Como nunca en el kirchnerismo, la discusión salarial se volvió decisiva para el futuro del modelo. Tras la devaluación y la aceleración de la inflación, el Gobierno tiene un objetivo tan opuesto a su discurso como evidente en la negociación con los docentes: que los sueldos suban lo menos posible para que, aun a costa de una caída del consumo de las familias, las empresas acomoden sus números y, especialmente, vuelvan a exportar para generar divisas.
Economistas de todas las tendencias hacen pruebas para saber cuál será el impacto de una determinada cifra promedio de aumentos de sueldos en el costo de vida anual. La mayoría habla de que se está por encima de los números de la década, con pronósticos de incrementos de salarios de entre el 28 y el 35-37% que pueden terminar poniendo la inflación cerca de un inédito 40% en el peor de los casos.
El escenario es complejo. El primer trimestre se encamina a cerrar con una inflación del orden del 10 o 12%. El propio Indec debutó con un índice nacional de 3,7% en enero y el 17 de marzo tendrá la prueba de fuego de reconocer otro mes de remarcaciones. Inflaciónverdadera.com midió un alza del 6,2%, en tanto que otras firmas arrojaron subas del orden del 4%.
No es que la inflación sea sólo efecto de la evolución de los salarios, sino que depende de más variables como la emisión y el gasto, el precio del dólar, las tarifas y la puja entre oferta y demanda.
Pero como el Gobierno decidió mover todo lo que estuvo quieto (llevó el dólar de $ 6,50 a $ 8 y planea eliminar subsidios en las facturas de servicios), el “ancla contra la inflación”, según la jerga de los analistas, será fundamentalmente el nivel de suba de los salarios, además del margen de rentabilidad que se intenta moderar a través del programa Precios Cuidados.
Así se explica tamaño enfrentamiento del Gobierno con los docentes, que van al paro. Se trata, como siempre, de la paritaria de paritarias, que “baja línea” al resto. Piden hasta 60% y la Casa Rosada ofrece 25%.
En 2010, la inflación fue de 23%, pese a que los sueldos subieron 29. Entonces, las tarifas no se movieron y la devaluación fue apenas 5%. Para tener una idea, sólo en enero de este año la devaluación fue del 22%. Qué pasará con los servicios públicos es una incógnita.
Los cambios son inminentes. El Ministerio de Economía trabaja con la AFIP para definir un esquema en el que los subsidios que congelan el costo de la energía se les retiren a los sectores de mayores ingresos. Como sea, habrá aumentos que tendrán un impacto, aunque la magnitud está en discusión.
En la oficina de Miguel Bein, el economista que la Presidenta citó semanas atrás, le ponen números al traslado de las subas de sueldos a la góndola, al menos en el Relevamiento de Precios Minoristas que hacen todas las semanas.
La canasta se reparte en el 60% de bienes y el 40% de servicios. Consideran que el 50% de los bienes relevados siguen los movimientos del dólar y el resto se rige por los salarios, mientras que 38 puntos porcentuales de los servicios se mueven según sueldos y sólo dos puntos por política regulatoria, es decir, tarifas.
Así, el cálculo es que tomando un dólar de 9,33 a fin de año (devaluación del 43%) y con un aumento de tarifas del 100%, si el promedio de los salarios sube 28%, la inflación rondará el 33,6%, mientras que si se homologan convenios del orden del 33% en promedio, la inflación estará en 37%. Esos números, que serían récord para la era K, implicarían una pérdida de poder adquisitivo de la gente del 4,2% en el primer caso, y del 2,9%, en el segundo.
“Tenemos un escenario inflacionario base del 30% y un proceso de aceleración en el primer semestre que lleva la proyección más arriba”, señala Jorge Todesca, ex viceministro de Economía.
“Pero habrá un segundo semestre que se ve más recesivo y por lo tanto, tal vez, con desaceleración de la inflación”, advierte.
“El resultado final va a depender de qué política fiscal, monetaria y cambiaria termine estableciendo el Gobierno, si es que lo hace”, explica. “No olvidemos que en estos meses se ha producido una pérdida del salario real del orden del 10%, de manera que podríamos decir que los salarios en realidad ya vienen siendo una suerte de ancla inflacionaria”, aclara Todesca.
“Yo te puedo decir que para el control de la inflación este año y para hacerla converger a niveles de 25% anual las paritarias deben cerrar por ahí también, en 25% como primera cuestión por estos días”, asegura por su parte Agustín D’Attellis, economista afín al oficialismo, aunque luego lo ata al resto de las variables.
“La inflación del primer bimestre es muy fuerte y deja arrastre y 2014 terminará con una inflación de 35 a 40%”, opina Rodrigo Alvarez, de Analytica. Hay otro problema: “Las paritarias eran la amarra suelta hasta el año pasado, mientras que ahora hay otra que es la devaluación”