Las caras jóvenes del peronismo y el radicalismo se animan a atravesar la grieta

Los referentes del movimiento radical y peronista más jóvenes, Agustín Rombolá y Fernando Franquet, respectivamente, debatieron sobre lo que los une en la lucha por el bien común. "Hay una polarización extrema que llevó a la falta de diálogo", afirmó el militante de la UCR. Por su parte, en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9), Franquet reflexionó que se juntaron "por el espanto que nos dio una situación de violencia política muy clara" contra Cristina Kirchner.

¿Consideran que la falta de diálogo que existe hoy en día entre las dos coaliciones mayoritarias tiene algún componente generacional?

Agustín Rombolá (AR): Creo que sí, y quedó demostrado con el encuentro. Entendemos que la práctica política debería ir por un lugar muy distinto al que va hoy. Y que los grandes problemas del país los concebimos como un problema de la política en general. Eso explica los discursos contra la política con tanta eficiencia. Y la política tradicional no está encontrando respuestas.

Este tipo de encuentros muestra el camino de lo que representa mejor a toda la sociedad pero sobre todo, a esta generación nacida en democracia. Queremos desterrar toda práctica violenta.

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Fernando Franquet (FF): Nos abrazamos a la convicción de que tenemos una decisión de vida, de vocación política. Eso nos une y somos partes del mismo país. Debemos reconocernos en un marco común, despejar los prejuicios. Este dialogo fue tomado como una necesidad en común y eso refiere a que nuestras generaciones buscan constantemente el debate genuino.

Históricamente, el radicalismo y el peronismo supieron ser aliados cuando la coyuntura política lo ameritaba. ¿Por qué consideran que no se lograron acuerdos de gobernabilidad para bajar tensiones en los últimos años?

FF: Hay concepciones distintas del funcionamiento de la relación entre el Estado y el Mercado, acerca de cuestiones de agenda como la seguridad, por citar un ejemplo. En Derechos Humanos es el punto en el que tenemos mayor acuerdo. 

Es un desafío intergeneracional ponernos de acuerdo en políticas de largo plazo para el país. Las concepciones ideológicas no pueden ser una traba cuando hay necesidades en común de los argentinos.

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AR: La falta de diálogo reciente es una evolución del sistema electoral argentino y latinoamericano, en el que los partidos apuntan a una polarización extrema. Y llega a casos de violencia injustificable en toda la región. Eso hizo que el diálogo desaparezca entre el radicalismo y el peronismo.

Las diferencias que existen constituyen nuestras identidades y, probablemente, no nos permitan compartir un gobierno. Pero también tenemos similitudes en la forma de ver la democracia que, seguramente, hagan que sí compartamos el Estado en un futuro. 

Este tipo de encuentros favorecen esas dinámicas que supimos tener cuando la democracia se vio seriamente amenazada. Y hoy son necesarios nuevamente entre juventudes y partidos políticos en general. 

Acusaciones cruzadas, pero un fin en común

La coalición de Gobierno acusa al radicalismo de ser "secuestrado" por el PRO. Y este los acusa, a su vez, de "secuestrar" el peronismo. En la Ciudad de Buenos Aires, ni el peronismo ni el radicalismo gobiernan. ¿Hace esto posible un encuentro?

AR: Que no somos gobierno en este momento lo debatiría. Hoy el radicalismo está llevando adelante la cartera de Desarrollo Económico. A partir del 2019, se vio una apertura en Juntos por el Cambio a nivel gubernamental en la Ciudad y hoy hay radicales en gestión.

Aun así, coincido con la lectura de las elucubraciones que se hacen sobre el otro. Tanto el radicalismo como el peronismo son movimientos que abarcan mucho. Por eso, estos encuentros siempre van a ser fructíferos y necesarios.

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FF: Eso de un "secuestro" de un movimiento u otro tiene que ver más con la chicana que con un debate político más realista. Ningún partido de la democracia fue "secuestrado" por un líder.

La cultura de otra generación ve que nos juntamos las juventudes de ambos partidos para rechazar la violencia política contra la vicepresidenta pero, por determinada coyuntura, lo caratulan como "movimientos extraños" en un marco pre electoral. Y eso no está bien.

¿En serio 100 horas en lugar de 100 días?

Estas reuniones son un ejercicio que tenemos que hacer los partidos y una gran conjunto de la sociedad. No nos puede llamar la atención que nos juntemos a discutir políticas, rechazar la violencia y a fortalecer lazos democráticos.

Y no hay que olvidar que, lamentablemente, no nos juntamos a mejorar la calidad de vida del país, sino por el espanto que nos dio una situación de violencia política muy clara, como lo fue la pistola en la cabeza de Cristina Kirchner.

AO JL