Repsol YPF SA es que se ha diseñado una operación financiera para dotar de liquidez a
Repsol, con el concurso de entidades financieras internacionales.
Lo que no se alcanza a observar es el aporte financiero real del Grupo Eskenazi,
(salvo que por "aporte" se entiendan las utilidades generadas por la propia YPF).
No deja de ser sorprendente, en un mundo en el que nada se regala ni se cede
gratuitamente.