ECONOMIA
VIDA COTIDIANA EN LA PRESIDENCIA DE MILEI

Sobrevivir en condiciones de "mínima": ser jubilados en primera persona

Viviendas precarias, falta de atención en salud y de alimentación adecuada son parte de una situación que se agrava: en 2023 las actualizaciones llegaron al 140%, mientras la inflación fue de 211,4%. Testimonios de una pesadilla.

Jubiladas
TESTIMONIOS. Alicia Altamirano (71), de Córdoba; Elisa Kuperman (75), de CABA, y Teresa Pacífico (65), de Santiago del Estero. | CEDOC

“Siento que la pesadilla empieza cuando me despierto todas las mañanas”, le cuenta a PERFIL Elisa Kuperman (75) al preguntarle cómo es vivir con una jubilación mínima en Argentina. Es la misma sensación que transmite la mayoría ante la falta de acceso a derechos básicos como la alimentación, una vivienda digna y salud. Cada vez más jubilados viven en edificios que funcionan como pensiones con baños compartidos, toman la mitad de la medicación que deberían o simplemente no pueden comprar los alimentos necesarios. A eso se le suma el maltrato: horarios reducidos para retirar medicamentos que deben cubrir las obras sociales, turnos con meses de espera y ayudas que son insuficientes o nunca llegan.

Elisa vive en CABA, es propietaria y cobra el haber mínimo. Desde 2018 cuenta con la asistencia del programa “Vivir en Casa”, cuyo objetivo es evitar lo que muchos jubilados como ella experimentan por estos días: el desalojo por falta de dinero para las expensas. Pero mientras la ayuda no se actualiza, los gastos sí. Desde hace un tiempo el monto que se otorga como garantía para que los adultos mayores puedan seguir en su hogar es de 12 mil pesos. “Yo estoy pagando $50 mil de expensas y cobro la mínima más el bono, que hace tres meses estaba bien, pero ya no llego a fin de mes. Después de pagar las expensas y todos los gastos, tengo que pedir prestado”, afirma.

Esas ayudas para los propietarios tampoco llegan en tiempo y forma. Todavía no recibió la de enero. En su situación “cada pesito cuenta”, agrega. Hace poco se recuperó de un cáncer de mama con un tratamiento cubierto por PAMI. El problema es que muchas veces no tiene dinero para pagar el transporte para seguir con los controles.

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Eugenio Semino: “Los jubilados se están muriendo de hambre"

Como otros jubilados que tienen hijos, recurre a la familia para hacer algunas compras. La tarjeta “Ciudadanía Porteña”, que tramitó mediante una declaración jurada, la tiene de manera provisoria: el tercer fin de semana de cada mes le depositan $8.000 para comprar alimentos en supermercados. La solicitó hace meses y sigue esperando la visita de una trabajadora social que constate su situación y le otorgue el beneficio definitivo, con un monto un poco mayor.

“Dicen que caen de sorpresa para que no puedas esconder cosas”, cuenta Elisa. Los jubilados tienen que justificar que necesitan una tarjeta de ayuda alimentaria demostrando que no tienen, por ejemplo, electrodomésticos relativamente nuevos.

 “Soy una persona muy activa, no me quedo quieta, pero siento mucha angustia. No hay derecho a que nos hagan pasar por esto”, asegura.

“La sensación que yo tengo es que uno pierde la dignidad. Es estar pidiendo por favor para comer o para viajar. Eso es lo más triste”, concluye.

 

Teresa: "Estoy quebrada emocionalmente"

Teresa Pacífico (65) vive en La Banda, a pocos kilómetros de Santiago del Estero. Es ingeniera agrónoma, pero, como no pudo viajar a hacer los trámites para validar algunos años dedicados a la docencia en Tucumán, se jubiló con la mínima.

 “Vivo en un galpón que acondicioné como casa. Armé una casita en un sector y dejé otro como para poder trabajar”. Hasta ahora, eso no fue posible. “Estoy en perfectas condiciones para trabajar, para seguir adelante, pero estoy quebrada emocionalmente. Cada nuevo día que empieza es un calvario. Es demasiada la angustia”.

Teresa cuenta que sufrió maltrato por parte de su familia y tuvo que empezar un tratamiento con antidepresivos, pero no le alcanza para comprar más de la mitad de la medicación que debería.

Un jubilado que cobra la mínima, aún con los bonos, perdió 9,4 haberes en los últimos 6 años

Entre las principales consultas a la Defensoría de la Tercera Edad, señaló el gerontólogo Eugenio Semino, están las liquidaciones mal hechas, los reclamos por falta de prestaciones, prótesis o medicamentos y cada vez más casos de maltrato y abuso.

“Tenemos ejemplos muy extendidos, muchos de origen familiar o de abandono. En muchos casos lo que vemos es a personas desprotegidas sin ningún tipo de contención social”, explicó.

“Quedé en situación de calle. Me vine a este galpón y ahí recomencé como pude. Cuando cobro me voy al mercado concentrador y compro medio cajón de tomates, medio cajón de zapallitos, la verdura que esté más barata. Después paso por la panadería, compro 2 o 3 kilos de pan y los guardo en el freezer. Y nada más, con eso me alimento. El resto es la farmacia”, comenta Teresa.

 

Alicia: "Se naturalizan las carencias"

La sensación de impotencia es generalizada. Alicia Altamirano (71) es artista plástica y docente jubilada, vive en Mina Clavero, Córdoba, y si bien no cobra la mínima tiene que seguir trabajando para llegar a fin de mes. El acceso a la salud es un problema cuando no abundan las especialidades médicas y se requiere incurrir en un gasto grande para poder trasladarse a la capital y atenderse.

Para conseguir su medicación para la presión, le informaron desde la farmacia, debe concurrir entre las 9 y las 11, o entre las 18 y las 20. “Tenemos nada más que dos horas a la mañana y dos horas a la tarde para que reciban nuestras órdenes. El otro problema es que para algunos estudios específicos no hay especialistas que atiendan por la obra social”.

 Si bien no alquila tiene a cargo a su madre, por lo que los gastos deben restringirse. “Hice una huerta para tener lechuga, tomates y aromáticas y no comprar. Como carne solo una vez por semana, pero es por elección propia. Mi madre sí. Ella cocina y le gusta invitar a sus nietas, pero ahora ya no lo hace como antes. Uno naturaliza las carencias. Eso me enoja, me da impotencia”, agrega.

Son cada vez más los jubilados que, como ella, no pueden jubilarse. Trabajan mientras la salud lo permite: “Yo tengo esa salida, pero sé que es una salida que muchos jubilados no tienen”.

Los haberes jubilatorios al borde de una "llanura de miseria": bonos acotados y una inflación desbocada

Desde Defensoría explicaron que, sobre todo en las grandes ciudades, hay un número creciente de jubilados que alquilan habitaciones con baño compartido porque no pueden pagar otra cosa o porque fueron desalojados de sus propiedades.

Durante 2023, repasó Semino, las jubilaciones subieron 140%, mientras que la inflación fue de 211,4%. Con la quita de la reforma jubilatoria propuesta por el Gobierno en la ley Ómnibus seguirá rigiendo la fórmula de ajuste trimestral, por lo que de diciembre a marzo los jubilados cobrarán el mismo haber. La compensación mediante bonos tampoco fue actualizada.

La realidad de Elisa, Teresa y Alicia es solamente una muestra de millones en la misma situación.

 

LT