INTERNACIONAL

La princesa Letizia cumple 39 años y acumula críticas

La ex periodista es señalada como el factor de discordia de los Borbones, aunque la reina Sofía hace un tremendo esfuerzo en pos de la felicidad del heredero.Fotos. Galería de fotos

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| AFP

La ex periodista y ahora princesa Letizia Ortíz cumplió esta semana 39 años, siete de los cuales los pasó como esposa del futuro rey de España, Felipe de Borbón. Sin embargo, una parte de los españoles -especialmente los más conservadores y monárquicos- no terminan de digerir el mal trago que supuso que su príncipe, de uno de los linajes más "azules" de Europa, terminara casado con una chica demasiado delgada y demasiado plebeya.

Las comparaciones son odiosas, pero a los españoles parecen gustarle, sobre todo cuando se trata de la heredera. Mientras que la reina Sofía nació en cuna de oro, hija, nieta y bisnieta de reyes, Letizia nació en un pueblo asturiano, hija de un periodista y una empleada bancaria, nieta de una locutora de radio y de un taxista. La primera tiene apellidos ilustres. La segunda, es apenas “una Ortiz”.

Visto el panorama, no es difícil comprender el poco afecto que muchos españoles -pero no todos- sienten hacia la princesa. Pero ni entre ellos se ponen de acuerdo. Tras siete años de pertenencia a la dinastía Borbón, según dicen una de las más severas de Europa, la ex periodista de TVE da que hablar. 

A veces por su mal gusto en el vestir, muchas veces por su delgadez, la mayoría del tiempo por su seriedad, otras tantas por su ropa cara y varias veces por su ropa barata. En lo que sí coinciden es reconocer la dedicación que pone personalmente a la educación y el cuidado de sus hijas y su empeño en su colaboración con obras de caridad.

Tercera generación de una dinastía de periodistas, Letizia nació el 15 de septiembre de 1972 en la localidad asturiana de Oviedo, en la tierra de donde ahora es princesa. Nadie lo sabía entonces, y nadie pudo creerlo cuando cierto día de 2003, el príncipe (de Asturias, de Gerona, de Viana, etc., etc.) anunció que se casaba con esa chica que el día anterior había dado las noticias en el “Telediario” de la cadena estatal.

La "corresponsal de guerra" en Nueva York -tras el 11-S- y en Afganistán se convirtió de la noche a la mañana en princesa. La boda en mayo de 2004, celebrada bajo la sombra de los atentados de Atocha y una torrencial tormenta madrileña, alegró a los españoles. Y también lo hizo el nacimiento de la primera hija, la infanta Leonor, aunque sospecharon que desde entonces las cosas serían muy distintas con Letizia en palacio.

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Hoy, los críticos más severos se quejan de la falta de “profesionalidad” que Letizia -con rostro aburrido y tenso- demuestra en las actividades oficiales y su intención de romper (con ausencias) las tradiciones familiares. 

Uno de sus más firmes críticos, el comentarista de la realeza Jaime Peñafiel, decía: “Letizia es una mujer muy lista, pero poco natural. Siempre quiere ser la más en todo. Quiere ser la más culta, la más elegante. Tanto esfuerzo la consume. Así está tan delgada. Le falta mano izquierda, humildad. Letizia no cae bien. Las infantas no la toleran y el rey, tampoco”.

La periodista María José Rubio, autora del libro «Reinas de España» le recomienda a la nuera real que se ocupe un poco menos por su aspecto físico y más de asuntos sociales, para llegar con mayor intensidad al cariño y afecto de la gente, y romper así con la imagen de frialdad que, en ocasiones, suele proyectar.

“Mariana de Austria, María Luisa de Orleáns o Mariana de Neoburgo [reinas de España] también han vivido en sus propias carnes ataques de panfleto o críticas por su frialdad”, dice la historiadora, que confía en la preparación de Letizia para ser reina: “Los príncipes de Asturias serían unos buenos reyes. Felipe lleva formándose toda la vida y ella también es una mujer con estudios”.

Algunos achacan el comportamiento de la princesa a la evidente ausencia de asesoramiento por parte de los funcionarios reales, y a una peligrosa falta de acompañamiento por parte de otras mujeres de la familia, las cuñadas Elena y Cristina.

Las infantas son mujeres con experiencia en asuntos protocolarios y oficiales, pero con ellas -se dice- la princesa tendría una más que fría relación. Según Peñafiel, “la única que se esfuerza por integrarla es la reina Sofía, que adora a su hijo y hace lo imposible para que su matrimonio funcione”.

Otro gran problema es la equivocada concepción que los españoles tienen de la Monarquía. En los últimos dos siglos, España ha sido el país que más reyes expulsó al exilio, pero al mismo tiempo el que más reyes restauró.

Todos sus reyes han sido “de ida y vuelta” y hoy se dice y se repite hasta el cansancio que los españoles no son monárquicos, sino “juancarlistas”, que sólo mantienen la  monarquía gracias a la personalidad y el trabajo del rey Juan Carlos.

Hoy por hoy, con la salud en evidente disminución, el cansancio y el paso de los años haciendo mella en la persona del rey, los españoles se preguntan si el rey Felipe VI y la reina Letizia serán capaces de preservar intacto el prestigio de la monarquía o si serán reyes de ida y vuelta.

(*) Especial para Perfil.com