Las tareas de rescate de los 33 mineros que sobreviven a 700 metros de profundidad en un refugio de la mina San Esteban, en el norte de Chile, pueden llevar "de tres a cuatro meses", según estiman los especialistas.
La sonda perforadora que dio con la nota de los trabajadores, es sólo el primer paso de un largo proceso que, se espera, terminará con el final feliz de los trabajadores de nuevo con sus seres queridos. Ahora, por el agujero abierto por la máquina, se bajarán en primer lugar vías de oxígeno y alimentación para los obreros atrapados. Esa abertura, en tanto, comenzará a ser expandida, en la medida que la roca lo permita, para poder mejorar el contacto con los trabajadores, bajando cosas más voluminosas y también imprescindibles para mejorar su nivel de vida en la profundidad de la mina.
Sin embargo, queda lo más duro, que es poder encontrar una vía lo suficientemente grande y segura como para el rescate de los mineros. Llevó más de dos semanas poder llegar a las inmediaciones del refugio de supervivencia con una sonda, por lo que abrir una galería mayor, esquivando los sectores topográficamente más inestables, es un desafío de ingeniería gigantesco. Los especialistas en minería que hablaban hoy en Chile señalaban que el rescate definitivo de los trabajadores podría demandar "todavía 3 y hasta 4 meses", aunque todos coincidían en que la circunstancia más difícil ya fue sorteada por los obreros sepultados, que era justamente sobrevivir al derrumbe.
Ahora, mientras se asiste a los mineros, se estudiarán las vías para llegar a ellos con la galería mayor, la que les permita volver a la superficie.