ESPECTACULOS
“BOMBÓN”

Pequeños objetos de arte en casa

Con el objetivo de ayudar a la Casa del Teatro, residencia de artistas, el equipo creativo detrás del proyecto decidió compartir el vasto archivo de performances y espectáculos bajo su sello.

20200628_teatro_bombon_gzalaucastrogabrielmachadoandreagarrotemarciarey_g
Revelación. El “teatro bombón” se presentó como una propuesta distinta en la cartelera teatral. | GZA. LAU CASTRO / GABRIEL MACHADO / ANDREA GARROTE / MARCIA REY

En el 2014 se inició la historia de otra forma de producir espectáculos teatrales en Buenos Aires bajo el rótulo de “teatro bombón”. El primer ámbito fue La Casona en la avenida Corrientes muy cerca de Callao, donde cada una de sus habitaciones albergaba diferentes propuestas. Luego llegó la mudanza hacia Milion Bar y a principios de este 2020 sus creadores salieron a brindar ayuda a la Casa del Teatro, residencia de artistas, única en el mundo nacida en 1938. En estos tiempos de cuarentena sus curadores –Monina Bonelli y Cristian Scott– decidieron subir muchas de estas producciones surgidas desde 2014 hasta las más actuales. Una de las características que la diferencian de otras es que cada 15 días se verán cuatro nuevas en la web (www.teatrobombon.com), pero las anteriores se mantienen por 48 horas. Aumentan de esa manera la cantidad de espectáculos que se pueden ver desde su página los sábados a las 17. Todo lo que se recauda en estas entradas digitales se destina a la Casa del Teatro. Además de los espectáculos se suman entrevistas grabadas a sus creadores.

“Todas las obras son ‘site specific’ (subraya Monina Bonelli) o sea fueron creadas para esos espacios. Siempre Bombón invitó a los artistas para que ensayen y prueben en estos lugares. Históricamente tuvimos procesos creativos de dos a seis meses. Hacíamos convocatorias anuales y les mostrábamos los espacios. También era importante la pulsión sonora, porque tanto en La Casona como después en la Casa del Teatro no son ámbitos preparados para la actuación. Debíamos cuidar que no se filtraran las voces. El mínimo de espectadores fueron doce y el máximo treinta, con un promedio de veinte”.

Se sumaron nuevos espectáculos y entre ellos está Satánica de Rafael Spregelburd que dirigió Andrea Garrote. Es ella quien desde su confinamiento por la pandemia recuerda hoy: “La experiencia de ir de cuarto en cuarto en La Casona fue extraordinaria. Estrenamos ese monólogo allí con la actuación de Mariano Saavedra y después la pasamos al otro espacio –Milion Bar– porque siempre tuve mucha afinidad con este material, por eso quise dirigirla. Fue escrito en su momento para ser dicho por un actor a un solo espectador. Nosotros hacíamos entrar primero veinte y luego a 35 personas. Buscamos poca luz, por eso ahora lo hemos subtitulado. Nos interesaba no perder el clima de misterio. No sabemos cuándo y cómo volveremos. Hay muchas salas en crisis. Formo parte de la asociación de Profesores Independientes de Teatro CABA (PIT). Desde allí el año pasado se realizó un censo para saber cuántos éramos. Hoy algunos mantienen sus clases online, pero estamos armando un protocolo para poder volver a dar clases en las salas teatrales, con la distancia social que sea necesaria”.  

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

“Nosotros nos ganamos un premio en el concurso Barrios creativos – dirá Monina Bonelli–. Propusimos hacer este ’teatro bombón’ en la Casa del Teatro, allí hablamos con su presidenta, Linda Peretz y ya estaba trabajando allí la documentalista Paula Kleiman. Cruzamos técnicas de trabajo comunitario con estéticas contemporáneas. Siempre lo primero es el contacto con la comunidad y después generamos los diálogos entre los creadores y la gente. Quisimos sumar no solo a los artistas que viven en la Casa del Teatro sino también al personal que trabaja allí, como la enfermera, el cocinero y otros empleados. Fue una gran experiencia tanto para los dramaturgos y directores como para los que quisieron participar. Ellos son nuestra comunidad y nos vimos reflejados en los que viven allí”. 

 

La nueva mirada

Tanto Monina Bonelli como Andrea Garrote vieron modificada su vida profesional. La primera integraba el elenco de El siglo de oro trans de Gonzalo Demaría y la segunda proyectaba seguir con las funciones de su unipersonal Pundonor.

Bonelli recuerda la experiencia con quienes habitan la Casa del Teatro. “El primer día que nos reunimos con estos artistas que viven desde hace años en la Casa del Teatro nos sentamos a tomar un café. Trabajamos con adultos mayores, hay que encender ese deseo y generar confianza. Descubrimos que el cocinero (Horacio González) es cantante lírico, pero nunca antes había interpretado frente al público”.

“La gorra virtual es perezosa –continúa–. Nos cuesta un poco, pero necesitamos un tiempo para instalarnos. La estamos peleando. El teatro filmado es difícil para el público general. Nadie estaba preparado para este momento. Creo que después de la pandemia todos vamos a tener otra mirada sobre lo audiovisual y ninguno filmará su obra de teatro solo con una cámara”.

“Veo muy bien que se suban espectáculos que sería imposible reponer. Ahí tiene mucho sentido –reflexiona Andrea Garrote–. Pero me duele haber tenido que suspender mis giras con Pundonor, había sido invitada a festivales internacionales. Trabajé mucho y todo quedó en la nada. Como escritora iba a escribir, pero lo abandoné. Estoy dando clases por Zoom con el estilo de la protagonista de Pundonor, Claudia Pérez Espinosa. Esta profesora de filosofía llegaba a todos los espectadores y espero poder reponerla en Hasta Trilce. Necesitamos la comunidad: en el teatro entablamos una comunión entre público y elenco”.

Cuando se le pregunta a Garrote por el grupo que integra junto a Rafael Spregelburd y otros intérpretes bajo el nombre de El Patrón Vázquez, afirma: “Siempre fuimos una familia disfuncional. No tuvimos una dinámica de compañía.”