ESPECTACULOS
JOSÉ IGNACIO INTERNATIONAL FILM FESTIVAL

El festival pequeño que ilumina la región

Una cruza perfecta y nueva entre exhibición de cine y un think tank excepcional y plural, con productores premiados y hasta chefs de primera línea que ilustran la amplitud de ideas del evento uruguayo que merece la atención del mundo gracias a su inteligencia y corazón.

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Masivo. Las funciones gratuitas y al aire libre del festival incluyen películas nominadas al Oscar y cortos uruguayos: una combinación que reúne a miles de personas viendo films en la naturaleza. | GZA. PRENSA JIIFF

Cumplió 14 años. Es el José Ignacio International Film Festival, a un salto de avión de distancia desde Argentina. El evento que acaba de finalizar es, sin dudas, una de las experiencias más cruciales y atendibles del cine en la región, una que debería convertirse a la vista del mundo en lo que es: una oportunidad especial, excepcional, para generar una alteración necesaria en los modos y torpezas de los festivales de cine. Cocreado por Fiona y Mariana Rubio Pittaluga y Pablo Mazzola, director del Working JIIFF, lejos de la exclusividad que define al famoso punto turístico, el festival aprovecha la particularidad (desde la belleza natural abrumadora, sea de día o de noche, desde los rincones ABC1 donados y prestados con cariño al evento, desde los sponsors que hacen posible cada paso que se siente natural y esconde amable una tonelada de trabajo por segundo). Desde la particularidad de su hogar, de su epicentro, crea un refugio, un oasis, un instante, desde el sábado 13 al domingo 21, donde las formas del cine pueden frenarse para tomar impulso, justo al comienzo del año, y recalcular, o al menos ganar envión, lejos de la presión lobbista desquiciada de otros eventos más costosos, más cardinales en la agenda global, más pomposos y menos atentos a la posibilidad de un real encuentro (sea este real encuentro entre el público y el cine más celebrado de 2023 –aquí se dieron desde la hoy nominada al Oscar Anatomía de una caída a una función de la nueva de Wim Wenders con 1.500 espectadores– o un encuentro entre nombres vitales de la industria inglesa, directores del cine argentino, ganadores de Oscar, gestores de Chile, una enorme parte de la industria uruguaya, curadores de Honduras y así la lista).

Ya lo decía la misma Fiona Pittaluga a este diario: “Nosotros arrancamos como un festival de cine al aire libre en un balneario de veraneo donde no habían propuestas culturales y siempre pensamos ‘eh, las películas que sean profundas con una variedad de países y estilos, pero amables para un festival de verano para aire libre’. Es un festival que solamente tiene seis proyecciones en competencia, todas al atardecer, en sitios muy especiales, tanto es así que uno puede venir a la playa a almorzar, a hacer un picnic, y después venir a ver una película e ir a una fiesta. Entramos en la dinámica del verano y bueno, ese es el espíritu de la selección”. 

Cuadro de situación. ¿Alguna vez vieron una estrella fugaz pasar detrás de una proyección de cine? Así de fascinante, de mágica, puede ser una noche viendo Secretos de un escándalo, el film de Todd Haynes nominado al Oscar por Mejor Guion Original. Y ese es el corolario de un día, uno más, donde los diferentes órganos vitales que hacen JIIFF van latiendo por los rincones de José Ignacio. Por un lado, el Working JIIFF, un laboratorio, un rincón para el cultivo de proyectos de ficción de diferentes rincones de América Latina. Suena simple, difícil de leer o graficar, pero imaginen un pequeño descampado, perfectamente acomodado en sus tiendas, donde cineastas de diferentes géneros, con diferentes relatos, que van de Simón Bolívar a zombies, de familias en Punta del Este a ruinas generadas por Pablo Escobar puede hablar con programadores de renombre internacional como Violeta Bava (de Venecia, de New York Film Festival, alguien vital en nuestra identidad latina en el mundo del cine). O que puede recibir consejos de Vincenzo Marra, el cineasta italiano que ha ganado festivales como Venecia, y ayuda a construir los proyectos, su enunciación, su forma de existir en breve. Es el mismo Vincenzo quien dice: “Es muy importante la forma en la que se habla a los jóvenes, en que se les da un espacio, en que se trata a quienes quieren seguir haciendo cine”. 

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Ahí radica uno de los varios corazones de JIIFF: su vínculo con la industria, prestando atención a los realizadores uruguayos y latinos, y también a los gestores, programadores y exhibidores, entre otros rubros, de menos de 30 años. Un ambiente que en otros festivales quizás es más propenso a la tensión, al plástico, acá de inmediato confluye con la naturaleza. Entonces, en Casa Neptuna, un sitio concebido para incitar a la creación y diseñado por el genial Edgardo Giménez, se pudo disfrutar, en una mesa chica, llena de pasión y camaradería, de un ganador del Oscar como Daniel Dreifuss (uno de los productores responsables de Sin novedad en el frente) dando su sincera devolución a relatos que tienen muchas ganas de existir. En un mano a mano, como casi todos, que hacía simbiosis con la paz y relajo del lugar (y de los tutores, como en este caso de Generación J los tutores Emilia Mazza y Martha Orozco, responsables del gigante Kaleidoskopik). Ese es el espíritu, más cercano a Think Tank pero muchísimo más noble en sus nervios, y es responsabilidad de Pablo Mazzola, un productor, distribuidor, director de festivales y gestor cultural argentino, cuya capacidad de entender la cultura del cine y alterarla y expandirse es perfectamente coherente con lo que sucede en todo JIIFF. 

¿Un ejemplo más claro? Una charla distendida, entre mates y pantalones cortos, de Martín Pittaluga y Fernando Troca, dos gigantes del universo gastronómico, contando a emprendedores del cine sus aventuras, sus fracasos, sus alegrías. Con una sinceridad plena, con una entrega inusitada: otra vez, aprovechar los reales recursos del lugar para generar algo realmente atípico, un cruce de artes más cercano a una tutoría soñada. De esta forma cada momento: hablar con el distribuidor más importante de América Latina, Tomás Darcyl, de Diamond y Sun Distribution, oír la experiencia de Paula Vaccaro, la argentina que ha triunfado en el universo del cine como productora, guionista y mucho más, la experiencia de un guionista como Santiago Amigorena en plena acción, Marion Kklotz y sofía Lena llevando a cabo con cariño e inteligencia sus roles en nombre de Locarno y generando una educación sentimental y fáctica en tan solo días con sus grupos. Todo suena a aldea pitufa, a pequeño reducto, valga la redundancia, irreductible: todo lo contrario, el alma del festival estan, como esas estrellas que se ven cada noche, unidas, son radiantes y complementarias. Por eso ¡Corte!, una propuesta para niños y niñas, es un éxito y lleva todo al otro extremo: los reales espectadores que todavía pueden fascinarse para siempre con el cine por filmar un corto y exhibirlo en una pantalla.

Logros de una realidad. Uruguay se va convirtiendo, a las claras, en una potencia de cine en la región. Frente a otras crisis de la región, en pleno JIIFF, en el marco del Working JIIFF, se firmó entre el British Film Institute, de Reino Unido, y la Agencia de Cine y Audiovisual de Uruguay (una agencia con garra realmente charrúa, con inteligencia y con pasión, un caso ejemplar de como hacer las cosas bien cuando las condiciones se prestan). La firma es mucho más que un gesto: es la posibilidad de promover la colaboración, gracias al UK Global Screen Fund, entre diferentes agentes de la industria, crear una integración nueva en el mundo.

La vitalidad de JIIFF pide a gritos (que no los da el festival: es siempre elegante, amable e íntimo, sin importar la escala de la función, de la firma protocolar o del evento) que el mundo le preste todavía más atención. Los festivales de cine, las empresas, y más tienen aquí un proyecto con todavía más capacidad de crecimiento. Al fin y al cabo, sus estrellas, sus luces, siempre están ahí, listas para iluminar cada rincón del cine.