Pedro Castillo, presidente de Perú, fue destituido este miércoles 7 de diciembre luego de 17 largos meses en el cargo, en el que tuvo que afrontar una crisis permanente, varios cambios de gabinete y tres intentos de golpe de Estado.
Castillo fue elegido como presidente de Perú a sus 51 años, por el partido Perú Libre, a quien se conoció durante la campaña como "el hombre del sombrero de paja". Se trata de un campesino, maestro rural y sindicalista que tuvo como promesa de campaña: "No más pobres en un país rico". En su momento, los analistas lo definieron como "el Lula del campo" y "el primer presidente pobre del Perú".
Con su imagen, logró conquistar a los peruanos y superar, con un ajustado margen, a Keiko Fuijimori en segunda vuelta. Pese a que, en un primer momento, la democracia parecía estar restablecida en Perú, al poco tiempo de la asunción de Castillo los problemas internos volvieron a surgir y golpearon al frágil Gobierno.
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Las crisis que enfrentó Castillo
En una jornada agitada, mientras el Congreso votaba por la remoción del presidente, Castillo anunció la disolución del Parlamento. En paralelo, varios ministros de su gabinete comenzaron a renunciar hasta que quedó totalmente solo. En consecuencia, el presidente de Perú fue destituido y detenido, por lo que ahora tomará el mando Dina Boluarte, la vicepresidenta.
Fujimori, su principal oponente, llamó inmediatamente a las Fuerzas Armadas a controlar la situación para "respaldar al orden constitucional".
La destitución del mandatario de izquierda se dio luego de dos intentos de golpe, ya que el Parlamento, en su mayoría de derecha, impulsó proyectos para debatir su remoción por “permanente incapacidad moral”.
La vicepresidenta Dina Boluarte asumió la presidencia de Perú
Aunque Castillo asumió en medio de una frágil democracia en Perú, él afrontaba seis causas por corrupción, en las que la Fiscalía lo acusaba de haber utilizado el poder para lucrar a cambio del otorgamiento de obras públicas.
En ese sentido, se lo imputa de un presunto tráfico de influencias en la compra de combustible por la estatal Petroperú 2021, así como de obstrucción de la Justicia en la destitución de un ministro de Interior, entre otras situaciones similares en las que recaen los mismos cargos. Hasta se lo llegó a acusar de plagiar su tesis universitaria.
Castillo, por su parte, se defendió de las acusaciones y sostuvo que las causas están "orquestadas", puesto que aseguró que "no existe ningún fundamento legal que las sustenten". "Se ha puesto en marcha una nueva modalidad de golpe de Estado en Perú", dijo hace tan solo dos meses.
Toda esta situación, potenciada por la crisis social que se gesta en Perú desde hace meses, puso a Castillo en una situación incómoda. Incluso, llegó a modificar 5 veces su gabinete, en las que sumó 60 cambios de ministros.
En abril de este año, su gestión se debilitó aún más cuando los gremios de camioneros y gran parte de la sociedad salieron a cortar rutas, caminos y accesos para protestar contra el aumento del valor de los combustibles, los peajes y los alimentos. Como respuesta, Castillo no buscó el consenso y declaró el toque de queda en las regiones más complicadas, en las que se vivieron saqueos y fuertes enfrentamientos con la policía.
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La vida de Castillo
Nació en Puña, un pueblo del distrito de Chota, en la región norteña de Cajamarca. Hasta antes de ser presidente, su vida conituó desarrollándose en ese territorio, donde trabajaba como maestro de una escuela rural, puesto que ocupó durante 24 años. Otra actividad que desarrollaba es la agricultura, en una chacra familiar donde cultiva camotes. Es el tercero de nueve hermanos y sus padres son campesinos analfabetos.
"No más pobres en un país rico", fue una de sus promesas más sobresalientes de Castillo en referencia a Perú. Esta frase se convirtió en su insignia, puesto que la utilizó desde que saltó del anonimato al liderar una prolongada huelga nacional del magisterio.
Su mensaje simple le permitió hacer una buena conexión con una parte de su país, que lo consideró como un hombre capaz de canalizar y compartir el sentimiento de indignación de esos sectores.
Castillo tiene tres hijos (Arnol, de 16, Alondra, de seis, y Jennifer, de 23, quien es adoptada) y una esposa evangélica (Lilia Padedes), aunque el profesa el culto católico. Sus demandas sociales de cambio mezcladas con una moral conservadora funcionaron como catalizador de un país en el que la religión suele ser un factor electoral. Así, apeló a la moral para justificar su rechazo al aborto, al matrimonio homosexual y la eutanasia, con ese objetivo también citó pasajes bíblicos como una estrategia discursiva.
"Castillo es una especie de Lula del campo, sin las dotes sindicalistas del ex presidente brasileño, pero demuestra ser un buen comunicador", así lo definió la periodista y analista Sonia Goldenberg a la agencia AFP, mientras que Hugo Otero lo tildó como "el primer presidente pobre del Perú".
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