El funeral de Isabel II: momentos históricos del "día más triste para Gran Bretaña"
Pomposo y majestuoso, el servicio fúnebre de la reina se celebró en el mismo templo donde se casó hace 75 años. Tras el impresionante desfile por las calles de Londres le espera un entierro privado junto a su "amado Felipe".
Funeral de la reina Isabel II en Londres este 19 de septiembre. |
AFP
Casi un centenar de marineros arrastraron por las calles de Londres el carro que llevó los restos de la reina Isabel II tras el majestuoso funeral de Estado que se celebró en Londres. Fue el momento culminante de lo que los medios británicos llaman hoy “el día más triste para Gran Bretaña”.
Unos 2 millones de personas contemplaron el paso del cortejo fúnebre, que iba encabezado por el rey Carlos III, sus hermanos Ana, Andrés y Eduardo, y sus hijos Guillermo y Harry. De la procesión participaron, además, unos 4.000 oficiales de las fuerzas armadas británicas. Para millones de teleespectadores, fue un final digno para la "Era Isabelina".
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El State Gun Carriage, un carruaje de armas de 123 años de la fragata HMS Excellent transportó los restos de la reina desde Westminster Hall hasta la abadía.
El carruaje de 2,8 toneladas llevó a otros cuatro monarcas en sus funerales, incluido el rey Jorge VI en 1952. Es arrastrado por marineros utilizando cuerdas desde el funeral de la reina Victoria en 1901, cuando los caballos que debían tirar del ataúd se encabritaron.
En su sermón, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, alabó la vida de la reina: "Las personas que aman servir son infrecuentes en cualquier ámbito de la vida. Los líderes que aman servir son aún más infrecuentes. Pero en todos los casos, aquellos que sirven serán amados y recordados, mientras que quienes se aferran al poder y los privilegios son olvidados".
Durante la ceremonia, el ataúd fue colocado cerca del altar con la corona, el orbe y el cetro, además de una corona de flores elegidas por el rey de los jardines que Isabel II más quería.
Himnos solemnes, trompetas y 2 minutos de sepulcral silencio cerraron la ceremonia. Y todo terminó con una interpretación con gaita de “Sleep, dearie, sleep” (duerme, querida duerme).
La Abadía de Westminster, lugar emblema en la vida de Isabel II
En 1934, a los 8 años, la entonces princesa Isabel fue dama de honor en la boda de sus tío, los duques de Kent, y se cree que allí vio por primera vez al príncipe Felipe de Grecia, con quien se casó trece años más tarde en ese mismo templo.
En 1937 Isabel asistió en Westminster a la coronación de su padre, el rey Jorge VI, cinco meses después de la abdicación de su tío Eduardo VIII. Allí mismo ella fue coronada a los 27 años de edad, en 1953, en la última ceremonia de coronación.
Escenario de casi todas las bodas reales de su reinado, la abadía también fue el lugar elegido por Isabel II para su primera salida pública después del largo confinamiento por el Covid. A finales de 2020, viajó para dejar una ofrenda flora al ‘Soldado Desconocido’ enterrado en el atrio.
La tristeza del príncipe Andrés, el “hijo favorito”
El príncipe Andrés, salpicado por un escándalo sexual y por su amistad con el difunto pederesta Jeffrey Epstein, casi rompió a llorar cuando las campanas del Big Ben marcaron el inicio de la procesión fúnebre desde Westminster Hall.
"Mamá, tu amor por un hijo, tu compasión, tus cuidados y tu confianza los atesoraré para siempre", escribió Andrés, de 62 años, en un mensaje publicado este domingo.
Los medios solían referirse a Andrés como el "hijo favorito" de la reina Isabel II, quien sin embargo en enero pasado lo privó de sus honores militares ante la amenaza de un juicio por agresión sexual a una menor en EEUU, que resolvió con un millonario acuerdo extrajudicial.
El príncipe caminó vestido de civil (a diferencia de sus tres hermanos, que utilizaron trajes militares) cuando caminó hasta la abadía de Westminster. Su exesposa y actual pareja, Sarah Ferguson, asistió al funeral como parte de la familia real.
Camilla, una presencia sombría que extraña la sonrisa sus suegra
Sombría y muy seria, al lado del rey Carlos III se sentó su esposa, la nueva reina Camilla. Un día antes, había rendido un homenaje a su difunta suegra, a la que una "mujer sola" y de "inolvidable" sonrisa que "se forjó su propio papel" en un mundo dirigido por los hombres.
"Debió ser muy difícil para ella ser una mujer sola. No había mujeres primeras ministras ni presidentas. Ella era la única, así que creo que se forjó su propio papel", declaró la esposa del rey.
Solo unos meses atrás, Isabel II había expresado su “sincero deseo” de que Camilla fuera nombrada ‘reina consorte’ cuando ella falleciera, desterrando de una vez las especulaciones sobre el rol de la mujer a la que Lady Di acusó de haber roto su matrimonio con Carlos.
Los bisnietos de Isabel II fueron despedirse de “Gan Gan”
Vestidos de luto -ella con un sombrero al estilo inglés- llegaron su madre y la reina Camilla en auto y participaron de la procesión que acompañó el féretro de la reina desde el atrio de la abadía hasta el altar.
La aparición de los hijos mayores del príncipe Guillermo y la princesa Kate fue una sorpresa y se informó que los padres reflexionaron "largo y tendido" sobre si debían hacerlo. "Como padres, por supuesto, han pensado largo y tendido sobre si sus hijos deberían acompañarlos", dijo una fuente.
El hijo menor de los príncipes de Gales, Luis (4) no asistió porque es muy pequeño, pero el Gobernador General de Australia, David Hurley, dijo que Kate le contó que el príncipe “hace preguntas y trata de entender” la muerte de su bisabuela.
"El más pequeño ahora hace preguntas como, '¿crees que todavía podemos jugar estos juegos cuando vayamos a Balmoral' y cosas así, porque ella no va a estar allí?", dijo Hurley.
Liz Truss y todos sus antecesores vivos
Como ordena el ceremonial, Liz Truss fue una de las últimas personas que llegó a la abadía, poco después de que ingresaran los primeros ministros de la Commonwealth, como Justin Trudeau (Canadá) y Jacinda Ardern (Nueva Zelanda).
Truss fue la última de los 15 primeros ministros que trabajaron con la reina Isabel II durante sus 70 años de reinado. Entre ellos estuvieron Winston Churchill, que lideraba el país durante la posguerra, y Margaret Thatcher, jefa del gobierno durante la guerra de Malvinas.
Truss asistió al funeral acompañada por su marido, el contador Hugh O'Leary. Antes que ella habían llegado a la ceremonia todos sus antecesores vivos con sus cónyuges: Boris Johnson, Theresa May, David Cameron, John Brown, Tony Blair y John Mayor.
A diferencia de otros reyes, reinas, presidentes y primeros ministros mundiales, Biden y su esposa Jill llegaron a la abadía de Westminster en su automóvil a prueba de ataques. Los demás dignatarios llegaron en autobuses.
La organización también concedió al matrimonio Biden el honor de ingresar por la entrada principal del templo gótico, por donde también ingresaron Liz Truss y la familia real, mientras sus pares mundiales, como Emmanuel Macron o Jair Bolsonaro, lo hicieron por una entrada lateral.
El rey Juan Carlos, sentado entre su esposa Sofía y su nuera Letizia
Por primera vez en varios años, desde antes de exiliarse a Abu Dhabi a causa de las investigaciones por corrupción, el exrey fue visto en público con su hijo y sucesor, Felipe VI. La reunión era muy esperada por los medios españoles.
En el funeral, el rey emérito se sentó entre su esposa, la reina Sofía, de quien se separó, y su nuera la reina Letizia, dos mujeres con las que tuvo relaciones verdaderamente tensas en los últimos años.
Felipe VI vestía su uniforme militar de gala, Juan Carlos llevaba traje negro, camisa blanca y una corbata también negra, mientras que sus esposas iban completamente de negro, con sombrero y, en el caso de Sofía, velo.
El exrey, de 84 años, asistió a la ceremonia para rendir tributo a su prima Isabel II, que fue un gran apoyo político para él cuando fue proclamado rey en 1975.
A continuación, los 15 momentos clave de los 10 días de funeral de Isabel II
El ataúd de Isabel II, una caja de roble y plomo fabricado hace más de 30 años
La empresa funeraria londinense Leverton and Sons, encargada de las exequias reales, explicó hace cuatro años que no sabían cuándo ni quién había fabricado ambos ataúdes, que les entregaron en 1991 cuando obtuvieron a trabajar como proveedores oficiales de la casa real británica.
El revestimiento de plomo hace que el ataúd sea hermético, ya que se colocará en una cripta y no se enterrará. Pero lo hace extremadamente pesado para sus ocho portadores. Las asas de latón están diseñadas específicamente para los ataúdes reales, al igual que la tapa, que debe soportar las insignias de la monarquía.
El digno dolor de la princesa Ana
Conocida por su fuerte carácter y por el discreto cumplimiento de sus funciones monárquicas, la princesa Ana raramente muestra sus emociones no pudo esconder su duelo mientras acompañó a su madre en su viaje de Escocia a Londres.
El palacio, utilizado desde hace 500 años por los reyes de Escocia e Inglaterra, fue en su origen una abadía, fundada en el año 1128 por el rey de Escocia David I en el lugar donde, según la leyenda, vio un ciervo con una cruz luminosa entre su ornamenta.
Holyrood House se convirtió luego en palacio en torno al año 1503 por deseo del rey Jacobo IV. La reina María Estuardo vivió allí y presenció en sus apartamentos el asesinato de su secretario personal, fomentado por su celoso marido.
Al restaurarse la monarquía, tras la guerra civil, Carlos II renovó el castillo, que cambió un aspecto parecido al que se puede apreciar hoy día.
Los escoceses se despidieron de su reina en la catedral de Edimburgo
El lunes 12, el féretro de la reina fue llevado en una procesión a la catedral de Saint Giles. Detrás caminaron los cuatro hijos de Isabel II.
A un kilómetro de Holyroodhouse y siguiendo el Royal Mile, el edificio, fundado en torno al año 1124, lleva el nombre del santo patrón de la ciudad de Edimburgo.
Católica en un principio, la iglesia pasó luego bajo control protestante cuando la Reforma escocesa de 1560. El rey Carlos I la elevó al rango de catedral en los años 1630, en un intento por sumarla al culto anglicano.
Actualmente la catedral está bajo la autoridad de la Iglesia de Escocia, presbiteriana e independiente de la Iglesia Anglicana, de la que Isabel II era su cabeza.
La corona de los reyes de Escocia sobre el ataúd real
En la catedral de St. Giles, la corona de los reyes de Escocia, creada en el siglo XVI para el rey James V, fue colocada sobre el féretro de Isabel II por el duque de Hamilton y Brandon, el principal noble de Escocia.
La joya pesa 1,64kgs y es el símbolo de soberanía de los escoceses. Su base fue realizada en oro escocés, incrustado con 22 gemas y 20 piedras preciosas extraídas de la corona anterior.
La corona fue creada para el rey James V de Escocia (1513-1542) en 1540 por el orfebre John Mosman. Después de quitar las piedras preciosas, la corona se fundió y se agregaron 41 onzas adicionales de oro escocés, 22 piedras preciosas y 68 perlas de agua dulce de los ríos de Escocia.
Las tres joyas estuvieron perdidas durante más de un siglo desde que se disolvió el Parlamento escocés en 1707 hasta se encontradas en una cámara acorazada del Castillo de Edimburgo, dentro de un cofre de roble y envueltas en lienzos.
El vuelo a Londres hizo colapsar a Flightradar24
La aeronave de la Royal Air Force C-17 Globemaster, usada en misiones de ayuda a Ucrania, transportó el féretro de Isabel II a Londres el 13 de septiembre y aterrizó en la base militar de Northolt al atardecer.
El sitio de rastreo de vuelos Flightradar24 dijo que el vuelo fue rastreado por casi 6 millones de personas, provocando su colapso debido a una “tensión sin precedentes”
Un coche fúnebre diseñado según el deseo de la reina
El coche fúnebre Estatal (State Hearse) que transportó el ataúd en su último viaje fue diseñado con la ayuda de la reina para que el público pudiera tener una "vista clara" del interior del vehículo.
Según The Mirror, la Casa Real colaboró con Jaguar Land Rover para el diseño del coche, que tiene grabada la “Cifra Real” o monograma personal de la fallecida monarca.
El féretro fue escoltado por el rey Carlos III, sus hijos Guillermo y Harry, además de sus hermanos y otros miembros de la familia real.
El féretro de la reina fue llevado en un carro de armas durante el trayecto de casi 2 kilómetros y colocado en un catafalco cubierto de púrpura en el Westminster Hall y custodiado por guardias.
El estandarte real, el emblema de la monarquía que tradicionalmente ondeaba sobre Buckingham , Sandrigham o Windsor cuando la reina estaba allí, cubría su ataúd.
La capilla ardiente, una tradición para reyes y plebeyos
La capilla ardiente de Isabel II en una tradición que remonta a varios siglos y es un honor que reciben los reyes, las reinas consortes y, en ocasiones, los antiguos primeros ministros para permitir que la población les rinda un último homenaje.
Durante el siglo XIX, la población podía recogerse ante los restos mortales de los soberanos en el Castillo de Windsor, mientras que en el siglo XVIII tenía lugar en el Palacio de Kensington. La reina Victoria pidió expresamente que su cuerpo no se presentara al público.
Desde la muerte de Eduardo VII en 1910, el Westminster Hall, la parte más antigua en pie del palacio del parlamento, es el escenario de las capillas ardientes de los soberanos. Los féretros cerrados reposan en un catafalco, en medio de este salón de 900 años de antigüedad.
Militares de la guardia real, de la infantería o del regimiento de caballería de Casa Real velaron los restos mortales de la difunta monarca, cabizbajos y de espaldas al ataúd y miles de británicos esperaron a la intemperie durante casi 12 horas para rendir homenaje.
Las Joyas de la Corona salieron de la Torre de Londres
Sobre el féretro de Isabel II se colocaron la Corona Imperial de Estado, el Cetro y el Orbe, que tradicionalmente están bajo custodia en la Torre de Londres y solo salen de allí para las coronaciones o funerales de los reyes.
La corona es una de las piezas de orfebrería cubiertas de piedras preciosas más famosas del mundo y un símbolo del poder real. Está decorada con 2.868 diamantes y numerosas piedras preciosas, incluye 17 zafiros, 11 esmeraldas y 269 perlas.
Símbolo de la monarquía y del poder divino del soberano, es llevado por el monarca a su salida de la Abadía de Westminster justo después de su coronación con la corona de San Eduardo, dos veces más pesada.
Fabricada en 1937 por el joyero de la corona Garrad & Co para el rey Jorge VI. Está adornada por el gigantesco diamante “Cullinan II”, de 317 kilates, el "Zafiro Estuardo" y el "Rubí del Príncipe Negro".
Las vigilias de hijos y nietos de la reina en torno a su féretro en St. Giles y Westminster
Con rostros circunspectos, Carlos III y sus hermanos Ana, Andrés y Eduardo (58) entraron en el Westminster Hall y en un silencio sepulcral rodearon el féretro durante 15 minutos, con las manos entrelazadas y las cabezas inclinadas.
El sábado 17, los ocho nietos de la reina Isabel II le dijeron adiós guardando vigilia en torno a su ataúd, en Westminster Hall, durante quince minutos y con la cabeza inclinada.
Participaron el príncipe Guillermo, el príncipe Harry y sus primos: la princesas Beatriz y Eugenia, Peter y Zara (hijos de la princesa Ana), Lady Louise y el vizconde Severn (hijos de Eduardo).
Miles de dolientes y un operativo de seguridad nunca visto en el Reino Unido
Un “anillo de acero” rodeó la Abadía de Westminster durante el funeral, en lo que el gobierno británico considera la mayor operación de seguridad de los últimos 200 años, que incluyó francotiradores, buzos tácticos, drones y software de reconocimiento facial.
Al menos 10.000 policías de Londres, incluidos 2.000 que fueron convocados desde el resto del país, vigilaron el centro de Londres y la ruta hacia el Castillo de Windsor, a 34 kms. Para proteger al millón de asistentes, se cerraron rutas, avenidas y puentes.
Stuart Cundy, uno de los hombres de la policía metropolitana a cargo de la operación en la capital, dijo que la fuerza usaría "todas las herramientas y tácticas disponibles" para proteger el ataúd de la reina, la Familia Real y las decenas de líderes mundiales que asistieron.
El funeral, una cumbre mundial de líderes sin precedentes
Cientos de líderes extranjeros y monarcas asistieron este lunes al funeral de Estado, que es considerado una de las mayores reuniones diplomáticas en décadas. Debido a la capacidad limitada de la abadía, a 2.000 personas, sólo los jefes de Estado y uno o dos representantes por país fueron invitados a las exequias.
Asistieron los reyes Harald V y Sonia de Noruega, Felipe y Matilde de Bélgica, Felipe VI y Letizia de España, Carlos XVI y Silvia de Suecia, Guillermo Alejandro y Máxima de los Países Bajos y Margarita II de Dinamarca.
También asistieron los Hans Adam II y los príncipes herederos de Liechtenstein, Alberto II y Charlene de Bélgica, el gran duque Enrique de Luxemburgo y los reyes eméritos Juan Carlos I y Sofía de España.
Los sultanes de Omán y Brunei, los reyes de Bután, Malasia y Tonga, estuvieron entre los asistentes junto al emperador japonés Naruhito, que tradicionalmente se mantiene alejado de los funerales, ya sea en su país o en el extranjero, debido a una creencia sintoísta que considera impura la muerte.
Los monarcas, presidentes, primeros ministros y miembros de la realeza asistentes viajaron en masa en un autobús a la Abadía de Westminster, en lugar de usar automóviles privados, pero se concedió que el presidente de EEUU Joe Biden usara su vehículo blindado denominado "La Bestia".
