Esta noche a las 22 HBO pondrá en pantalla el octavo y último capítulo de la segunda temporada de True Detective. Serán 90 minutos –es decir, el tiempo de un largometraje en el cine– para darle fin a la versión 2015 de la serie que, por más que siga eligiendo el negro, se vistió distinta a su original del año anterior. Después de semanas de llevar un ritmo más lento, el policial parece despertar y promete un final con menos discusiones que las que produjera el desenlace del año pasado. Ese andar pausado y la expectativa que su autor, Nic Pizzolatto, había generado con Matthew McConaughey y
Woody Harrelson en 2014 la hicieron remar contra una corriente de críticas muchas veces desmedidas.
La desmesura de expectativas cumplió un rol clave en esta segunda temporada que plasma una trama oscurísima que incluye corrupción política y trata de blancas, con altas dosis de violencia en ámbitos decadentes. Tras las repercusiones de la primera temporada –extrema buena prensa, premios y nominaciones al Emmy y Globo de Oro– y ya de cara a la segunda, Pizzolatto le dijo a The Hollywood Reporter que la audiencia que se entusiasmó con la primera, ahora podría decepcionarse. “Como creador, nunca hay que bajar la guardia, hay que estar pendiente de la pantalla porque uno sabe que ahí es donde se la juega. Pero siento como si quisiera descargarme de tanta responsabilidad: esta serie no cambiará mi vida”, aseguró.
Y, mientras tanto, se echaba leña al fuego de la ansiedad. Colin Farrell, uno de los protagonistas de esta temporada, le decía al Seattle Times: “Pizzolatto es un animal, es muy ambicioso y decidido para llegar al lado oscuro de esos personajes”. Vince Vaughn, su contracara, agregaba a la revista GQ: “¿Qué es lo que la gente quiere ver? Nic no tiene miedo de ofender a nadie, no le teme a ser políticamente incorrecto”.
Una radiografía de lo que el público esperaba de la serie la marcan los 3,2 millones de espectadores que tuvo el capítulo inicial, superando en algo más de un millón de televidentes al comienzo de la temporada uno. Su promedio anda en los 2,8 millones, aunque viene descendiendo de manera gradual y el pasado domingo alcanzó los casi 2,2 millones de espectadores. Si lo comparamos con la primera temporada, el penúltimo episodio de True Detective promedió 2,33 millones de espectadores. O sea, números muy similares. Habrá que ver si esta noche puede dispararse a los 3,52 millones que consiguió la primera en el desenlace. Otro número para prestarle atención son las menciones en redes sociales. Hasta la sexta entrega, se había registrado un 27% más de tuits que en 2014.
Radiografía de lo mucho que se esperaba fue, también, la llamativa proliferación de críticas negativas. A punto tal que Mike Lombardo, presidente de HBO, en una rueda de prensa de la Television Critics Association, le puso el pecho a las balas: “En primer lugar, creo que deben ver todo el show. No creo que nadie en esta sala lo haya hecho. Yo sí, y creo que es altamente satisfactorio, como el de cualquier serie que hayamos hecho”, aseguró el líder del canal que destina cerca de 5 millones de dólares por capítulo para producir el policial. Además, el directivo manifestó que Pizzolatto es uno de los mejores libretistas que ha trabajado en televisión: “Si quiere hacer otra temporada le he dicho que nuestra puerta está abierta. Me encantaría hacer otra entrega con él. Creo que es un guionista espectacular”.
“Nic no necesita el éxito o las expectativas que se ponen en él”, había dicho McConaughey poco después de que la industria pusiera los ojos en este ex mozo, profesor de Literatura y escritor que pasó de ganar en The Killing el mínimo que imponía el sindicato –poco más de 2.600 dólares por cada semana de trabajo– a ser productor ejecutivo de True Detective. HBO le compró los tres pilotos que había escrito y, aunque el acuerdo con la cadena se desconoce, lo transformó en millonario. Hoy se verá si está a la altura de sus flamantes millones.