Kpop, cine, videoarte, dramas, animación, videojuegos, música clásica, danza y teatro. Con todo eso y más, va Corea del Sur de conquista por el mundo. Una industria cultural que despliega un arsenal potente y heterogéneo, desde un país que se construyó desde las ruinas y salió a mostrarse al mundo con todo lo que tiene, desde lo tradicional a lo moderno.
Si algo destaca a Corea en la historia reciente es su rápido desarrollo. Celulares, computadoras, navíos, edificios, autos, todo crece en aquella república oriental como si de una pampa húmeda de tecnología se tratase. Pero desde hace años que Corea, además de tecnología, genera contenidos.
En Argentina, lo más reconocible de la cultura coreana es el Kpop o pop coreano. Fogoneado de manera sistemática por el Centro Cultural Coreano (CCC) desde hace seis años con el Concurso Kpop Latinoamérica, la competencia de canto y baile de pop coreano más importante del continente, el fenómeno musical no para de crecer. Son aproximadamente treinta mil los coreanos residentes en el país, pero son los argentinos los que movilizan el Kpop. Se pueden encontrar grupos de fanáticos desde Jujuy a Tierra del Fuego, crecen las escuelas de danza que incluyen coreografías y técnicas de baile Kpop, se cuentan visitas de las principales bandas coreanas, como Super Junior y Shinee, y también la primera radio exclusiva del género en el país, Vega Kpop. La masa que estaba atenta el Kpop creció tanto que alcanzó de un zarpazo el espacio mediático que le faltaba ocupar, ShowMatch. La inclusión del ritmo en el “Bailando por un Sueño” 2014 consagró su presencia masiva y logró que cualquier vecino sepa de qué se trata. El programa de Tinelli fue una bomba atómica mediática para el Kpop en Argentina, generó tendencia en las redes sociales, interés de los desprevenidos, invasión en la prensa y mayor atención sobre la cultura coreana.
El Kpop allanó el terreno para que otro tipo de contenidos aterricen en Argentina. Así fue que se estrenó Jardín secreto, el primer drama –como llaman en Corea a las miniseries– en un canal de televisión argentino. Estas telenovelas tienen un éxito arrollador en Asia por sus historias atrapantes y su alta calidad de producción. También son seguidas por los fanáticos del Kpop en todo el mundo, por incluir en el reparto a figuras de las bandas pop coreanas.
La pantalla grande, por su parte, tiene una dinámica propia con respecto a las anteriores. El cine coreano es respetado por todo el ambiente especializado, sus directores galardonados en las principales competencias y sus filmes incluidos en los más prestigiosos festivales. Realizadores como Kim Ki-duk, Hong Sang-soo o Park Chan-wook son un sello en sí mismos, pero el volumen de su industria cinematográfica abarca mucho más que nombres propios. La población coreana es, en promedio, la que más consume cine en el mundo, sobre todo cine nacional. Muchos de esos tanques de la gran pantalla no suelen llegar a las salas de Sudamérica. Por eso se creó el Han Cine –Festival de Cine Coreano en Buenos Aires–, que va por su segunda edición anual y convoca a un público ávido de filmes de aquella parte del planeta.
La industria cultural de la península coreana no nació de un repollo ni es obra de un milagro. Son décadas de políticas concretas apuntadas a desarrollar contenidos de masas. Pero no todo en la cultura coreana es pop, luces enceguecedoras, escenas dinámicas y superproducciones. La visión es fomentar lo moderno, pero conservar lo tradicional. Por eso, en paralelo a los contenidos masivos, el CCC en Argentina organiza exhibiciones, conciertos de música clásica, y funciones de danza y teatro. Meses atrás se vieron excelentes muestras de arte, una de videoarte en la Colección Fortabat y otra de caligrafía en el Museo Nacional de Arte Decorativo. En ocasión de los festejos por el 50º aniversario de la inmigración coreana en el país, se presentó la Orquesta Dodry, con un repertorio de música folclórica e instrumentos autóctonos de la península. En noviembre, Corea muestras sus joyas de la música clásica en el Festival de jóvenes pianistas coreanos, una serie de conciertos gratuitos donde se destaca la ganadora de la competición internacional de piano de Ginebra y Busoni, Mun Ji- Yeong.
Políticas de largo alcance, enfoque holístico de lo popular, lo masivo y lo clásico, desarrollo de contenidos en distintas disciplinas, fusión entre lo tradicional y lo contemporáneo, incorporación de nuevas tecnologías. Corea muestra su mejor arma: la cultura.
*Responsable de comunicación, producción y RRII del Centro Cultural de la Embajada de Corea.