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¿Dictablanda?

A ochenta años de la dictadura “progresista” del 43

El peronismo siempre ha presentado el golpe del 4 de junio de 1943 como popular. Una historiadora, basada en documentos que hoy pueden consultarse, arroja otra luz.

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Dictadura. | cedoc

El gobierno de facto iniciado el 4 de junio de 1943 duró tres años exactos. Pero poco se habla o discute de este período de la historia. El relato peronista insiste en que en esos tres años reinó un espíritu democrático y popular, a lo sumo, una dictablanda. Pero ¿es esto cierto? 

Torturas y detenciones ilegales. En un informe secreto de diciembre de 1943 el jefe de Policía de Chaco cuenta que hasta la llegada del gobierno militar tenía las manos atadas para ejercer la represión: 

“Los gobiernos ‘políticos’ anteriores por exigencias partidarias y proselitistas que disfrazaban de ‘un pretendido respeto a las libertades y garantías constitucionales’, neutralizaron con sus directivas, traducidas en libre albedrío para los agitadores tendenciosos y antisociales, la acción preventiva y represiva de las autoridades policiales… Recién ahora, es decir, a partir del 4 de junio, la autoridad policial no tiene trabas para su patriótico empeño y nada enerva su obligación de combatir, desarraigar y exterminar las organizaciones y las tendencias en pugna con nuestra nacionalidad”. 

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En el mismo expediente, se informa de la apertura de dos delegaciones de la Sección Especial de la Policía, una en Resistencia y otra en Las Breñas. La sección Espacial, era la que se dedicaba a detenciones ilegales y torturas. Las detenciones se realizaban sin realizar cargos y las personas permanecían privadas de su libertad bajo la figura de “detenidos a disposición del Poder Ejecutivo”. Sus expedientes, en su momento secretos eran girados al Ministerio del Interior. Se conservaron al menos tres testimonios de las torturas ocurridas en Chaco: Donato Coscio, Francisco Coscio y Nicolás Toledo que fueron presentadas a finales de 1955. Donato Coscio señala que fueron más de trescientas las personas detenidas y torturadas en Las Breñas. Al ser trasladado a Resistencia pudo comprobar que trabajadores de otros pueblos, como Villa Ángela o Villa Berthet, habían padecido los mismos suplicios. 

Lo ocurrido en Chaco no es una excepción, la Sección Especial de la Policía llega en estos años a todo el país. Pero en el territorio chaqueño es donde estos procedimientos resultan más numerosos. Guillermo Solveyra Casares, gendarme responsable de estos operativos, es mandado a llamar por Perón y felicitado por su labor. Luego, ya como presidente electo, lo convoca a montar un servicio especial de inteligencia destinado a combatir el comunismo. Éste será la División de Informaciones Políticas que actuará durante las dos primeras presidencias de Perón.

   

Educación. Las universidades fueron intervenidas y se produjo una ola de despidos. En escuelas primarias, tras decretarse la educación religiosa obligatoria se procedió también a expulsar a docentes socialistas, ateos o judíos. El objetivo era recristianizar las aulas y no se iba a permitir que nadie obstruyera ese proceso. 

Los despidos llegaron a tener un impacto local, por ejemplo, generando protestas de la comunidad en la zona de las colonias judías de Entre Ríos, que se vieron particularmente afectadas por las medidas. El rechazo de algunos docentes a conmemorar el aniversario del golpe militar fue también motivo de cesantía. En junio de 1944 se ordenó que se conmemorara el golpe militar en los colegios con actos escolares, los docentes cordobeses que se negaron fueron separados de sus cargos y se intervinieron algunos establecimientos educativos. 

En el Archivo General de la Nación se conservan las instrucciones del ministro del Interior a los interventores de las provincias en las que se indica la prohibición de que la prensa publique informes sindicales, noticias referentes al movimiento estudiantil o docente. Por eso, muchas de estas medidas y sus repercusiones se conocen recién ahora que podemos acceder a los reportes policiales o de inteligencia.

El fin de la Segunda Guerra. Cerca del final de la Segunda Guerra el Gobierno teme que en los festejos por el fin de la contienda se expresen reclamos contra la dictadura. Con antelación se envían instrucciones de que debe permitirse las manifestaciones, pero no tolerarse que éstas sirvan de excusa a reclamos locales. De ese modo, tanto las manifestaciones locales ante la derrota de Alemania, como, posteriormente, ante la rendición japonesa son reprimidas.  

El 15 de agosto de 1945 la represión a las manifestaciones en Buenos Aires, tras la rendición nipona fue especialmente brutal. Las crónicas periodísticas destacan la presencia de conscriptos y otros grupos armados apostados en distintos puntos del centro de la ciudad, junto con la presencia de francotiradores que actúan desde techos de edificios e incluso desde balcones de dependencias públicas que disparan contra los manifestantes.

Dos jóvenes, Enrique Beltrán y Enrique Blaisten de 24 y 16 años son asesinados. Blaisten cae muerto al recibir disparos provenientes de la Secretaría de Prensa. Él era alumno de Leónidas Barletta en el Teatro del Pueblo. Hemos encontrado un relato firmado por Barletta de lo ocurrido ese día:

“La entidad que dirijo tenía en ese entonces una compañía de adolescentes llamada ‘la rama verde’, a cuya formación artística me aplicaba porque eran los designados para ocupar la vacante de la compañía titular. (…) Al cese de la contienda mundial, con el triunfo de la democracia contra el nazismo, la población se lanzó a la calle a celebrar la victoria pese a la prohibición policial. El fervor democrático ciudadano tomó al mismo tiempo forma de repudio a la dictadura (…). Contrariando mis indicaciones de que los más jóvenes no anduvieran por las calles, en un momento en que me ausenté Enrique Blaisten y Saúl Jarlip, (…) tomaron una bandera del cuarto de banderas del Teatro del Pueblo y salieron a la calle. Una hora más tarde Saúl Jarlip volvía desesperado a decirme que su compañero Enrique Blaisten había caído herido ante la Secretaría de Prensa. Corrí a la asistencia pública y entre medio millar de heridos, tal había sido la represión policial, en la morgue hallé a Enrique Blastein con su sobretodo marrón oscuro, con una herida de bala en la mejilla, debajo del pómulo derecho, con entrada visible de arriba abajo”. 

Esta narración la realiza Leónidas Barletta el 22 de noviembre de 1955 con la esperanza que se demostró ilusoria de que se indagasen las responsabilidades del caso. Cuando ocurren estos sucesos, Perón era ministro de Guerra del gobierno militar. En amplios sectores, no es su accionar en la Secretaría de Trabajo lo que principalmente se le reprochaba, sino su desempeño en este otro cargo directamente vinculado con la represión.

El legado. Perón eligió asumir como presidente democrático el 4 de junio, en el aniversario del golpe militar que lo catapultó a la cumbre de la vida política argentina. Ese fue el primero de los homenajes que peronistas de ayer y de hoy realizarían a un gobierno dictatorial que no escamoteó recursos represivos. Que esos homenajes se repliquen hasta la actualidad solo se explica por el enorme desconocimiento histórico de lo acaecido en aquellos días.

*Historiadora. Autora de Perónleaks, una relectura del peronismo en base a sus documentos secretos, 1953-1955.